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El hoy pueblo de Carpio, se encuentra rodeando el escarpe (que probablemente dió nombre al pueblo), dispuesto en forma circular. Se trata de un pueblo de pequeño tamaño, fundamentalmente agrícola que ha visto incrementadas sus superficies de regadío por las perforaciones, cosa que veremos influirá bastante en Lavanderas.
Hacia el Levante y en el mismo borde del pueblo podemos tomar un camino, que corresponde al Cordel de Salamanca a Medina (cordel que une las Cañadas Reales Vizana y Leonesa Occidental).
A unos dos kilómetros y siguiendo el arroyo de nombre Lavanderas llegaremos a el lavajo propiamente dicho.
El lavajo ha reducido notablemente su extensión debido a las sequías y a la captación subterranea de aguas para regadío. En algunos casos la misma vía pecuaria del cordel ha sido invadida de forma ilegal y los nuevos puentes de Renfe han alterado la red de senderos y caminos.
Aquí vemos un trozo del cordel en buen estado rodeando la laguna por su parte norte. Y una perpespectiva general de la laguna rodeada de campos labrados y de tubos para la aspersión.
La laguna mantiene algo de agua en su parte central con vegetación muy espesa de carrizales y un entorno en que la vegetación nos indica que anteriormente la presencia de zonas inundadas.
En el momento de la visita pude ver varias especies de aves (avefrías, aguila calzada, milano real y común, chorlitejos y anades reales), lo que debió justificar su inclusión en algún listado de zona de protección de la Junta de Castilla Y León, (probablemente el Catalogo de Zonas Humedas), y que se materializó en la colocación de alguna chapa que a juzgar por las imágenes "mudó de lugar":
No existen restos de edificaciones en su entorno, aunque a juzgar por los datos debió ser en este entorno donde se encontraba ese núcleo, último lugar del Reino de Castilla en 1183, donde los dos reyes firmaron el Tratado de continuidad. En un lugar que se sitúa en el cruce de otro Cordel que desciende desde el norte llamado de Vitigudino y del que hoy no quedan vestigios en este lugar.
Regresando a la localidad de Carpio, vemos el emplazamiento donde debió localizarse el torreón defensivo, con unas panorámicas bastante extensas y que ,según algún vecino se dice que hubo una iglesia. Hoy lo ocupan otros mecanismos de vigilancia como son las antenas de telefonía movil:
Practicamente está excavado por debajo debido a las bodegas del pueblo, hoy en desuso y utilizadas como "peñas" por los jovenes del pueblo:
Y en ese lugar encontramos restos de una edificación:
Desde donde , en vez de soldados castellanos patrullando la frontera y viendo el puesto fronterizo leones en Fresno:
los abuelos del lugar contemplan el paisaje del atardecer:
Y algun vecino de cerca del escarpe, utiliza piedras, que vaya usted a saber lo que significaron para sentarse un ratito a la fresca o al solete primaveral:
Gracias alevín, y animo a todos los que puedan a visitar sitios y DENUNCIAR el lamentable estado de abandono a que esta sometida la Comunidad Autónoma.
Siento contradecirte alevín, pero el Vacuno de Lidia no es una especie, ni siquiera una raza; se trata de animales mezclados de varias razas peninsulares, incluso de razas puras que se escojen por su acometividad y otras características peculiares para su uso en un ruedo. Así que ese argumento que se emplea mucho sobre la pervivencia de la "raza", pues, no es muy estricto que digamos.
Otra cosa es el sistema de dehesas en el centro y sur, que se mantiene gracias a las ganaderías de lidia y es un sistema ecologicamente estable, aunque no se tiene porque preservar solamente con el ganado bravo, ya que con cualquier tipo de ganado extensivo (morucho o blanco cacereño) sigue siendo un sistema estable y sostenible.
Aquí como vemos algunos ya tienen claro nuestro futuro demográfico:
para ver cosas interesantes acceder al enlace que muestra el mapa de la evolución de la población en las zonas montañosas del planeta:
How many people will live on the planet 20 years from now? Where will they live? Where will population grow, and where will it decline?
The map on this page illustrates a projected possible answer to these questions, applying new methods of mapping population density and of projecting its future
Cualquiera de los dos enlaces sirve. Merece la pena verlo.
Hello Mountain Colleagues,
Some of you might be interested in the population
patterns illustrated by this map created by the US NGO
Population Action International (PAI) in collaboration
with the Center for Climate Systems Research at
Columbia University in the USA.
The map has combined new datasets of population
density to show very localized patterns of projected
population change. There is a great deal of variation
even within countries and regions.
Mountain areas in Portugal, Spain and northern Italy,
for example, show net population loss. Mountain areas
in the Rockies and Appalachian states of the US show
net population growth.
Las razas de ganado vacuno y de otros animales, tienen un patron racial o un estandar. El vacuno de Lidia puede ser incluso de raza morucha pura o de avileña mezclada con otras razas peninsulares. Por eso los toros de lidia son de aspecto tan variado. La característica que se promueve (o se debería promover) desde las distintas ganaderías de reses bravas es la "nobleza", entendiendo como tal el comportamiento del toro en las distintas "suertes" de la corrida; según los entendidos de la "fiesta".
Si no existiesen las corridas de toros, existirían reses bravas que por espontanéidad surgirían en las distintas razas autóctonas. Por ejemplo la morucha es característica por su dificil manejo, es decir, que muchos ejemplares de esta raza ya cumplen ciertas características de "nobleza". De hecho se han celebrado en Salamanca muchas corridas de toros con ejemplares de Ganado Morucho.
Puedes discrepar, pero la llamada "Raza de Lidia", no es tal.
Es como si dijeramos "Raza de Oso Circense", pues no, hay varias especies de osos que permiten su domesticación y adiestramiento para este tipo de espectáculos. O "Raza de Cabra de Gitanos con Trompeta", también varias razas de cabra son adiestradas para este tipo de cosas. Todo depende la aureola de distinción que hagamos. Por supuesto, que este tipo de comparaciones a los aficionados a las corridas de toros les puede hasta indignar; yo no veo mucha diferencia: son espectáculos en que se utilizan animales para el divertimento de las personas. Claro, que a las corridas de toros las han revestido de nombres rimbombantes (Fiesta Nacional) y fueron convertidas en un tipo de evento donde se remarcan las diferencias sociales y un , generalmente, torero salido de la nada pero con dos cojones ibéricos, se juega la vida delante de las señoronas y los pudientes de las primeras filas, mientras el populacho berrea en las gradas altas y en el tendido de sol. Es una enorme puesta en escena que representa lo más clasista y oscuro de las tierras peninsulares. Un enorme ejercicio de contorsinionismo imaginativo para ver la relación entre los ritos cretenses, meditarraneos con las corridas de toros actuales o recientes.
Se me habia olvidado comentar que en tu intervención anterior, alevin, comentas algo sobre el Uro, que da a entender que desde los tiempos en que existía esta especie de bóvido, se han rebuscado características para celebrar corridas de toros. Desde luego, si hubiera sido así, si que existiría una Raza estandarizada fruto de esa selección milenaria. Pero no es así, ya que todas las razas autóctonas ibéricas se han originado para otros menesteres, lo que demuestra la relativa antiguedad de la "fiesta nacional". De hecho el espectáculo taurino que estamos comentando (las corridas) se fundamentan en el S.XVI o XVII. Otra cosa es que anteriormente se utilizarán reses que acometieran y que se utilizarán en espectáculos de lucha, toro-humano, toro-toro, toro-perro, toros-leones, etc.muy gustosas del mundo romano.
vamos a ver alevin, si me explico bien: la Raza Morucha, de aptitud carnica ACOMETE, y prestó su sangre para la divisa de MIHURA en el siglo XVIII. La Rza Avileña, con presenta tanta fiereza como la morucha pero su sangre también se ha utilizado para crear marcas ganaderas de Lidia. Y con las razas andaluzas autoctonas lo mismo.
Aparte del comportamiento agresivo dime alguna característica morfológica común a todo el ganado bravo de Lidia: ninguna ,ni siquiera los cuernos. No se trata de una raza propiamente dicha. Y las referncias que haces a los toros en León, supongo que serán las citas de Alfonso X, que dicen "fiestas con toros" , no "corridas de toros".
Y a la pregunta sobre el Teckel, es fácil, mira la definicion de RAZA.
No existe un patron establecido para la denominada erroneamente RAZA de LIDIA y no existe porque no lo hay. Los ganaderos de las diferentes castas van seleccionando su ganado en función de distintos intereses, que van cambiando en el tiempo. Y cada uno va a su aire. Nada que ver un toro Vitorino con un Mihura con un Vistahermosa. Res de Res majo.
Cada uno es libre de que le gusten o no las corridas de toros, independientemente de la valoración ética. Pero justificar su existencia en base a "altruismo conservacionista de una raza autóctona", es una gran patraña.
Hay gente que paga para ver torturar a otras personas en vivo y en directo, incluso para torturar ellos mismos a otros seres humanos. Las corridas de toros son otro en la falta de empatía con otro ser vivo. Y es precisamente esa abstracción que comentáis la que permite a los aficionados "no ver" el enorme sufrimiento de ese animal. Todas las construcciones posteriores: pervivencia de una supuesta raza, arte, tradición histórica, etc, no son más que justificaciones ante la corriente cada vez más mayoritaria que aboga por su supresión, aunque los intereses económicos detrás de la llamada "fiesta nacional" sean grandes y unidos a personajes celebremente poderosos en este país. Hay en juego sumas millonarias en subvenciones ganaderas al mantenimiento de las Dehesas de cria de ganado bravo en la mitad sur. Amen de toda la parafernalia del evento posterior.
además vaya manera de mezclar las cosas...hay toros y vacas de carne que pastan apaciblemente en extensivo, criándose como animales semi-silvestres. Luego, los sacrificamos y los comemos, procurando en todo caso que su sacrificio sea lo menos cruel posible. En el caso de los toros de Lidia, su sufrimiento se obvia por mor del espéctáculo.
es decir, que para un aficionado es más importante el "volapié" de turno o que el pasodoble esté en buen momento tocado con las verónicas a que el toro este regurgitando sangre y mugiendo de dolor. Han abstraido.
evidentemente, que cada uno es cada uno. clarísimo. Yo respeto al que le agrade ver ese espectáculo pero que no me cuenten milongas para justificar su existencia. Les mola y punto.
Si, también podemos comprender a los que se divierten contemplando como torturan a otro seres humanos. Podemos inventarnos "figuras" artísticas: el giro sacaojos, el baile del taladro, el minuet de la motosierra y elevarlo a rango de "arte". Abstrayendo abstrayendo. ¿o es que existe algo más bonito que un cuerpo humano con la tapa de los sesos levantada y una cucharita dentro mientras sus pies hacen espamos?, ¿seguimos abstrayendo?
No creo que se trate de si los aficionados a las corridas de toros sea "anormales o normales", conceptos muy relativos. Normal es la ablación del clitoris en algunas culturas, como normales son las peleas de gallos o de perros celebradas en muchos países. Normales eran consideradas las relaciones sexuales con niños y niñas y aberrantes son consideradas hoy en día.
El que los aficionados a la tauromaquia sean tan sensibles a la "estampa", la "hombría del torero", "la belleza plástica de la hermosa muerte que llega al enemigo", etc, etc nada tiene que ver con que las reses que se utilizan en la Lidia no tengan un patrón morfológico racial o que se eleve ese espectáculo a rango de "cultura milenaria" para defender su existencia. Y mi opinión, al respecto es clara, ni se trata de una raza propiamente dicha, ni los origenes de este espectáculo se remontan a la selección del Uro para este fín.
Ahora el debate sobre la prohibición del evento, depende de la reclamación de la sociedad, que creo que exige en un número creciente la desaparición de este tipo de cosas. Creo. Y también creo que esos argumentos que esgrimen los defensores de la "fiesta nacional" se maximizan y se exageran debido a esto.
Y cuando uno está en medio de un encierro, o participando en unas vaquillas lo que menos percibe es el sufrimiento del animal, sino la adrenalina del propio miedo a la bestia que pone en peligro tu propia vida. En una corrida de toros los aficionados piden que se cumplan una serie de requisitos en el espectáculo, con unas normas bastante estrictas para valorar si es bueno o malo. Comportamiento del toro, del torero, de las cuadrillas, de los actores de las distintas suertes, de las autoridades, de los musicos y del propio público. Es un espectáculo y lo que menos importancia tiene es el sufrimiento del animal que evidentemente no agrada a los aficionados taurinos. Han abstraido en función de la propia función.
Me resulta chocante lo claro que teneis alguno que el ganado de Lidia es una raza, cuando hasta en el 2003 el Tribunal Supremo tiene que dictar una sentencia considerando la característica tan subjetiva como "el trapío" como la esencial que define a los toros de Lidia, debido a las constantes divergencias y polémicas entre los propios aficionados, las empresas organizadoras de corridas, las divisas ganaderas y los veterinarios taurinos al servicio de unos y otros.
Al final, el TS, tuvo que admitir "el trapío" como algo determinable, en una sentencia del 2003 que evitaba el desmadre legal y verdaderamente amenzaba la esencia y la existencia de la "fiesta nacional".
La sentencia del TS, en cuanto a conceptos zoológicos, es totalmente absurda y pone firmes a algunos ganaderos y promotores en una lucha intestina que mantenían desde hace años. diciendo algo como esto:
La sentencia trae cuenta de la suspensión de una corrida de toros en Barcelona en el año 94 , (en la que fueron rechazados todos los toros en el reconocimiento ).
[....] El concepto trapío en contra de lo que sostiene el recurrente, no puede ser considerado un concepto indeterminable. Los informes técnicos aportados por el recurrente contienen, continúa la Sala de instancia, una definición de trapío como "forma ideal del conjunto de caracteres raciales propios y esenciales de la raza de lidia cuando se dan en plenitud, expresión idónea del patrón racial", informe del señor F. S., o como "resultante del concierto entre la morfología y el "buen aire en el manejo del cuerpo", informe del señor T. R.; en consecuencia no hay duda de que el trapío, en cuanto característica de un toro de lidia, puede ser apreciado por un técnico veterinario en función de la experiencia y los conocimientos técnicos. [....]
Es para morirse de la risa:
Informe del señor F.S el "buen aire en el cuerpo" según informe del señor T.R.
Vamos, que cualquier etnozoologo se puede partir de risa.
Es la primera Raza de Vacuno en el mundo que se considera tal por:
Según el señor F.S.:
"forma ideal del conjunto de caracteres raciales propios y esenciales de la raza de lidia cuando se dan en plenitud, expresión idónea del patrón racial" (decir esto es no decir nada).
Y según el señor T.R:
el "buen aire en el manejo del cuerpo",
Una vaca Parda Alpina , por ejemplo ,es el producto de una selección de muchos años para lograr una adaptación a un medio ecológico determinado y unas aptitudes. Una res de Lidia, es el producto cambiante según las modas del espectáculo taurino y las empresas ganaderas. Estuvieron de moda los toros pequeños; luego los grandes; después volvieron a reducir su tamaño debido a la negativa de los toreros a hacer la faena con ellos. Vemos toros negros, bragados, astifinos, con cuernas de todos los tamaños y formas, de capa castaña, con ojos de perdiz, en fin de una variabilidad infinita debido a la selección de la casa y al aporte de sangres de RAZAS autóctonas. Incluso a veces hasta vemos toros bravos mansos, cuyo "trapío" (parece ser consistente entre otras cosas en que cuando le clavan todos los pares de banderillas mantienen la boca cerrada o no rasca el suelo) se debe haber quedado entre las jaras de la dehesa.
El llamado "trapio" es una actitud y los patrones raciales no se fijan unica y exclusivamente por una actitud.
Ya hemos comentado que muchas razas autoctonas peninsulares acometen de forma espontánea y se han utilizado para dar nombre a muchas divisas.
La raza de "Oso circense" y del la "Cabra de Gitano con Trompeta" y la supuesta Raza de Lidia que se han sacado de la manga unos cuantos criadores de toros. El arte taurino, la antiguedad de la "fiesta nacional" que entronca hasta con el paso del paleolítico al neolítico y la extranha coincidencia de ciertas ideas políticas y de orden social con la aficiºon taurina.
Por cierto las corridas con raza Morucha que se celebraban en Salamanca con que raza serian?, bueno no importa nos inventamos una denominación nueva, total: Raza Morucha de Toro de Lidia. ale! todo sea por la tradición. Hay que verlo todo en su conjunto.
Al final va a ser verdad que los tópicos se cumplen.
y que pesadito eres tu Habis. Y vueltas con la Raza de Toro de Lidia, y que el Uro y que los zoológicos y que si la niña muerta y los haplotipos. El toro de Lidia es una denominación muy genérica que se han sacado los ganaderos de la manga lironda para justificar NO MORFOLOGICAMENTE sino con carácterísticas de otro tipo como el ridículo llamado TRAPIO (capacidad de embestir, y otras características que podeís consultar en las multiples web de tauromaquia que ya conoceis). Y para tu información la raza de vacuno más arcaica es la Vaca Sayaguesa, de Tronco Mediterraneo...a no ser, que seas más experto que Sanchez Belda y un nutrido grupo de Veterinarios, algunos ya fallecidos del Ministerio de Agricultura, a los que debemos la práctica totalidad de los tratados sobre Razas Autóctonas. NO TE INVENTES COSAS. La llamada Raza de Lidia, corresponde a una serie de ganado seleccionado para ese único y excluisivo fín con aporte genético de razas autóctonas ibéricas.(de las de verdad). Colgaré después una foto de anteayer de una finca bastante famosa de Ciudad Rodrigo, donde casi todos los novillos tienen el mismo perfíl, nada coincidente con otras castas, pero los hay de color negro, gris, blanco y negro, etc. Como el arco Iris, dependiendo de la sangre de las razas que han servido para dar originalidad a esa divisa.Dar el rango de RAZA, etnozoologicamente hablando a Toro de Lidia, así en su conjunto es como adiestrar a unos perritos milleches para que den toques con la nariz a una pelota y debido a temas ecónómicos y de otra índole los criadores, convirtiendolo en "simbolo nacional" se inventaran el NARIO (caracteristicas de agilidad en el toque de pelota) y lo denominaran Raza de Hociqueo.Incluso ya he leido que algun debatiente se refiere al toro de Lidia como "esa especie". Un poco más y ya se convertirá en todo un Reino aparte: el animal, el vegetal, el fungi y el lidio.
Siempre con las mismas frases hechas:
.Que sin las corridas la raza desparecerá.
Las que están despareciendo son las razas autóctonas de vacuno, pero las de verdad, las que han costado cientos y cientos de años conseguir para que se adapten a los dificiles medios de la península. Y nadie dice ni MU (y nunca mejor dicho). Y menos los aficionados a la tauromaquá, tan expertos ellos en toros.
. Que es una tradición milenaria:
(sin comentarios).
. Que a los detractores de las corridas de toros no les importan los seres humanos.
NUNCA, y digo nunca he conocido a una persona sensible a la crueldad animal que no se muestre compasiva con los seres humanos. NUNCA. En cambio si he visto lo contrario y es que las personas crueles con animales casi siempre son crueles con los humanos (al menos con algunos).
Y ahora que alguno se cree en el derecho de juzgar y valorar a otros, como hizo Habis, en su particular alarde de despliegue de cola. Solamente decirte que utilizando los métodos dialécticos a que algunos estáis acostumbrados, me rebatas las siguientes premisas:
. Que es más facil que un aficionado a las corridas sea violento y pegue a asesine a su mujer que un detractor de las mismas.
. Que es más fácil que un aficionado a las corridas sea de caracter autóritario y no asuma que existen otras lenguas en el mundo que no sea el español u otras culturas más elevadas espiritualmente.
. Que es más fácil que un aficionado a las corridas de toros tenga un bajo nivel cultural y un nivel de renta medio-alto.
.Que es más facil que los aficionados a las corridas de toros sean personas conservadoras, de una idea fija, de poco espíritu crítico y valedoras de una idea del pasado de un orden social, una superioridad de lo español, asociado a lo andaluz y a lo castizo.
. Que los aficionados a las corridas se embeben en un mundo machista, xenófobo y clasista. En mundo del paquetón del torero (maestro) vestido de forma ridícula, del muy macherío, de las manolas, del pasodoble, de los puros cubanos (de Cuba eso sí les gusta) de las rubias de bote con gafas armani y de los brindis a autoridades y otros gusarapos.
Y ya paro, aunque tenía muchas más premisas de esas, tan gustosas de utilizar por parte de alguno en los debates.
Y como final, para que te deleites Habis y logres unos espamos seminales de campeonato, te diré que sí, que eres superior a todos. Que la batalla por la razón la tenemos perdida hace ya mucho tiempo.
Y que, viendolo "en su conjunto", la tortura y el sufrimiento de unos cientos o miles de toros en escarnio público, porque una serie de gente (con mirada de conjunto) descubre una especie de cosa que ellos llaman arte, no tiene importancia cuando la península arde por sus cuatro costados,(patética la vuelta de Oporto a Salamanca, al menos 30 incendios y cientos de sirenas azules en la noche de bomberos), el atlántico rebosa de espumarajos de color mostaza y en Europa a la destrucción le llamamos construcción.
Ese es el mundo que se ha construido y es el que algunos defienden.
No te pases de listo con la gente que participa en el debate.
Evita alusiones sobre las características de cada uno. Yo se a que vienes aqui. Nos conocemos hace tiempo. Así que o das tus opiniones sin tachar al personal como a ti te apetece o te surprimo.
Ya te he visto en el debate, que aprovechas para provocar reacciones personales. Es cierto que lo sabes hacer muy bien. Sabes provocar con frasecitas claves. Pero no te olvides que en cuanto te detecte alguna te voy a suprimir la intervención entera. Así que tu mismo.
Y aqui va la foto prometida. Esa una casa de ganado bravo de Ciudad Rodrigo (Salamanca). Estos toritos bravos, serían todos de la misma "raza". Cuando estamos viendo solamente en la mismo ganadero, capas completamente distintas entre ellos que nos señalan sin duda el aporte de sangre externo de diferentes razas. El de la derecha el tipo es practicamente el de la Raza Morucha de Salamanca, la que obviamente habrán utilizado para conseguir la divisa y el tipo deseado. Conclusión: si se desapareciera esta casa ganadera o todas no desaparecería ninguna raza en concreto, sino unas reses con mucho domorfismo entre ellas con una única actitud común: comportarse de una determinada forma en la plaza de toros, cosa que no se consigue solamente a nivel de cruces sino con un manejo determinado en pleno campo. Osea que eso de que se pierde material genético....un bulo habilmente difundido entre los profanos para justificar en algo la existencia de las corridas y por supùesto estas casas ganaderas cuyas rentas son millonarias.
¿Que la mayoría de los toros bravos son negros?, evidentemente no es porque salgan de la Casa de Vistahermosa, sino porque la base de su genética son las razas negras andaluzas y algo de la Avileña Negra que aún existen.
¿Y la capacidad de embestir?, estos toros bravos de divisa la tienen ya que las propias razas autóctonas de las que tiran para hacer sus banderas tienen esa capacidad natural a la embestida.
Mi opinión sobre la desaparición de la "raza" la he expuesto algo así como quinientas veces.
Y sobre las dehesas, ya lo comenté en un principio, pero sería deseable que el mantenimiento de esas dehesas en el centro y sur ibérico se mantuvieran con ganado extensivo en general. Ganado de Carne vacuno selecta, cabañas de pórcino ibérico, etc y donde las rentas que generasen esas dehesas repercutieran de una manera más directa en los habitantes de las zonas; cosa que no sucede con las Dehesas de Ganado Bravo, ligadas a terratenientes o a la aristocracia.
Y para el Habis, tan certero él en la elaboración de perfiles piscosociológicos:
Siento decirte, pero no eres el único gilipollas que ha pagado por entrar a una plaza de toros para presenciar una corrida. No se que epitetos me dedicarias en mi perfil (si perteneciente a la progresía, pseudointelectual, urbanita ecologistoide, etc); pero solamente comentarte, por darte unas pistas en tus clases de "confeccion" que he asistido a más de 50 corridas de Toros en Plzas Grandes, que soy el primero de mi familia que no se dedica la ganadería, no de brava por supuesto, (que para eso hay que tener apellidos, fincas y mucho dinero o que algún antepasado tuyo se haya dejado follar por algun marques o similiar), que he corrido en los encierros de pamplona 3 veces y otras 70 u 80 en otros pueblos de la mitad norte donde se celebran, y que alguna vez he tenido una vaca brava o un novillo bastante más cerca de lo que me hubiera gustado, concretamente dos veces, sin pinchazo pero con contunsiones. Que me gusta participar en los encierros. Que es cierto que cuando estás en una plaza se te olvida (o se minimiza) el sufrimiento del animal y que los encierros, si nadie hace putadas a las reses, no causan ese sufrimiento extremo hasta la muerte, sino estrés al toro. Aún así, si me pidieran mi opinión prohibiría la celebración de ambas cosas: corridas y encierros: las primeras porque hace falta ser muy ingenuo pàra ver arte en esa soplapollez comercial que acaba con la muerte a sablazo (en el mejor de los casos) de un animal agotado y herido previamente y los segundos por el riesgo alto que al que se someten las personas que participan en un encierro.
Aun así, con mi opinión por delante dos diferencias notables Norte- Sur.
El el norte no somos tan sensibles al arte torero ese de chicuelinas, verónicas, banderilleros con la barriga como un tonel y torerillos marcando paquete y hombría para luego entre encomendaciones a la Virgen del Burladero y a la de la Capota, pajillearse con media cuadrilla. La estampa es totalmente dantesca, esos trajes y esa ceremonia privativa tan típica de los andaluces sometidos al señorítismo.
Esas clases sociales y rangos tan meticulosamente estudiados. Bua!
En el norte, los encierros esconden otro espíritu mucho más atavico, colectivo y participativo.
Los toros se sueLtan por la calle LIBRES y GRATIS, y el que lo desea participa en el grado que lo desea. Otra historia distinta. Completamente distinta. Así que ese rollito españolito de la Lidia es más bien el inventito de señoritos del sur en el que se ofrecen jovenes promesas como carnaza de cañón en busca de fortuna y el dorado frente a los pitones de animales de terratenientes y en presencia de autoridades (no olvidemos quien formaba parte de estas autoridades hasta hace dos dias) y de "señoras" de dudosa humanidad cargadas de joyas, peinetas , ambición y prejuicios.
El nombre de esta singular raza española proviene de su particular aptitud zootécnica y único destino: la lidia o espectáculo en el que juega el valor, habilidad y riesgo del hombre, frente al ataque, superioridad física y acción instintiva del animal. Aunque tardía aquella denominación está ampliamente difundida entre los ganaderos.
Oficialmente en España está clasificada como de fomento y a nivel general de raza rara por peculiar especialidad.
La raza de lidia se forjó en el seno de los troncos bovinos españoles (Ibérico, Turdetano, sin excluir el Cantábrico) por un proceso endogámico con orientaciones de cría totalmente opuestas a las seguidas para la totalidad de la especie bovina desde la domesticación que en vez de retener y perpetuar los individuos más manejables, la elección recaía en los menos predispuestos al yugo y mayormente rebeldes o mejor dotados para festejos.
En 1905 los ganaderos se organizan y fundan la Unión de criadores de Toros de Lidia (U.C.T.L.) con fines exclusivos de defensa frente a un mercado confuso y abusivo por parte de los empresarios taurinos. Del acierto comercial no hay constancia, como suele ocurrir en este sector, pero sí de su gestión, al conseguir del Estado el reconocimiento oficial y la exclusiva de venta para corridas de toros y novilladas picadas, quedando para los no asociados los demás festejos. Estos buscan también el reconocimiento oficial y forman la llamada Asociación Nacional de Ganaderías de Lidia (A.N.G.L.), después secundada por la Agrupación Española de Reses de Lidia (A.E.R.L.) y Ganaderos de Lidia Unidos (G.L.U.)
Pilares unitarios, símbolos estructurales y piezas básicas de las Asociaciones son los hierros, que de diseños registrados para marcar las reses a fuego toman el rango señalado y alcanzan valor comercial propio.
En 1990 las Asociaciones ponen en marcha la gestión del libro genealógico que absorbe el Registro de Nacimientos de Reses de Lidia creado en 1968.
Y para desmontar el MITO de la antiguedad del Toro de Lidia, ahí van las castas más antiguas que han dado paso a la llamada Rza de Lidia. Evidentemente son las razas autoctonas (las de verdad) de donde salen estas "castas" a las que curiosamente no hacen ni mención.
Milenarias si, de cojones.
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CASTAS DE ORIGEN DEL TORO DE LIDIA ACTUAL
Las castas que han dado origen al toro de lidia actual son cinco : Casta Cabrera, Casta Jijona, Casta Navarra, Casta Vazqueña y Casta Vistahermosa.
I.- Casta Cabrera : Se ignora de donde procedían estos toros, aunque distintas fuentes apuntan a los campos de Tarifa. Los toros de Cabrera eran de gran alzada, largos, agalgados y por lo tanto de mucho peso; con defensas desarrolladas, ágiles en la lidia y de mucha bravura.
El fundador de la vacada de estas reses cabrereñas fue D. Luis Antonio Cabrera, en Utrera (Sevilla) hacia el año 1730. En 1850 D. Juan Miura adquirió un gran numero de vacas y machos cabrereños. Es por esto que donde hoy se conserva con más pureza la Casta Cabrera es en la ganadería de Miura, donde siguen predominando los toros agalgados, de cuello largo y flexible, y gran alzada.
II.- Casta Jijona : Dicen los historiadores que en La Mancha, en los agrestes Montes de Toledo, pastaban manadas de ganado vacuno en estado salvaje, y que al comienzo del siglo XVII, D. Juan Sánchez Jijón trasladó muchas de estas reses a Villarubia de Ojos, de donde era vecino, y que mediante una esmerada selección consiguió hacer una ganadería brava, la que llegó a gozar de gran renombre. Eran toros de gran tamaño y astas muy desarrolladas, pero su principal característica era el pelo colorado encendido, por lo que a los toros de esta pinta se les denomina jijones. Fue muy famosa esta casta hasta finales del siglo XIX, en que empezó a declinar debido a sus numerosos cruces.
III.- Casta Navarra : La procedencia de estas reses, que en siglo pasado gozaron de un merecidísimo prestigio, se pierde en la más remota antigedad, aunque parece claro que provenía de las distintas vacadas que pastaban en las montañas de Navarra. De todas las vacadas navarras, ninguna llegó a igualar a la del banquero D. Nazario Carriquiri. Eran toros de pequeño tamaño, colorados, ágiles, duros como rocas y de una bravura indomable. Tienen la cabeza pequeña , son chatos, tienen los ojos grandes y saltones, cuello corto y ancho y cuerpo pequeño.
Daza describe al toro navarro de la siguiente manera : " Aunque son pequeños, en bravura y astucia son demasiado grandes; que los picadores que sin experiencia los ven tan menudos, les llaman torillos de Navarra, pero que después, con el escarmiento llaman señores toros".
En la actualidad existe un numero muy reducido de vacas de esta casta.
IV.- Casta Vazqueña : Con reses de procedencia desconocida, fundó esta casta allá por 1750, D. Gregorio Vázquez, en Utrera (Sevilla). Años después se agregaron reses de Cabrera, que le proporcionaron tama&nt ilde;o y peso. A la muerte de D. Gregorio, su hijo se da cuenta que a su ganadería le faltan las características que debe tener un toro de lidia : bravura y nobleza. Tras numerosas odiseas, decide mezclar su ganadería con la del Conde de Vistahermosa, ganadería de reciente creación pero poseedora de las características que le faltaban a la suya. El señor Vázquez logró que el Conde de Vistahermosa le entregase vacas y machos , que proporcionaron el fruto apetecido. Así, la Vazqueña, junto con la Cabrera y Vistahermosa formaron el trio de castas que acapararon la atención del público.
Los pelos y tipos de la vacada son variados, debido a la cantidad de sangres que participaron en su formación. En general son toros anchos, de muy bonitas hechuras y muy bien encornados. En 1830, a la muerte de D. Vicente José Vázquez, la ganadería se disgrega, adquiriendo el rey Fernando VII la parte más numerosa, que trasladó desde Utrera (Sevilla) hasta Aranjuez (Madrid). Al fallecer el rey en 1833, la real vacada es cedida al Duque de Veragua, quien efectuó cruces con toros jijones. El resto de la ganadería de Vázquez fue adquirida por otros ganaderos y dieron lugar a varias de gran renombre.
V.- Casta Vistahermosa : Fundada por el Conde de Vistahermosa, quien compró a unos ricos labradores de Dos Hermanas (Sevilla) en 1772 el ganado que poseían. Es la casta que mayores y mejores resultados ha dado. De ella proceden la casi totalidad de las ganaderías de toros bravos actuales, con las que se han llegado a formar distintas estirpes (cosa que no ha pasado con ninguna otra) como son las de Murube, Saltillo, Parladé y Santa Coloma, que si bien proceden de la misma rama son morfológicamente diferentes entre sí.
Estos toros daban excelentes resultados en todos los tercios de la lidia. Finos de hechuras, de buena y proporcionada cornamenta, bravísimos, ligeros y de gran nobleza.
En 1821 esta ganadería fue vendida en cinco lotes.
Resumiendo: antiguedad de las castas de Ganado Bravo:
SIGLO XVIII. Un poquito después que el Uro creo yo.
Y que conste que respeto al que le agrade asistir a corridas de toros, a pesar de que me parece algo sacado de contexto para extenderlo en la llamada "fiesta nacional" con todo lo que eso conlleva, y que no me parece una cosa tan estética que genere tanta defensa a ultranza a no ser (como sospecho) que lo que se defiende a ultranza no es el espéctáculo en si mismo, sino la simbología y el significado y las connotaciones que tiene. para mí negativas por supuesto. No soy de los activistas para su abolición ni las de los encierros. A pesar de que los ultimos me gustan y de que ya he dicho que si fuera por mí, suprimiría ámbas cosas por las causas antes mencionadas.
Pero tonterías las justas. Y frases hechas también. Siempre leo en todos los foros relacionados "esa cosa" tan absurda de justificar ese espectáculo con la pervivencia del "toro español", la especie de "toro bravo" y otras cosas sinsentido ni conocimiento alguno.
El empleo de TOROS BRAVOS de diferentes razas ibéricas se pierde en la noche de los tiempos. Las corridas de toros no. Y ese empleo cambia de norte a sur y de este a oeste.
.Vaquillas
. Lances
. Cortes
. Saltos
. Encierros
. Toros de fuego y toros embolados
. Toros enmaromados....
Y curiosamente la que más polémica crea es la de la "Fiesta Nacional", inventillo relativamente reciente del sur español para crear esa conciencia uniformizadora taurina esencia de "lo español" que es precisamente lo que yo critico.
Aqui no se está hablando de toros ni de ganado, se está hablando de formas de entender la política y celebrar las fiestas con esos toros.
Evidentemente Rosa, son premisas inventadas que no se pueden probar. Tal cual como que los que critican las corridas sean ecologistas o que no tengan compasión por un ser humano y si por un toro bravo.
He querido aplicar la misma medicina que nos da Habis en frasco grande.
Y paisanín alevín, es algo rutinario si. No me gusta que ningun petulante de por hecho que tal o cual participante es un timorato, o un progre o un gordito bien alimentado. Y que además lo diga en público con toda la desfachatez, esperando la reacción propia de los interesados para seguir dándose mecha y sientiendose "reina" por un día.
Aquí los "reinados de un día" hay que currarselos de otra forma.
Bonita ilustración. Yo voy a insertar unas imagenes de las distintas fiestas que se celebran con toros a lo largo de la península. Al fin y al cabo, este foro iba de este asunto y no sobre las Corridas de Toros que lo capitalizan todo. Por cierto, pocos años tienen las plazas de toros que hoy en día en algunos lugares se tienen que alquilar portátiles cuando con cuatro palos y en la plza de los pueblos se montaban buenos jolgorios. Ahora pagan fortunas por el alquiler de estas plazas de cartón pintado porque está mal visto celebrar vaquillas pero en cambio llevar novilleros segundones de provincias con toda la parafernalia estética que ya conocemos es una cosa muy habitual que hagan determinados ayuntamientos para tirarse el pingüi. Si los del norte, argumentáis la tradición en la defensa de las corridas de toros, no entiendo como no defendéis este otro tipo de eventos más propios de nuestras latitudes que no las corridas de toros.
Cortes. Fundamentalmente en Castilla y en Leon.
Toros embolados o de fuego. Mitad nororiental. Mediterraneo.
Encierros. Mitad norte.
Toros enmaromados. Mitad norte.
Vaquillas. Mitad norte.
Ya sabéis. si es por tradición, no se que narices se hace apoyando las corridas de toros sureñas y aristocráticas.
Otro interesante y personal punto de vista distinto. Para mí bastante enriquecedor y una actitud y sentimientos muy frecuentes en bastantes personas que conozco amantes de todas las fiestas con toros. También pienso que es una actitud que va in crescendo. Hace años, cuando yo era un rapaz, en los encierros de mi pueblo paterno, se daban cachabazos y zurriagazos a los toros según pasaban corriendo por parte de muchos espectadores (sobre todo los más ancianos) situados tras las talanqueras. Hoy en día es impensable y cualquiera que infrinja daño deliberado a las reses se enfrenta a una reprimenda general.
Rcg, no te lies...no se trata de competir cual de los eventos con toros es más salvaje, sino en desmontar la argumentación de la tradición de las Corridas de Toros, por parte de personas del Norte. No estoy insinuando nada sobre los andaluces, sino de la raigambre clasista de las Corridas de Toros y de que es un invento de la aristocracia, así como de las casas que crían este tipo de ganado. Sigo reiterando que respeto que ese espectáculo agrade a algunas personas; lo que no es real son las argumentaciones sobre pervivencia de la supuesta raza ni de su tradición. Nadie se ha parado a pensar porque la denominada por la administración raza de Lidia, goza de todas las protecciones y fomento reales y tenemos en la península cerca de 12 razas autóctonas en inminenete peligro de extinción. Cualquier ayuntamiento modesto gasta varios millones de pesetas al año en organizar dos corridas de toros mediocres y en cambio la Administracion regional de Castilla Y León destina 10 millones de pesetas para preservar la raza Sayaguesa, verdadera joya zoologica que cuenta con menos de 1.000 efectivos. La raza que según todos los expertos es la reproducción actual del antiguo Uro ibérico. Esa es la tomadura de pelo que me indigna y que pone en relieve la manipulación pública y de los medios cuando hablan de que en esas reses bravas de ganaderías de la nobleza y los terratenientes descansan los genes del uro milenario.
Esta claro que las Corridas de Toros enriquecen a unos cuantos, están más reguladas y eso hace que sean preferidas a los encierros u otro tipo de espectáculos. No estoy valorando unas respecto a otras. Lee bien mis intervenciones.
yo no perdería de vista tampoco a los promotores de minas a cielo abierto y canteras de granito, negocio éste último muy suculento debido al auge del fenomeno des(cons)tructivo. Es mucho más fácil conseguir una licencia de explotación en un suelo calcinado sin vegetación que sobre uno con arbolado.
En Portugal, he visto bastante coincidencia entre focos de incendios y la presencia de canteras de granito.
¿cuando te refieres al uso, te refieres a la realización de actividades en ese suelo o a su recalificación de rustico a urbanizable?. Son cosas distintas. Puede ser (lo desconozco) que no se permita su recalificación pero que se pueda destinar a los usos permitidos por la ley en suelo rustico, entre ellos la mineria extractiva.
Para enmarcar un poco de que espectáculos estamos hablando ahí pego la Ley 10/1991 sobre espectáculos taurinos.
¿recordáis las "charlotadas taurinas " que muchos niños de mi generación nos hemos tenido que tragar como el colmo de lo chistoso y gracioso?. A mis 10 años, me parecían tétricas, inquietantes e inhumanas. Un espectáculo donde se denigraba al toro, al espectador y a los propios "bomberos toreros", entre las carcajadas generales.
La legislación vigente (Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos) no parece ser muy tajante a la hora de establecer las diferencias entre las diversas clases de festejos taurinos, ni tampoco en el afán de precisar la nomenclatura específica que debe aplicarse a cada una de las actividades lúdico-festivas que giran alrededor de algún individuo perteneciente a la raza bovina de lidia. Así, en su artículo 2 ("Clases de espectáculos taurinos") establece que "los espectáculos taurinos se clasifican en corridas de toros o de novillos, celebradas en plazas de toros permanentes o habilitadas temporalmente para ello, y en festejos taurinos realizados en tales plazas o en lugares de tránsito público" (apart. 1). Y más adelante, en su artículo 10 ("Otras corridas y fiestas taurinas"), añade que "reglamentariamente, se determinarán las condiciones en que hayan de celebrarse el toreo de rejones, los festivales taurinos con fines benéficos, las becerradas, el toreo cómico y demás espectáculos" (apart. 2), para referirse luego a "los encierros tradicionales de reses bravas, la suelta de reses para fomento y recreo de la afición y el toreo de vaquillas". De todo ello parece desprenderse que a la Ley le interesa, sobre todo, determinar cada clase de espectáculo taurino en función del lugar en donde se verifique, delegando en el Reglamento a la hora de fijar otros requisitos y criterios -tanto de índole técnica como de origen tradicional- que distingan entre sí a unos festejos de otros.
Por su parte, el Reglamento vigente en la actualidad (4945 Real Decreto 145/1996, de 2 de febrero; por el que se modifica y da nueva redacción al Reglamento de Espectáculos Taurinos), de acuerdo con ese afán de precisión y exhaustividad que le exige su propia naturaleza, dedica un artículo entero a la clasificación de los distintos espectáculos taurinos que pueden celebrarse hoy en día:
"TÍTULO IV:
Disposiciones comunes a todos los espectáculos taurinos.
CAPÍTULO I:
De las clases de espectáculos taurinos y de los requisitos para su organización y celebración.
Artículo 25. A los efectos de este Reglamento, los espectáculos y festejos taurinos se clasifican en:
a) Corridas de toros [...].
b) Novilladas con picadores [...].
c) Novilladas sin picadores [...].
d) Rejoneo [...].
e) Becerradas [...].
f) Festivales [...].
g) Toreo cómico [...].
h) Espectáculos o festejos populares [...]".
Siguiendo, pues, las pautas marcadas por la actual reglamentación vigente, a continuación se ofrece un somero repaso de cada una de estas modalidades de espectáculos taurinos, no sin antes advertir que algunos de ellos -los que sobresalen por su frecuencia e importancia- tienen un tratamiento más exhaustivo dentro de su voz correspondiente. Además, se añadirá un último apartado, de extraordinario interés para el aficionado a los toros, que engloba aquellas actividades ganaderas que, por su brillantez, colorido y amenidad (y por la destreza que exigen y el riesgo que comportan) están próximas a la consideración de festejo o espectáculo.
Las corridas de toros habituales.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian toros bravos cuya edad está comprendida entre los cuatro y los seis años de edad. La lidia corre a cargo de los profesionales taurinos que han tomado la alternativa, es decir, de aquellos matadores de toros que, tras haber intervenido en un mínimo de veinticinco novilladas picadas, han dejado de ser novilleros desde que se anunciaron en una corrida de toros en compañía de otros matadores ya consagrados.
Corridas benéficas.
Son aquellas corridas de toros organizadas con la finalidad expresa de recaudar fondos para alguna obra social. Se diferencian de los festivales en que los toros han de salir al ruedo con las defensas intactas, y los matadores han de hacer el paseíllo vestidos de luces; dicho de otro modo, las corridas benéficas deben desarrollarse siguiendo las normas que establece el Reglamento para cualquier otra corrida normal, sin gozar de las excepciones que afectan a los festivales.
En algunas ciudades importantes, sobre todo en Madrid, la Corrida de Beneficencia constituye una cita anual de obligado cumplimiento, y goza de un prestigio social que para sí quisieran otras muchas convocatorias, de cualquier índole socio-cultural, que se anuncian amparadas en su supuesto carácter tradicional. Porque la tradición, en el caso de la Corrida de Beneficencia de Madrid, se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando el propio Felipe II dispuso que se celebrase anualmente un espectáculo taurino cuyos beneficios habían de proveer las débiles arcas del Hospital General, ubicado entonces junto al Prado de San Jerónimo el Real. El Hospital General era una institución creada para auxiliar a aquellos enfermos cuya pobreza les había imposibilitado para recibir cualquier otro tratamiento médico, y sufragaba malamente sus gastos a partir de las donaciones y concesiones que recibía, o por medio de rentas especiales que le fueron asignadas por la Administración desde Felipe II hasta Carlos II, o, incluso, a través de los impuestos con que se gravaban algunos productos y espectáculos (como los toros y el teatro).
Con la subida al trono de Felipe V, se reparó en que aquella vieja institución benéfica de los Austria subsistía en medio de una pobreza indecorosa, por lo que el nuevo monarca decretó, en 1743, que se construyera una plaza de madera junto a la Puerta de Alcalá, para que allí se verificasen espectáculos taurinos que pudieran engrosar las arcas del Hospital General. Poco tiempo después, en 1749, Fernando VI ordenó que dicha plaza de madera fuera demolida y sustituida, en el mismo emplazamiento que había ocupado, por otra de obra de fábrica, que fue inaugurada en 1754. Para entonces, ya se había dictado una Real Cédula que reconocía al Hospital General como único propietario de esta plaza, y le facultaba para gestionarla directamente o arrendando su administración a quien creyera oportuno. El 5 de noviembre de 1754, una Real Pragmática vino a corroborar todo cuanto disponía esta Cédula, por donde se echa de ver que la consolidación y reglamentación del toreo moderno (permanentemente ligadas, como es lógico, a la erección de plazas estables) tiene un origen benéfico, circunstancia que hoy en día ignoran u olvidan casi todas las voces antitaurinas.
El alcance de esta Real Pragmática de Fernando VI queda de sobra demostrado cuando se repara en la dilatada vigencia que tuvo, renovada el 7 de mayo de 1928 por Alfonso XIII. No obstante, desde mediados del siglo XIX se había vuelto a notar que la explotación ordinaria de la plaza no era suficiente para atender todas las necesidades del Hospital General, por lo que, trayendo a la memoria la antigua disposición de Felipe II, se decidió convocar una corrida anual, de carácter extraordinario, cuyos beneficios irían destinados íntegramente a paliar el déficit de aquella benemérita institución sanitaria. Y así, en el año de 1856 se celebró en Madrid la primera Gran Corrida Extraordinaria de la Beneficencia, que desde entonces hasta la fecha (1998), sin cambiar de denominación, se ha venido repitiendo ininterrumpidamente.
Corridas-concurso.
Reciben este nombre aquellos espectáculos taurinos convocados para premiar la bravura de uno de los toros que participan en dichos festejos. Generalmente, en una corrida-concurso se lidian seis reses bravas, pertenecientes cada una de ellas a una ganadería distinta; de ahí que el orden de aparición de cada toro en el ruedo venga fijado por la antigüedad de las distintas divisas, sin necesidad de realizar un sorteo que determine el turno en que ha de ser lidiada cada res. Naturalmente, sale en primer lugar el toro perteneciente al hierro más antiguo. Si se inutiliza uno de los toros anunciados, deberá ser sustituido por otro marcado con la misma señal; si ello no es posible, el sobrero que lo reemplace seguirá ocupando el orden del desechado, pero no entrará en concurso.
Habida cuenta de la importancia que cobra la suerte varas a la hora de probar la bravura de las reses, en una corrida-concurso se adoptan una serie de medidas encaminadas a que el primer tercio se desarrolle en toda su pureza. Así, se delimita con cal la zona diametralmente opuesta a los toriles o chiqueros, para que en ella sean picadas las reses, ya que el toro verdaderamente bravo se arranca hacia el caballo aunque éste se halle en el punto más alejado de la querencia natural de las reses, que es la de chiqueros. Asimismo, para optar al premio de bravura, el toro tendrá que haber acometido al caballo al menos en tres ocasiones; pero si su mucha bravura le sigue impulsando a embestir contra el equino, a partir del cuarto puyazo el picador deberá señalar su acción con unas puyas especiales (las de tienta), en previsión de que un castigo excesivo merme las fuerzas de la res y desluzca su juego en los restantes tercios de la lidia.
El jurado encargado de determinar la bravura de cada toro y de conceder el premio al morlaco triunfador suele estar formado por aficionados y profesionales relacionados con el mundo del toro (toreros, veterinarios, periodistas), o por los propios mayorales de las ganaderías concurrentes. No obstante, la petición de indulto (si es que algún toro se hace merecedor de tal galardón) corresponde, como en cualquier otra corrida ordinaria, al público asistente, que habrá de manifestarla agitando sus pañuelos cuando el espada se disponga a ejecutar la suerte suprema. Será entonces el Presidente del festejo quien, en función del número de pañuelos, decida si se perdona o no la vida de la res.
Históricamente, ha tenido un especial protagonismo la corrida-concurso que año tras año, desde el día 11 de septiembre de 1955, se celebra en la localidad gaditana de Jerez de la Frontera, a instancias de don Álvaro Domecq y don José Belmonte. En ella se da la particularidad de que es el ganadero quien, de acuerdo con la decisión del público congregado, solicita el indulto de su propio toro cuando estima que le puede servir para seguir padreando.
Corridas goyescas.
Son aquellas en las que los matadores de toros contratados para lidiarlas no visten el traje de luces característico de su oficio y rango, sino que lucen una indumentaria propia de los toreros retratados en los óleos y grabados de don Francisco de Goya y Lucientes. Además de los matadores de toros, en una corrida goyesca están obligados a vestirse a la usanza de dicha época todos los miembros de sus cuadrillas, el personal auxiliar de la plaza y, en general, cualquier persona que ha de aparecer en el ruedo (monosabios, areneros, mulilleros, chulos de toriles y de banderillas, etc.).
El carácter goyesco de un festejo sólo afecta a la vestimenta de sus protagonistas, ya que la corrida se desarrolla siguiendo las pautas de cualquier otro espectáculo taurino ordinario, y ajustándose a las normas que para ellos establece la reglamentación vigente. A lo sumo, algunos toreros más motivados que otros intentan recuperar, en el transcurso de estos vistosos festejos, algunas suerte antiguas que han caído en desuso; así ocurrió, v. gr., en la corrida goyesca que toreó en solitario en Madrid, el día 2 de mayo de 1996, el espada José Miguel Arroyo Delgado ("Joselito"), en la que el banderillero Manuel Ignacio Ruiz recibió autorización para ejecutar el salto de la garrocha.
La costumbre de celebrar corridas goyescas es relativamente nueva, ya que la primera de ellas, verificada en Ronda (Málaga), data de 1954. Se eligió como escenario este bello pueblo malacitano no sólo por su ilustre tradición taurina, sino también porque su actual plaza de toros, construida enteramente en piedra y madera, se remonta a 1785. Además de esta tradicional corrida rondeña, en el transcurso de cada temporada hay citas fijas con otras ilustres corridas goyescas, como las celebradas en septiembre en la plaza de toros de Aranjuez (donde también el pueblo suele acudir ataviado a la usanza del siglo XVIII), y en la plaza Monumental de Las Ventas, el día 2 de mayo, para festejar las fiestas de la Comunidad de Madrid. Hace unas décadas, gozó de gran renombre la que cada año organizaba el Círculo de Bellas Artes de la capital de España.
Corridas landesas (o vasco-landesas).
Son aquellas que se celebran desde tiempos remotos en la región francesa de Las Landas, con toros embolados como protagonistas, aunque también se recurre a vacas y a bueyes de menor bravura que el ganado de lidia. Los aficionados que actúan en ellas limitan sus intervenciones a quebrar la acometida del toro y, especialmente, a saltarlo de cabo a rabo. Al igual que sucede con los distintos pases del toreo normal, las diversas modalidades de salto que se dan en la corrida landesa están registradas por su propio nombre (a pies juntos, mortal, torinquete, etc.).
Corridas mixtas.
Son aquellas en las que interviene uno o más rejoneadores al lado de uno o más matadores de toros, o aquellas en las que se anuncian en los carteles toreros y novilleros, para lidiar, según corresponda a cada cual, toros y novillos. En las corridas mixtas de rejones, suelen anunciarse dos toreros de a pie y un caballero rejoneador, que está encargado de romper plaza, es decir, de intervenir en primer lugar.
Corridas nocturnas.
Como su propio nombre indica, son las que se celebran por la noche, merced a las instalaciones eléctricas de las plazas actuales. Entran en este apartado de corridas porque reciben dicho nombre genérico (corridas nocturnas), si bien este apelativo engloba cualquier suerte de espectáculo taurino que se verifica por la noche; de hecho, suele tratarse más bien de becerradas, toreo cómico o novilladas en las que se ofrece una oportunidad a los novilleros más noveles. Es raro que una corrida seria tenga lugar en horas nocturnas, ya que el aficionado taurino las prefiere vespertinas y, excepcionalmente, por la mañana.
Lógicamente, no hubo corridas nocturnas hasta que no se introdujo en las plazas de toros la iluminación eléctrica. Según cuenta don José María de Cossío en su monumental obra Los Toros, las más antiguas de las que han quedado noticias se verificaron en Madrid, en el verano de 1879, durante el cual se anunciaron algunas en la placita llamada de los Campos Elíseos, bajo la luz de unos focos que, según los carteles de entonces, eran "tan potentes como los de la Puerta del Sol". Se trataba, desde luego, más bien de novilladas o becerradas; pero despertaron tanto interés en la afición que, en varias de ellas, fue necesario el concurso de la Guardia Civil , ante los desórdenes originados por el exceso de espectadores. Al margen de estos antecedentes, en Madrid la primera corrida nocturna seria no tuvo lugar hasta el 3 de julio de 1915, fecha en la que se ofreció un festejo de estas características en la plaza de la carretera de Aragón (ubicada donde hoy se levanta el Palacio de los Deportes).
En la última década del siglo XX se ha recuperado en Madrid, en la plaza Monumental de Las Ventas, la vieja tradición de organizar algunas novilladas veraniegas nocturnas en las que se ofrece la oportunidad de presentarse ante la primera afición del mundo a los novilleros principiantes que, de otra forma, tendrían muchas dificultades para hacer el paseíllo en la Villa y Corte. Suelen programarse los sábados del mes de julio, a las diez de la noche.
Corridas de plaza partida.
Los intentos por dotar de amenidad a un espectáculo que aún no estaba reglamentado ni organizado dieron origen, en pleno siglo XVIII, al nacimiento de una tan vistosa como peregrina clase de corrida: la división de plaza o plaza partida. Para celebrar este tipo de festejos, se dividía el ruedo en dos mitades iguales, fijando una barrera diametral de madera que tenía la misma altura y el mismo color que la barrera ordinaria. El divertimento de la afición parecía incrementarse al contemplar dos lidias simultáneas, una en cada semicírculo de la plaza; porque, al margen de que el interés de cualquiera de ellas podía hacer olvidar el aburrimiento que, simultáneamente, estaba provocando la otra, lo cierto es que el público encontraba gracioso que un torero apurado por la embestida de un toro se viera obligado a saltar una barrera que, tal vez, ocultaba detrás otro peligro mayor. Además, la costumbre exigía que la lidia ejecutada en cada mitad de la plaza se desarrollase a la par que la efectuada en la parte contigua, con lo que se producían cambios de tercio inapropiados y ejecuciones de suertes que no se ajustaban a la lidia reclamada por las condiciones del astado. De ahí que esta clase de espectáculos taurinos, que estuvo en boga hasta bien entrado el siglo XIX, fuera considerada como divertimento del público desinformado, antes que corridas serias del gusto de los aficionados cabales (de hecho, más que corridas solían ser novilladas en la que se anunciaban maletillas de escaso o nulo renombre). Y se llegó, en un alarde de mal gusto taurino que venía a preludiar las posteriores charlotadas, a dividir una plaza en cuatro partes; ocurrió en 1810, en una corrida partida organizada por la Administración de José Bonaparte, en la que se lidiaron simultáneamente cuatro novillos.
Estas funciones solían organizarse como colofón de una corrida seria, de donde nació otra diversión que era muy del agrado del público, consistente en aplaudir o censurar la rapidez o tardanza de los carpinteros a la hora de levantar la barrera divisoria. Con todo, el regocijo más celebrado se producía cuando un toro saltaba las tablas provisionales y venía a caer junto a la cuadrilla que estaba sólo atenta a la lidia de la res que le había tocado en suerte.
Si había en la plaza una terna de toreros, el coletudo de mayor antigüedad e importancia (en términos de aquellos tiempos, el primer espada) se ocupaba de la lidia y muerte de los toros que salían en la parte seria del espectáculo (es decir, antes de haberse dividido la plaza). Posteriormente, se quedaba al cuidado de las cuadrillas que intervenían al mismo tiempo en cada mitad del redondel, y actuaba allí donde estimaba que era más necesario su concurso. Respecto a los espadas restantes, cabe señalar que incluso en este tipo de festejos (más próximos al toreo bufo que a la seriedad de una corrida de toros) se seguía observando el respeto por las jerarquías, por lo que el matador más antiguo toreaba en la mitad del ruedo que recibía el beneficio de la sombra, mientras que el tercero en discordia lanceaba bajo los rayos del sol.
Corrida de la Prensa.
Viene a este artículo, con apartado propio, porque en muchas ciudades se ha convertido en una cita anual de tanta tradición como la procesión del Corpus o las uvas de Nochevieja. Se trata de una corrida de toros extraordinaria, dentro de la temporada taurina de cada plaza, que se desarrolla sujeta a las mismas disposiciones reglamentarias que rigen para cualquier otro festejo; sin embargo, su organización (ajuste de toros, contratación de toreros, publicidad, etc.) queda en manos de la Asociación de la Prensa local, que a la postre recoge las ganancias generadas por el festejo y las dedica a su obra benéfica.
Entre todas las corridas de la Prensa que se convocan anualmente en el planeta de los toros, sobresale por su antigüedad, implantación e importancia la que viene celebrándose en Madrid desde el año de 1900, primero en la vieja plaza de la carretera de Aragón (hasta 1934) y después en la Monumental de Las Ventas. Constituyeron una excepción las de las temporadas de 1908, 1909 y 1910, que tuvieron lugar en la plaza de Vista Alegre, y la de 1963, que fue una novillada celebrada en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes. En 1937, en plena Guerra Civil, no hubo corrida de la Prensa en Madrid; sin embargo, en 1938, para recuperar la perdida y mantener viva la tradición, los periodistas madrileños convocaron dos, una en Burgos y otra en Zaragoza.
En la primera corrida de la Prensa que se organizó, celebrada en Madrid el día 20 de junio del referido año, hicieron el paseíllo los espadas Luis Mazzantini y Eguía, Antonio Fuentes y Zurita, Emilio Torres Reina ("Bomba") y José García Rodríguez ("El Algabeño"), quienes dieron cuenta de un encierro perteneciente a la vacada del marqués de Saltillo.
Aunque no tiene una fecha fija de celebración, hasta hace unos años solía verificarse a los pocos días de que concluyera la Feria de San Isidro, para incluir en sus carteles a los triunfadores del ciclo isidril, como ocurre con la corrida de Beneficencia. Actualmente (1998), se suele programar en medio de las corridas anunciadas para dicha feria, pero excluida de las entradas a que da derecho el abono.
Corridas de prueba.
Cuando, a partir de 1814, se extendió la costumbre de reducir la duración de las corridas de toros, que hasta entonces duraban un día entero, a medias corridas (véase, más abajo, el apartado dedicado a este tipo de función taurina), quedó entre los aficionados el deseo de rellenar de alguna manera el tiempo que, por la mañana, acostumbraban a dedicar a los toros. De ahí que se optara, en los pueblos y capitales de menor relieve taurino, por dar suelta durante la mañana a las reses que, por la tarde, habían de ser despachadas en aquella misma plaza, para que, so pretexto de probar sus condiciones, el entretenimiento taurino matinal quedase también garantizado.
En Madrid, Sevilla y otras plazas de primera categoría se intentó también rellenar este vacío matutino con la programación de corridas de prueba, pero evitando siempre que los toros cuya lidia estuviera prevista por la tarde fueran probados (es decir, toreados y enseñados) por la mañana. Para ello, se tomó por costumbre que el ganadero cuyas reses estaban anunciadas en una corrida vespertina llevara a la plaza, en la mañana de aquel mismo día, otros toros suyos que bien podían anticipar algunas de las condiciones de sus hermanos de vacada. Así nacieron las corridas de prueba, de las que ya sólo quedan lejanos residuos en algunos pueblos castellanos y navarros, en los que la suelta o desencajonamiento de las reses que van a ser lidiadas por la tarde se efectúa por la mañana en la misma plaza, para que la afición examine a priori las condiciones del ganado. Y una vez que el ganado ha sido desencajonado en plena plaza, nunca falta un aficionado práctico que se aventura a hacer algún recorte o a pegar algún mantazo.
Corridas-toradas.
Las celebradas en Portugal (torada es lusismo por 'corrida') o al estilo portugués, es decir, sin dar muerte a los toros en la plaza, al acabar la lidia. También se aplica en algunos lugares a las corridas de rejones, por la gran afición del pueblo lusitano al toreo ecuestre.
Medias corridas.
Desde el segundo tercio del siglo XVIII, tanto en la plaza de Sevilla como en la de Madrid (es decir, en las dos "cámaras" donde se fueron "redactando" las leyes del toreo moderno) se venían celebrando corridas de toros que duraban un día entero. En la capital andaluza, menos exigente con la pureza de las suertes y con la obligada ejecución de cada una de ellas, se lidiaban y mataban en cada festejo más de veinte toros bravos, a razón de diez por la mañana y otros diez -o alguno más- por la tarde; en Madrid, donde la lidia era más compleja, se despachaba, por norma general, un máximo de dieciocho reses, cifra que poco a poco se fue reduciendo a doce, a razón de seis matutinas y seis vespertinas. En el resto de las plazas españolas, dotadas de menos recursos, sólo había toros por las tardes.
A partir de 1814, tanto en Madrid como en Sevilla se empezó a suprimir la parte matinal del festejo, dejándolo reducido a una función vespertina que recibió el nombre de media corrida. Se trata del origen remoto, claro está, de la corrida de toros actual, y de otra clase de espectáculo taurino que, aunque hoy ya ha desaparecido, tuvo mucha aceptación entre los aficionados de la primera mitad del siglo XIX: la corrida de prueba (acerca de ella, véase una información más detallada en este mismo artículo, en su lugar alfabético correspondiente).
Novilladas.
Hasta finales del siglo XIX, con el nombre común de novillada se aludía a cualquier espectáculo taurino celebrado en las plazas públicas de cualquier pueblo o ciudad pequeña; es decir, que la voz venía a ser sinónimo de 'festejo menor' o 'corrida menos importante que las celebradas en plazas de primera categoría'. Pero a partir de 1880 se empezaron a celebrar espectáculos taurinos en los que las reses anunciadas, aunque aún no hubieran alcanzado los cuatro años de edad, eran lidiadas exactamente igual que en una corrida de toros. De aquellos espectáculos proceden, por línea directa, las novilladas actuales, que cumplen la función de facilitar el aprendizaje práctico de los que empiezan a abrirse un hueco en la dura senda del toreo profesional.
Aunque el requisito principal, común a ambas, es la exigencia de que las reses lidiadas sean menores de cuatro años, el Reglamento actual hace una distinción explícita entre novilladas picadas y novilladas sin picadores.
Novilladas con picadores o novilladas picadas.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian y matan reses bravas cuya edad pasa de los tres años pero no alcanza los cuatro. Como excepción, la actual reglamentación vigente permite lidiar reses de edad superior cuando se trate de desechos de tienta, es decir, de individuos de la raza bovina de lidia que, en su día, no fueron seleccionados para ser lidiados en corridas de toros porque presentaban malformaciones en su cornamenta (mogones, hormigones, etc.); en tales casos, en los que suele salir de chiqueros lo que en la jerga taurina se conoce como novillo-toro, es obligado anunciar en los carteles que el ganado procede del desecho de tienta. En las plazas de toros de primera categoría, el peso de los novillos no podrá sobrepasar los 540 kilos; en las de segunda categoría, los 515; y en las de tercera y portátiles, los 270 en canal.
Según dispone el Reglamento, las novilladas con picadores han de verificarse siguiendo las mismas normas que regulan la corrida de toros, con la única salvedad de que los profesionales taurinos que intervienen en ellas, por un lado, no pueden haber tomado la alternativa, y, por otra parte, han de haber acreditado su participación en al menos diez novilladas sin picadores.
Novilladas sin picadores.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian y matan reses bravas que han cumplido los dos años de edad y no han sobrepasado los tres. Como su propio nombre indica, la principal característica de estos festejos estriba en que se verifican sin el concurso de los varilargueros, es decir, que en ellos no se pica a los novillos lidiados. Los oficiantes en estos espectáculos han de cumplir, al menos, uno de los siguientes requisitos:
a) Haber sido alumno de una escuela de tauromaquia durante un plazo de tiempo equivalente o superior a un año.
b) Haber sido presentado por alguna asociación de profesionales taurinos legalmente constituida.
c) Haber sido presentado por algún profesional del toreo o por algún ganadero oficialmente inscritos en los Registros legales de sus respectivas profesiones, los cuales podrán dar fe de la preparación y conocimientos que facultan al candidato para intervenir en este tipo de novilladas.
Es importante reseñar, que, habida cuenta de su finalidad específica (son ejercicios de aprendizaje), en las novilladas sin picadores está permitido que las reses salgan al ruedo con las astas manipuladas.
Corridas de Rejones.
Son aquéllos espectáculos taurinos en los que la lidia de reses bravas (que pueden ser toros o novillos) ha de efectuarse a caballo, siguiendo las normas que, según los usos tradicionales, prescribe el actual Reglamento. Los caballeros rejoneadores anunciados para lidiar y matar toros bravos tendrán que haber recibido la alternativa de manos de otro rejoneador ya consagrado; para acceder a este derecho, deberán haber intervenido, al menos, en veinte festejos de rejones en los que se hayan lidiado novillos. Por su parte, los rejoneadores noveles, para anunciarse en novilladas de rejones, habrán de cumplir al menos uno de los tres requisitos que se exige a los novilleros de a pie para participar en novilladas sin picadores.
La reglamentación vigente permite el afeitado de las astas de los toros bravos anunciados en un espectáculo del noble Arte del Rejoneo. Sin embargo, esta manipulación de las defensas no es obligatoria, por lo que cualquier rejoneador puede exigir que sus enemigos salgan al ruedo "en puntas", como se dice en la jerga taurina para aludir a las reses cuya cornamenta no ha sido alterada. Por desgracia para los buenos aficionados (que siempre desean contemplar el toro íntegro), los rejoneadores de hogaño no suelen exigir este derecho.
Los caballeros rejoneadores pueden hacerse acompañar de dos subalternos de a pie, encargados de auxiliarle, si fuera necesario, con la mera ayuda de un capote. Pero la lidia y muerte del morlaco deben darlas desde su silla de montar, sin permitir que sus peones se excedan en su cometido. El reglamento estipula también el número de rejones y farpas (es decir, banderillas) que pueden clavar a la res (no más de tres, en cada caso), y permite que echen pie a tierra, a la hora de ejecutar la suerte suprema, si se ven incapaces de despenar al toro desde su montura (para ello, deberán haber consumado, al menos, dos intentos de clavar el rejón de muerte).
Aunque también pueden participar en corridas mixtas (véase, más arriba, el apartado dedicado a ellas), lo más habitual es que los caballeros rejoneadores se anuncien en festejos en los que sólo se ejercita el noble Arte del Rejoneo. Habitualmente, se trata de carteles compuestos por cuatro rejoneadores, que se distribuyen la lidia y muerte de seis toros -o novillos- de la siguiente manera: empezando por el de caballero de mayor antigüedad, cada uno de ellos lidia y mata en solitario a un toro; los dos restantes son lidiados por colleras (es decir, en parejas), de manera tal que el quinto toro se enfrenta en la plaza con dos jinetes, y el sexto se las ve con la pareja restante.
Cada rejoneador ha de acudir a la plaza en la que está anunciada su actuación acompañado de un número de caballos superior en uno al número de reses que debe lidiar (aunque puede llevar más, si lo desea). Cada equino está especializado en una faceta de la lidia ecuestre, por lo que es habitual que los jinetes cambien varias veces de montura en el transcurso de la lidia de un mismo toro, en función de las suertes que corresponda ejecutar.
Becerradas.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian machos de la raza bovina de lidia que no han alcanzado aún los dos años de edad (es importante que sean machos, porque las funciones taurinas que giran alrededor de vacas bravas entran en el último apartado de esta clasificación, el relativo a los festejos populares). La reglamentación vigente permite que en las becerradas intervengan, indistintamente, profesionales del toreo y simples aficionados al Arte de Cúchares, pero exige, en cambio, que siempre se halle presente, en calidad de director de lidia, un matador de toros que haya tomado la alternativa, un novillero que haya toreado novilladas con picadores, o un banderillero que haya actuado, al menos, en veinte novilladas picadas.
Cuando las astas de las reses anunciadas en una becerrada "impliquen grave riesgo" (según una imprecisa disposición del Reglamento vigente), podrán ser manipuladas o emboladas. Por lo general, las becerradas suelen organizarse con uno de estos tres fines concretos: para dar la oportunidad de torear a los aficionados que deseen intervenir en ellas, para facilitar el aprendizaje y entrenamiento de las jóvenes promesas del toreo (sobre todo, en las escuelas de tauromaquia), o para que la intervención de renombrados profesionales del toreo dé lugar a una cuantiosa recaudación destinada a obras benéficas.
Antiguamente, era frecuente la organización de becerradas por parte de un gremio de trabajadores, funciones en las que sólo podían saltar al ruedo los profesionales adscritos a dicho gremio; asimismo, en la segunda mitad de siglo XIX y a comienzos del XX tuvieron una notabilísima aceptación las becerradas convocadas para anunciar en sus carteles cuadrillas de niños toreros.
Festivales.
Son aquellos espectáculos taurinos benéficos en los que se lidian reses despuntadas, es decir, toros o novillos cuyos pitones han sido manipulados para que resulten menos peligrosos. Estos festejos, que han de tener siempre una finalidad benéfica (generalmente, se organizan para socorrer a una institución o un torero necesitados, o a la familia de un coletudo malogrado), han de ceñirse a lo legislado para cualquier otro espectáculo taurino en el que se lidien reses de la misma edad que las anunciadas en cada uno ellos.
En un mismo festival se pueden anunciar reses bravas de cualquier edad (siempre que sean machos), ya que el cartel puede estar compuesto por matadores de toros, novilleros y becerristas. La cuadrilla de cada profesional taurino que se brinde a participar en un festival deberá constar de un número de banderilleros superior en una unidad a la cantidad de reses que ha de lidiar el susodicho profesional; asimismo, en el caso de que sea un festejo picado, habrá de incluir un varilarguero por cada res que tenga que despachar.
Como característica externa, los festivales presentan la particularidad de que los profesionales taurinos que intervienen en ellos (así como los miembros de sus cuadrillas) no pueden vestir el habitual traje de luces, sino que están obligados a exhibir indumentaria campera (es decir, el traje corto que suelen usar los criadores de reses bravas).
Dada la finalidad benéfica que da carta de naturaleza a un festival, se exige a sus organizadores que, a la hora de solicitar el permiso necesario para su convocatoria, aporten un detallado avance de los gastos previstos; posteriormente, y sin rebasar el plazo de las cuarenta y ocho horas siguientes a la finalización del festejo, es obligado que presenten ante el Gobierno Civil correspondiente los justificantes de los beneficios entregados a sus destinatarios.
Toreo cómico.
Forman parte del llamado toreo cómico (o bufo) aquellos espectáculos taurinos en los que se efectúa una parodia o pantomima del Arte de Cúchares y sus distintas modalidades, desde la corrida de toros hasta el toreo ecuestre. La reglamentación actual exige que las reses lidiadas en espectáculos cómico-taurinos no sobrepasen nunca los dos años de edad; además, prohíbe expresa y tajantemente no sólo que se les mate en la plaza, sino también que se les inflija "daños cruentos". Debido a ello, está también prohibida la inclusión del toreo bufo en aquellos carteles en los que se anuncie, conjuntamente, algún otro espectáculo taurino que implique la muerte de las reses lidiadas.
Aunque el toreo cómico es tan antiguo como el sentido del humor y la capacidad satírica del género humano, el espectáculo bufo por excelencia, conocido como charlotada, nació a comienzos del siglo XX, cuando el empresario Eduardo Pagés tuvo la ocurrencia de anunciar la intervención de "Charlot" en un festival benéfico. Corría, a la sazón, el año de 1916, fecha en la que el famoso director y actor londinense Charles Chaplin había hecho universalmente famoso su genial personaje; así que el joven novillero catalán Carmelo Tusquellas Forcén apareció en el ruedo ataviado a la manera de "Charlot" (procurando, además, remedar sus movimientos y expresiones), para intentar atraer de esta manera no sólo a los aficionados al Arte de Cúchares, sino a cuantas personas se habían familiarizado con la creación de aquel célebre cineasta. El éxito fue inmediato, por lo que enseguida reapareció "Charlot" acompañado de una esperpéntica cuadrilla, "Charlot, Chispa y su Botones", que muy pronto daría paso a la definitiva formación de "Charlot, Llapisera y su Botones". La irrupción de Rafael Dutrús Zamora ("Llapisera") consolidó firmemente el subgénero cómico de la charlotada, hasta el punto de que este nombre sirve desde entonces para designar cualquier espectáculo donde se ofrecen muestras de toreo cómico.
Unos años después, el cántabro Pablo Celis Cuevas creó otro personaje de imborrable recuerdo en la historia del toreo bufo, "El Bombero torero", dentro de cuya piel protagonizó un espectáculo que extendió su enorme éxito por toda España y por varios países hispanoamericanos. La posterior contratación de enanos, muy aplaudidos tanto por su gracia como por su valor, vino a conformar una representación tragicómica, a caballo entre la grandeza y lo grotesco, más propia de la Corte de los Austria que de la sensibilidad y la estética de este fin de milenio.
Festejos populares.
Son aquellos espectáculos en los que se juegan o corren reses bovinas de lidia según los usos tradicionales del lugar en que se verifican. La reglamentación vigente es muy rigurosa a la hora de fijar los requisitos necesarios para que los festejos de esta índole puedan celebrarse en la actualidad, en previsión de los desmanes que antaño se cometían contra las reses corridas, y de los graves riesgos que amenazaban a los aficionados participantes en ellos.
Así, es imprescindible presentar una solicitud de autorización ante el Gobierno Civil correspondiente, acompañada de la siguiente documentación:
a) Una memoria que acredite el carácter tradicional del festejo que se quiere organizar, con un informe favorable del Ayuntamiento del lugar en donde ha de verificarse.
b) Un certificado que garantice la seguridad y solidez de las instalaciones (plazas portátiles, vallado de los encierros, etc.), firmado por un arquitecto o un aparejador.
c) Un certificado que garantice la disponibilidad y preparación del equipo médico y las instalaciones sanitarias. El Reglamento exige que, una hora antes del comienzo del festejo, el jefe del equipo médico compruebe la presencia del resto del personal sanitario y de "una ambulancia equipada con los elementos precisos para el traslado de heridos o accidentados". Si faltare en el lugar del festejo el médico o la ambulancia, la Autoridad debe impedir su celebración.
d) Certificaciones del Libro Genealógico de la Raza Bovina de Lidia, en las que se acredita la filiación de las reses que han de ser lidiadas o corridas.
e) Una "póliza de seguro colectivo por la cuantía suficiente para cubrir cualquier riesgo o accidente que con motivo del festejo pudiera producirse" (art. 91.1).
f) La contratación de un profesional taurino que actúe en calidad de director de lidia. Debe tratarse de un torero que haya tomado la alternativa, un novillero que haya intervenido en novilladas con picadores, o un banderillero que puede acreditar su participación en al menos veinte novilladas picadas. Este director de lidia deberá estar auxiliado por un mínimo de "tres colaboradores voluntarios capacitados, debidamente acreditados" (art. 91.4), cuyo número se eleva a un mínimo de diez si el festejo popular consiste en un encierro.
Asimismo, la reglamentación regula las funciones del Ayuntamiento y sus agentes municipales, encargados de velar en todo momento por el orden, de examinar el óptimo acondicionamiento de las vías urbanas por las que ha de transcurrir el festejo, y de impedir el maltrato injustificado de las reses; además, regula las funciones de un servicio de veterinarios, que ha de reconocer el estado sanitario de las reses, comprobar la veracidad de sus certificados, y acreditar que el ganado cumple los requisitos exigidos en la categoría del festejo anunciado; por último, la legislación también dispone que las reses jugadas o corridas sean sacrificadas al finalizar el espectáculo, fuera de la vista del público.
Entre los festejos populares más sobresalientes en la actualidad, conviene destacar la enorme relevancia que siguen teniendo las capeas y los encierros, espectáculos que en casi todas las localidades donde se celebran tradicionalmente constituyen el "plato fuerte" del programa de fiestas.
Capeas.
Son aquellos festejos populares organizados para el toreo de los aficionados de un lugar, en los que se utiliza todo tipo de individuos pertenecientes a la raza bovina de lidia, sean machos o hembras, desde vaquillas que apenas lucen cornamenta (destinadas al divertimento y la ejercitación de niños y mujeres), hasta toros de avanzada edad, excesiva romana y aparatosa cornamenta. En algunos lugares, el desarrollo del festejo se conduce de forma anárquica y desordenada, manifiesta desde la conducción y suelta de las reses hasta el momento de su sacrificio; pero, en la mayor parte de las localidades, cada capea se sujeta a unas reglas no escritas que se han ido fijando a través de un proceso de tradición secular, "reglamento" que, en cada pueblo o ciudad, puede llegar a ser más riguroso (y, sin duda, más respetado) que el promulgado por la Administración Pública. Así , se han ido configurando diversas modalidades de juegos taurinos para aficionados (el toro de fuego, el toro del aguardiente, el toro embolado, el toro enmaromado, etc.) que convierten la capea en una de las manifestaciones antropológicas de mayor estima.
Encierros.
Son aquellos festejos taurinos populares consistentes en la conducción de reses bravas desde las dehesas o corrales situados en las afueras de una población, hasta la plaza en la que han de ser lidiadas y estoqueadas. Naturalmente, lo que hoy es un mero entretenimiento (aunque, tal vez, el que mayores riesgos entraña para el aficionado) obedecía, antaño, a una necesidad, ya que no resultaba sencillo encerrar a los toros en los corrales de las plazas. Con la ayuda de paradas de cabestros, o en carretas habilitadas para tal fin, se podía conducir a los toros apartados para una corrida desde su ganadería hasta las puertas del lugar; pero, una vez allí, había que dejarlos en corrales o dehesas vecinas, despejar y vallar las calles por donde habían de pasar para llegar a la plaza, y conducirlos para que no se dispersaran o extraviaran por el resto de las calles de la localidad, evitando siempre, en la medida de lo posible, el servirse de algún engaño que pudiera avisar a los toros y dejarlos ya toreados para la corrida. Los mayorales y pastores que habían traído el conjunto de reses desde la ganadería se encargaban de citar a cuerpo limpio a las reses, ejercicio con el que pronto llegaron a familiarizarse los mozos del lugar. Este fue el origen de los encierros actuales, que hoy en día constituyen una de las tradiciones más ricas de los pueblos y ciudades que aún los conservan; y hasta tal punto está arraigada esta costumbre, que en no pocos lugares el intento de abolirla por parte de las autoridades civiles ha dado pie a auténticas rebeliones de la población.
Actividades ganaderas contempladas como espectáculos taurinos.
Aunque no se convocan ni realizan con una finalidad lúdica que las incluya dentro de los espectáculos taurinos propiamente dichos, hay una serie de actividades ganaderas cuya vistosidad y emoción (unidas a la destreza que exigen a sus oficiantes) atraen la atención de los buenos aficionados, que acuden a contemplarlas como si de un festejo taurino se tratase.
Tienta.
Se llama así al conjunto de pruebas que se realizan en las ganaderías para conocer la bravura de las reses más jóvenes, con el fin de seleccionar aquellas que, desde muy temprana edad, muestran condiciones idóneas para la mejora de la vacada. Se trata de una práctica que surge en el siglo XVIII, motivada por los afanes de selección que gobernaron el buen hacer de los primeros criadores profesionales de ganado bravo.
En función del sexo de las reses, se realizan tientas de hembras y, por separado, tientas de machos; y según el lugar en donde se verifican estas prácticas ganaderas, puede hablarse de tienta en plaza (o corral) y de tienta a campo abierto. Dentro de esta última modalidad se da cabida a otra faena ganadera que, en sí misma, constituye un bello espectáculo: el acoso y derribo.
Acoso y derribo.
Se denomina así la faena ganadera consistente en perseguir a una res brava en campo abierto y a caballo (generalmente, por parte de dos jinetes), hasta lograr que se canse y se detenga (o disminuya la velocidad de su huida). En ese momento, y empujando a la res con una garrocha (aunque hay valientes que lo hacen a fuerza de brazos), se procura derribar al astado, para que inmediatamente un picador, colocado contra querencia (es decir, fuera de aquellos terrenos donde se encuentra más cómodo y seguro el ganado), pueda tentar a la res en cuanto ésta haya vuelto a incorporarse. Es decir, que el acoso y derribo nació como un paso previo indispensable para tentar a campo abierto a las reses de una ganadería.
En la actualidad, el acoso y derribo no sólo se concibe como una práctica campera específica de mayorales y vaqueros, sino que ha dado lugar a una especie de competición deportiva que, desprovista ya de la finalidad de la tienta, se justifica en sí misma por el número de caídas en que se hace incurrir a las reses.
Embarque.
Dentro del embarque de las reses, hay que considerar todo un costoso proceso ganadero que empieza por apartar, dentro de dehesa en que se hallan, los toros que deben ser trasladados (generalmente, con el fin de conducirlos a las plazas donde se van a lidiar); sigue por encerrarlos en los corrales que desembocan directamente en el muelle donde se han adosado los camiones que realizarán el traslado; y acaba con el encierro efectivo de las reses dentro de dichos cajones. A la hora de negarse a entrar en los corrales o en los cajones, la tozudez de algunos astados pone a prueba las mayores habilidades del personal que trabaja en las ganaderías, por lo que el embarque siempre constituye una exhibición de conocimientos taurinos (en este caso, camperos) digna de ser contemplada
A ver Marcovito, que la ola de calor ya ha remitido....sólo hay que leer un poco detenidamente:
Cuando digo (a Habis) que no es único gilipollas que ha pagado por presenciar una corrida de toros, seguidamente comento que yo he asistido por lo menos a 40...con lo cual queda claro que el gilipollas a quien me refiero soy YO MISMO.
Razones varias y puntos de vista se han dado en este foro. Lees y lo verás. Luego, te quedas con lo que te guste.
Por supuesto que yo no trato de convencer a nadie de que le dejen de gustar las corridas de toritos o que le empiecen a gustar los encierros. pero que no me traten de engañar a mí, diciendo que si los descendientes del Uro tal , o que si la tradición pascual.
A mí si me gusta urgarme la nariz con los dedos enjabonados (tenía otro ejemplo en la mente pero me he cortado), me gusta y punto, no tengo porque decirte ni que es muy sano ni que es una tradición celta milenaria.
alud
(De or. prerromano; cf. vasco lurte, derrumbamiento de tierra).
1. m. Gran masa de nieve que se derrumba de los montes con violencia y estrépito.
2. m. Masa grande de una materia que se desprende por una vertiente, precipitándose por ella. U. t. en sent. fig.
tampoco es para tanto (lo de la casa de Rosa/ae). En un futuro, si quieren dar una estética tradicional, retiran en una o dos horas la uralita y la losan de pizarra, incluyendo el forrado de esa chimenea. Y si tuvieran algo más de espíritu innovador pués hasta podrían "echar mano" de la pintura u otros materiales para hacer más digno el fibrocemento y colorerar esa uralita, creando una estética novedosa con una base de arquitectura tradicional. Con eso, un acebo y un poco de imaginación, ya queda algo "distinto", no un porquería cutre.
Biblioteca: Tratado de Fresno-Lavandera. El lugar casi 1.000 años después.
El hoy pueblo de Carpio, se encuentra rodeando el escarpe (que probablemente dió nombre al pueblo), dispuesto en forma circular. Se trata de un pueblo de pequeño tamaño, fundamentalmente agrícola que ha visto incrementadas sus superficies de regadío por las perforaciones, cosa que veremos influirá bastante en Lavanderas.



Hacia el Levante y en el mismo borde del pueblo podemos tomar un camino, que corresponde al Cordel de Salamanca a Medina (cordel que une las Cañadas Reales Vizana y Leonesa Occidental).
A unos dos kilómetros y siguiendo el arroyo de nombre Lavanderas llegaremos a el lavajo propiamente dicho.
Biblioteca: Tratado de Fresno-Lavandera. El lugar casi 1.000 años después.
El lavajo ha reducido notablemente su extensión debido a las sequías y a la captación subterranea de aguas para regadío. En algunos casos la misma vía pecuaria del cordel ha sido invadida de forma ilegal y los nuevos puentes de Renfe han alterado la red de senderos y caminos.




Aquí vemos un trozo del cordel en buen estado rodeando la laguna por su parte norte. Y una perpespectiva general de la laguna rodeada de campos labrados y de tubos para la aspersión.
La laguna mantiene algo de agua en su parte central con vegetación muy espesa de carrizales y un entorno en que la vegetación nos indica que anteriormente la presencia de zonas inundadas.
En el momento de la visita pude ver varias especies de aves (avefrías, aguila calzada, milano real y común, chorlitejos y anades reales), lo que debió justificar su inclusión en algún listado de zona de protección de la Junta de Castilla Y León, (probablemente el Catalogo de Zonas Humedas), y que se materializó en la colocación de alguna chapa que a juzgar por las imágenes "mudó de lugar":
Biblioteca: Tratado de Fresno-Lavandera. El lugar casi 1.000 años después.
Interior del lavajo de Lavanderas:

Biblioteca: Tratado de Fresno-Lavandera. El lugar casi 1.000 años después.
No existen restos de edificaciones en su entorno, aunque a juzgar por los datos debió ser en este entorno donde se encontraba ese núcleo, último lugar del Reino de Castilla en 1183, donde los dos reyes firmaron el Tratado de continuidad. En un lugar que se sitúa en el cruce de otro Cordel que desciende desde el norte llamado de Vitigudino y del que hoy no quedan vestigios en este lugar.




Regresando a la localidad de Carpio, vemos el emplazamiento donde debió localizarse el torreón defensivo, con unas panorámicas bastante extensas y que ,según algún vecino se dice que hubo una iglesia. Hoy lo ocupan otros mecanismos de vigilancia como son las antenas de telefonía movil:
Practicamente está excavado por debajo debido a las bodegas del pueblo, hoy en desuso y utilizadas como "peñas" por los jovenes del pueblo:
Biblioteca: Tratado de Fresno-Lavandera. El lugar casi 1.000 años después.
Y en ese lugar encontramos restos de una edificación:





Desde donde , en vez de soldados castellanos patrullando la frontera y viendo el puesto fronterizo leones en Fresno:
los abuelos del lugar contemplan el paisaje del atardecer:
Y algun vecino de cerca del escarpe, utiliza piedras, que vaya usted a saber lo que significaron para sentarse un ratito a la fresca o al solete primaveral:
Biblioteca: Tratado de Fresno-Lavandera. El lugar casi 1.000 años después.
Y ya dando las gracias a la gente de Carpio, pues uno agarró el tren de nuevo y se las piró:




Por cierto , bonita estación recién rehabilitada:
hasta otra!
Biblioteca: Tratado de Fresno-Lavandera. El lugar casi 1.000 años después.
Gracias alevín, y animo a todos los que puedan a visitar sitios y DENUNCIAR el lamentable estado de abandono a que esta sometida la Comunidad Autónoma.
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Siento contradecirte alevín, pero el Vacuno de Lidia no es una especie, ni siquiera una raza; se trata de animales mezclados de varias razas peninsulares, incluso de razas puras que se escojen por su acometividad y otras características peculiares para su uso en un ruedo. Así que ese argumento que se emplea mucho sobre la pervivencia de la "raza", pues, no es muy estricto que digamos.
Otra cosa es el sistema de dehesas en el centro y sur, que se mantiene gracias a las ganaderías de lidia y es un sistema ecologicamente estable, aunque no se tiene porque preservar solamente con el ganado bravo, ya que con cualquier tipo de ganado extensivo (morucho o blanco cacereño) sigue siendo un sistema estable y sostenible.
Biblioteca: Demografia en el occidente e interior ibérico
Aquí como vemos algunos ya tienen claro nuestro futuro demográfico:
para ver cosas interesantes acceder al enlace que muestra el mapa de la evolución de la población en las zonas montañosas del planeta:
How many people will live on the planet 20 years from now? Where will they live? Where will population grow, and where will it decline?
The map on this page illustrates a projected possible answer to these questions, applying new methods of mapping population density and of projecting its future
http://www.populationaction.org/resources/publications/mappingthefuture/
index.htm
OR
http://tinyurl.com/kwpc4
Cualquiera de los dos enlaces sirve. Merece la pena verlo.
Hello Mountain Colleagues,
Some of you might be interested in the population
patterns illustrated by this map created by the US NGO
Population Action International (PAI) in collaboration
with the Center for Climate Systems Research at
Columbia University in the USA.
The map has combined new datasets of population
density to show very localized patterns of projected
population change. There is a great deal of variation
even within countries and regions.
Mountain areas in Portugal, Spain and northern Italy,
for example, show net population loss. Mountain areas
in the Rockies and Appalachian states of the US show
net population growth.
I hope that some of you find this interesting!
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Las razas de ganado vacuno y de otros animales, tienen un patron racial o un estandar. El vacuno de Lidia puede ser incluso de raza morucha pura o de avileña mezclada con otras razas peninsulares. Por eso los toros de lidia son de aspecto tan variado. La característica que se promueve (o se debería promover) desde las distintas ganaderías de reses bravas es la "nobleza", entendiendo como tal el comportamiento del toro en las distintas "suertes" de la corrida; según los entendidos de la "fiesta".
Si no existiesen las corridas de toros, existirían reses bravas que por espontanéidad surgirían en las distintas razas autóctonas. Por ejemplo la morucha es característica por su dificil manejo, es decir, que muchos ejemplares de esta raza ya cumplen ciertas características de "nobleza". De hecho se han celebrado en Salamanca muchas corridas de toros con ejemplares de Ganado Morucho.
Puedes discrepar, pero la llamada "Raza de Lidia", no es tal.
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Es como si dijeramos "Raza de Oso Circense", pues no, hay varias especies de osos que permiten su domesticación y adiestramiento para este tipo de espectáculos. O "Raza de Cabra de Gitanos con Trompeta", también varias razas de cabra son adiestradas para este tipo de cosas. Todo depende la aureola de distinción que hagamos. Por supuesto, que este tipo de comparaciones a los aficionados a las corridas de toros les puede hasta indignar; yo no veo mucha diferencia: son espectáculos en que se utilizan animales para el divertimento de las personas. Claro, que a las corridas de toros las han revestido de nombres rimbombantes (Fiesta Nacional) y fueron convertidas en un tipo de evento donde se remarcan las diferencias sociales y un , generalmente, torero salido de la nada pero con dos cojones ibéricos, se juega la vida delante de las señoronas y los pudientes de las primeras filas, mientras el populacho berrea en las gradas altas y en el tendido de sol. Es una enorme puesta en escena que representa lo más clasista y oscuro de las tierras peninsulares. Un enorme ejercicio de contorsinionismo imaginativo para ver la relación entre los ritos cretenses, meditarraneos con las corridas de toros actuales o recientes.
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Se me habia olvidado comentar que en tu intervención anterior, alevin, comentas algo sobre el Uro, que da a entender que desde los tiempos en que existía esta especie de bóvido, se han rebuscado características para celebrar corridas de toros. Desde luego, si hubiera sido así, si que existiría una Raza estandarizada fruto de esa selección milenaria. Pero no es así, ya que todas las razas autóctonas ibéricas se han originado para otros menesteres, lo que demuestra la relativa antiguedad de la "fiesta nacional". De hecho el espectáculo taurino que estamos comentando (las corridas) se fundamentan en el S.XVI o XVII. Otra cosa es que anteriormente se utilizarán reses que acometieran y que se utilizarán en espectáculos de lucha, toro-humano, toro-toro, toro-perro, toros-leones, etc.muy gustosas del mundo romano.
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
vamos a ver alevin, si me explico bien: la Raza Morucha, de aptitud carnica ACOMETE, y prestó su sangre para la divisa de MIHURA en el siglo XVIII. La Rza Avileña, con presenta tanta fiereza como la morucha pero su sangre también se ha utilizado para crear marcas ganaderas de Lidia. Y con las razas andaluzas autoctonas lo mismo.
Aparte del comportamiento agresivo dime alguna característica morfológica común a todo el ganado bravo de Lidia: ninguna ,ni siquiera los cuernos. No se trata de una raza propiamente dicha. Y las referncias que haces a los toros en León, supongo que serán las citas de Alfonso X, que dicen "fiestas con toros" , no "corridas de toros".
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Y a la pregunta sobre el Teckel, es fácil, mira la definicion de RAZA.
No existe un patron establecido para la denominada erroneamente RAZA de LIDIA y no existe porque no lo hay. Los ganaderos de las diferentes castas van seleccionando su ganado en función de distintos intereses, que van cambiando en el tiempo. Y cada uno va a su aire. Nada que ver un toro Vitorino con un Mihura con un Vistahermosa. Res de Res majo.
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Cada uno es libre de que le gusten o no las corridas de toros, independientemente de la valoración ética. Pero justificar su existencia en base a "altruismo conservacionista de una raza autóctona", es una gran patraña.
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Espera Habis, que termino de cenar y hago un simple estudio de haplotipos entre varias casas de toros de Lidia. Mañana te cuento el resultado.
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Hay gente que paga para ver torturar a otras personas en vivo y en directo, incluso para torturar ellos mismos a otros seres humanos. Las corridas de toros son otro en la falta de empatía con otro ser vivo. Y es precisamente esa abstracción que comentáis la que permite a los aficionados "no ver" el enorme sufrimiento de ese animal. Todas las construcciones posteriores: pervivencia de una supuesta raza, arte, tradición histórica, etc, no son más que justificaciones ante la corriente cada vez más mayoritaria que aboga por su supresión, aunque los intereses económicos detrás de la llamada "fiesta nacional" sean grandes y unidos a personajes celebremente poderosos en este país. Hay en juego sumas millonarias en subvenciones ganaderas al mantenimiento de las Dehesas de cria de ganado bravo en la mitad sur. Amen de toda la parafernalia del evento posterior.
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felizmente para ti meño, no eres un toro de Lidia. Y él no puede elegir.
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además vaya manera de mezclar las cosas...hay toros y vacas de carne que pastan apaciblemente en extensivo, criándose como animales semi-silvestres. Luego, los sacrificamos y los comemos, procurando en todo caso que su sacrificio sea lo menos cruel posible. En el caso de los toros de Lidia, su sufrimiento se obvia por mor del espéctáculo.
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es decir, que para un aficionado es más importante el "volapié" de turno o que el pasodoble esté en buen momento tocado con las verónicas a que el toro este regurgitando sangre y mugiendo de dolor. Han abstraido.
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ya, en cambio economicamente sí interesa con los de Lidia. Ahora el tema es económico.
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evidentemente, que cada uno es cada uno. clarísimo. Yo respeto al que le agrade ver ese espectáculo pero que no me cuenten milongas para justificar su existencia. Les mola y punto.
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Si, también podemos comprender a los que se divierten contemplando como torturan a otro seres humanos. Podemos inventarnos "figuras" artísticas: el giro sacaojos, el baile del taladro, el minuet de la motosierra y elevarlo a rango de "arte". Abstrayendo abstrayendo. ¿o es que existe algo más bonito que un cuerpo humano con la tapa de los sesos levantada y una cucharita dentro mientras sus pies hacen espamos?, ¿seguimos abstrayendo?
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uy, habeis visto? !todos los seres violentos casualmente son musulmanes!...qué conexiones más extrañas...
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menos mal.
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No creo que se trate de si los aficionados a las corridas de toros sea "anormales o normales", conceptos muy relativos. Normal es la ablación del clitoris en algunas culturas, como normales son las peleas de gallos o de perros celebradas en muchos países. Normales eran consideradas las relaciones sexuales con niños y niñas y aberrantes son consideradas hoy en día.
El que los aficionados a la tauromaquia sean tan sensibles a la "estampa", la "hombría del torero", "la belleza plástica de la hermosa muerte que llega al enemigo", etc, etc nada tiene que ver con que las reses que se utilizan en la Lidia no tengan un patrón morfológico racial o que se eleve ese espectáculo a rango de "cultura milenaria" para defender su existencia. Y mi opinión, al respecto es clara, ni se trata de una raza propiamente dicha, ni los origenes de este espectáculo se remontan a la selección del Uro para este fín.
Ahora el debate sobre la prohibición del evento, depende de la reclamación de la sociedad, que creo que exige en un número creciente la desaparición de este tipo de cosas. Creo. Y también creo que esos argumentos que esgrimen los defensores de la "fiesta nacional" se maximizan y se exageran debido a esto.
Y cuando uno está en medio de un encierro, o participando en unas vaquillas lo que menos percibe es el sufrimiento del animal, sino la adrenalina del propio miedo a la bestia que pone en peligro tu propia vida. En una corrida de toros los aficionados piden que se cumplan una serie de requisitos en el espectáculo, con unas normas bastante estrictas para valorar si es bueno o malo. Comportamiento del toro, del torero, de las cuadrillas, de los actores de las distintas suertes, de las autoridades, de los musicos y del propio público. Es un espectáculo y lo que menos importancia tiene es el sufrimiento del animal que evidentemente no agrada a los aficionados taurinos. Han abstraido en función de la propia función.
¿son anormales?, ps
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Me resulta chocante lo claro que teneis alguno que el ganado de Lidia es una raza, cuando hasta en el 2003 el Tribunal Supremo tiene que dictar una sentencia considerando la característica tan subjetiva como "el trapío" como la esencial que define a los toros de Lidia, debido a las constantes divergencias y polémicas entre los propios aficionados, las empresas organizadoras de corridas, las divisas ganaderas y los veterinarios taurinos al servicio de unos y otros.
Al final, el TS, tuvo que admitir "el trapío" como algo determinable, en una sentencia del 2003 que evitaba el desmadre legal y verdaderamente amenzaba la esencia y la existencia de la "fiesta nacional".
La sentencia del TS, en cuanto a conceptos zoológicos, es totalmente absurda y pone firmes a algunos ganaderos y promotores en una lucha intestina que mantenían desde hace años. diciendo algo como esto:
La sentencia trae cuenta de la suspensión de una corrida de toros en Barcelona en el año 94 , (en la que fueron rechazados todos los toros en el reconocimiento ).
[....] El concepto trapío en contra de lo que sostiene el recurrente, no puede ser considerado un concepto indeterminable. Los informes técnicos aportados por el recurrente contienen, continúa la Sala de instancia, una definición de trapío como "forma ideal del conjunto de caracteres raciales propios y esenciales de la raza de lidia cuando se dan en plenitud, expresión idónea del patrón racial", informe del señor F. S., o como "resultante del concierto entre la morfología y el "buen aire en el manejo del cuerpo", informe del señor T. R.; en consecuencia no hay duda de que el trapío, en cuanto característica de un toro de lidia, puede ser apreciado por un técnico veterinario en función de la experiencia y los conocimientos técnicos. [....]
Es para morirse de la risa:
Informe del señor F.S el "buen aire en el cuerpo" según informe del señor T.R.
Vamos, que cualquier etnozoologo se puede partir de risa.
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Es la primera Raza de Vacuno en el mundo que se considera tal por:
Según el señor F.S.:
"forma ideal del conjunto de caracteres raciales propios y esenciales de la raza de lidia cuando se dan en plenitud, expresión idónea del patrón racial" (decir esto es no decir nada).
Y según el señor T.R:
el "buen aire en el manejo del cuerpo",
vamos, hombre, menos coñas.
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Una vaca Parda Alpina , por ejemplo ,es el producto de una selección de muchos años para lograr una adaptación a un medio ecológico determinado y unas aptitudes. Una res de Lidia, es el producto cambiante según las modas del espectáculo taurino y las empresas ganaderas. Estuvieron de moda los toros pequeños; luego los grandes; después volvieron a reducir su tamaño debido a la negativa de los toreros a hacer la faena con ellos. Vemos toros negros, bragados, astifinos, con cuernas de todos los tamaños y formas, de capa castaña, con ojos de perdiz, en fin de una variabilidad infinita debido a la selección de la casa y al aporte de sangres de RAZAS autóctonas. Incluso a veces hasta vemos toros bravos mansos, cuyo "trapío" (parece ser consistente entre otras cosas en que cuando le clavan todos los pares de banderillas mantienen la boca cerrada o no rasca el suelo) se debe haber quedado entre las jaras de la dehesa.
El llamado "trapio" es una actitud y los patrones raciales no se fijan unica y exclusivamente por una actitud.
Ya hemos comentado que muchas razas autoctonas peninsulares acometen de forma espontánea y se han utilizado para dar nombre a muchas divisas.
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La raza de "Oso circense" y del la "Cabra de Gitano con Trompeta" y la supuesta Raza de Lidia que se han sacado de la manga unos cuantos criadores de toros. El arte taurino, la antiguedad de la "fiesta nacional" que entronca hasta con el paso del paleolítico al neolítico y la extranha coincidencia de ciertas ideas políticas y de orden social con la aficiºon taurina.
Por cierto las corridas con raza Morucha que se celebraban en Salamanca con que raza serian?, bueno no importa nos inventamos una denominación nueva, total: Raza Morucha de Toro de Lidia. ale! todo sea por la tradición. Hay que verlo todo en su conjunto.
Al final va a ser verdad que los tópicos se cumplen.
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y que pesadito eres tu Habis. Y vueltas con la Raza de Toro de Lidia, y que el Uro y que los zoológicos y que si la niña muerta y los haplotipos. El toro de Lidia es una denominación muy genérica que se han sacado los ganaderos de la manga lironda para justificar NO MORFOLOGICAMENTE sino con carácterísticas de otro tipo como el ridículo llamado TRAPIO (capacidad de embestir, y otras características que podeís consultar en las multiples web de tauromaquia que ya conoceis). Y para tu información la raza de vacuno más arcaica es la Vaca Sayaguesa, de Tronco Mediterraneo...a no ser, que seas más experto que Sanchez Belda y un nutrido grupo de Veterinarios, algunos ya fallecidos del Ministerio de Agricultura, a los que debemos la práctica totalidad de los tratados sobre Razas Autóctonas. NO TE INVENTES COSAS. La llamada Raza de Lidia, corresponde a una serie de ganado seleccionado para ese único y excluisivo fín con aporte genético de razas autóctonas ibéricas.(de las de verdad). Colgaré después una foto de anteayer de una finca bastante famosa de Ciudad Rodrigo, donde casi todos los novillos tienen el mismo perfíl, nada coincidente con otras castas, pero los hay de color negro, gris, blanco y negro, etc. Como el arco Iris, dependiendo de la sangre de las razas que han servido para dar originalidad a esa divisa.Dar el rango de RAZA, etnozoologicamente hablando a Toro de Lidia, así en su conjunto es como adiestrar a unos perritos milleches para que den toques con la nariz a una pelota y debido a temas ecónómicos y de otra índole los criadores, convirtiendolo en "simbolo nacional" se inventaran el NARIO (caracteristicas de agilidad en el toque de pelota) y lo denominaran Raza de Hociqueo.Incluso ya he leido que algun debatiente se refiere al toro de Lidia como "esa especie". Un poco más y ya se convertirá en todo un Reino aparte: el animal, el vegetal, el fungi y el lidio.
Siempre con las mismas frases hechas:
.Que sin las corridas la raza desparecerá.
Las que están despareciendo son las razas autóctonas de vacuno, pero las de verdad, las que han costado cientos y cientos de años conseguir para que se adapten a los dificiles medios de la península. Y nadie dice ni MU (y nunca mejor dicho). Y menos los aficionados a la tauromaquá, tan expertos ellos en toros.
. Que es una tradición milenaria:
(sin comentarios).
. Que a los detractores de las corridas de toros no les importan los seres humanos.
NUNCA, y digo nunca he conocido a una persona sensible a la crueldad animal que no se muestre compasiva con los seres humanos. NUNCA. En cambio si he visto lo contrario y es que las personas crueles con animales casi siempre son crueles con los humanos (al menos con algunos).
Y ahora que alguno se cree en el derecho de juzgar y valorar a otros, como hizo Habis, en su particular alarde de despliegue de cola. Solamente decirte que utilizando los métodos dialécticos a que algunos estáis acostumbrados, me rebatas las siguientes premisas:
. Que es más facil que un aficionado a las corridas sea violento y pegue a asesine a su mujer que un detractor de las mismas.
. Que es más fácil que un aficionado a las corridas sea de caracter autóritario y no asuma que existen otras lenguas en el mundo que no sea el español u otras culturas más elevadas espiritualmente.
. Que es más fácil que un aficionado a las corridas de toros tenga un bajo nivel cultural y un nivel de renta medio-alto.
.Que es más facil que los aficionados a las corridas de toros sean personas conservadoras, de una idea fija, de poco espíritu crítico y valedoras de una idea del pasado de un orden social, una superioridad de lo español, asociado a lo andaluz y a lo castizo.
. Que los aficionados a las corridas se embeben en un mundo machista, xenófobo y clasista. En mundo del paquetón del torero (maestro) vestido de forma ridícula, del muy macherío, de las manolas, del pasodoble, de los puros cubanos (de Cuba eso sí les gusta) de las rubias de bote con gafas armani y de los brindis a autoridades y otros gusarapos.
Y ya paro, aunque tenía muchas más premisas de esas, tan gustosas de utilizar por parte de alguno en los debates.
Y como final, para que te deleites Habis y logres unos espamos seminales de campeonato, te diré que sí, que eres superior a todos. Que la batalla por la razón la tenemos perdida hace ya mucho tiempo.
Y que, viendolo "en su conjunto", la tortura y el sufrimiento de unos cientos o miles de toros en escarnio público, porque una serie de gente (con mirada de conjunto) descubre una especie de cosa que ellos llaman arte, no tiene importancia cuando la península arde por sus cuatro costados,(patética la vuelta de Oporto a Salamanca, al menos 30 incendios y cientos de sirenas azules en la noche de bomberos), el atlántico rebosa de espumarajos de color mostaza y en Europa a la destrucción le llamamos construcción.
Ese es el mundo que se ha construido y es el que algunos defienden.
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Y una advertencia Habis:
No te pases de listo con la gente que participa en el debate.
Evita alusiones sobre las características de cada uno. Yo se a que vienes aqui. Nos conocemos hace tiempo. Así que o das tus opiniones sin tachar al personal como a ti te apetece o te surprimo.
Ya te he visto en el debate, que aprovechas para provocar reacciones personales. Es cierto que lo sabes hacer muy bien. Sabes provocar con frasecitas claves. Pero no te olvides que en cuanto te detecte alguna te voy a suprimir la intervención entera. Así que tu mismo.
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Y aqui va la foto prometida. Esa una casa de ganado bravo de Ciudad Rodrigo (Salamanca). Estos toritos bravos, serían todos de la misma "raza". Cuando estamos viendo solamente en la mismo ganadero, capas completamente distintas entre ellos que nos señalan sin duda el aporte de sangre externo de diferentes razas. El de la derecha el tipo es practicamente el de la Raza Morucha de Salamanca, la que obviamente habrán utilizado para conseguir la divisa y el tipo deseado. Conclusión: si se desapareciera esta casa ganadera o todas no desaparecería ninguna raza en concreto, sino unas reses con mucho domorfismo entre ellas con una única actitud común: comportarse de una determinada forma en la plaza de toros, cosa que no se consigue solamente a nivel de cruces sino con un manejo determinado en pleno campo. Osea que eso de que se pierde material genético....un bulo habilmente difundido entre los profanos para justificar en algo la existencia de las corridas y por supùesto estas casas ganaderas cuyas rentas son millonarias.

¿Que la mayoría de los toros bravos son negros?, evidentemente no es porque salgan de la Casa de Vistahermosa, sino porque la base de su genética son las razas negras andaluzas y algo de la Avileña Negra que aún existen.
¿Y la capacidad de embestir?, estos toros bravos de divisa la tienen ya que las propias razas autóctonas de las que tiran para hacer sus banderas tienen esa capacidad natural a la embestida.
Así que menos falacias compañeros del metal.
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Cuanto más leo de este tio más me enciendo.
Respuesta para Marcovito:
Mi opinión sobre la desaparición de la "raza" la he expuesto algo así como quinientas veces.
Y sobre las dehesas, ya lo comenté en un principio, pero sería deseable que el mantenimiento de esas dehesas en el centro y sur ibérico se mantuvieran con ganado extensivo en general. Ganado de Carne vacuno selecta, cabañas de pórcino ibérico, etc y donde las rentas que generasen esas dehesas repercutieran de una manera más directa en los habitantes de las zonas; cosa que no sucede con las Dehesas de Ganado Bravo, ligadas a terratenientes o a la aristocracia.
Y para el Habis, tan certero él en la elaboración de perfiles piscosociológicos:
Siento decirte, pero no eres el único gilipollas que ha pagado por entrar a una plaza de toros para presenciar una corrida. No se que epitetos me dedicarias en mi perfil (si perteneciente a la progresía, pseudointelectual, urbanita ecologistoide, etc); pero solamente comentarte, por darte unas pistas en tus clases de "confeccion" que he asistido a más de 50 corridas de Toros en Plzas Grandes, que soy el primero de mi familia que no se dedica la ganadería, no de brava por supuesto, (que para eso hay que tener apellidos, fincas y mucho dinero o que algún antepasado tuyo se haya dejado follar por algun marques o similiar), que he corrido en los encierros de pamplona 3 veces y otras 70 u 80 en otros pueblos de la mitad norte donde se celebran, y que alguna vez he tenido una vaca brava o un novillo bastante más cerca de lo que me hubiera gustado, concretamente dos veces, sin pinchazo pero con contunsiones. Que me gusta participar en los encierros. Que es cierto que cuando estás en una plaza se te olvida (o se minimiza) el sufrimiento del animal y que los encierros, si nadie hace putadas a las reses, no causan ese sufrimiento extremo hasta la muerte, sino estrés al toro. Aún así, si me pidieran mi opinión prohibiría la celebración de ambas cosas: corridas y encierros: las primeras porque hace falta ser muy ingenuo pàra ver arte en esa soplapollez comercial que acaba con la muerte a sablazo (en el mejor de los casos) de un animal agotado y herido previamente y los segundos por el riesgo alto que al que se someten las personas que participan en un encierro.
Aun así, con mi opinión por delante dos diferencias notables Norte- Sur.
El el norte no somos tan sensibles al arte torero ese de chicuelinas, verónicas, banderilleros con la barriga como un tonel y torerillos marcando paquete y hombría para luego entre encomendaciones a la Virgen del Burladero y a la de la Capota, pajillearse con media cuadrilla. La estampa es totalmente dantesca, esos trajes y esa ceremonia privativa tan típica de los andaluces sometidos al señorítismo.
Esas clases sociales y rangos tan meticulosamente estudiados. Bua!
En el norte, los encierros esconden otro espíritu mucho más atavico, colectivo y participativo.
Los toros se sueLtan por la calle LIBRES y GRATIS, y el que lo desea participa en el grado que lo desea. Otra historia distinta. Completamente distinta. Así que ese rollito españolito de la Lidia es más bien el inventito de señoritos del sur en el que se ofrecen jovenes promesas como carnaza de cañón en busca de fortuna y el dorado frente a los pitones de animales de terratenientes y en presencia de autoridades (no olvidemos quien formaba parte de estas autoridades hasta hace dos dias) y de "señoras" de dudosa humanidad cargadas de joyas, peinetas , ambición y prejuicios.
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El nombre de esta singular raza española proviene de su particular aptitud zootécnica y único destino: la lidia o espectáculo en el que juega el valor, habilidad y riesgo del hombre, frente al ataque, superioridad física y acción instintiva del animal. Aunque tardía aquella denominación está ampliamente difundida entre los ganaderos.
Oficialmente en España está clasificada como de fomento y a nivel general de raza rara por peculiar especialidad.
La raza de lidia se forjó en el seno de los troncos bovinos españoles (Ibérico, Turdetano, sin excluir el Cantábrico) por un proceso endogámico con orientaciones de cría totalmente opuestas a las seguidas para la totalidad de la especie bovina desde la domesticación que en vez de retener y perpetuar los individuos más manejables, la elección recaía en los menos predispuestos al yugo y mayormente rebeldes o mejor dotados para festejos.
En 1905 los ganaderos se organizan y fundan la Unión de criadores de Toros de Lidia (U.C.T.L.) con fines exclusivos de defensa frente a un mercado confuso y abusivo por parte de los empresarios taurinos. Del acierto comercial no hay constancia, como suele ocurrir en este sector, pero sí de su gestión, al conseguir del Estado el reconocimiento oficial y la exclusiva de venta para corridas de toros y novilladas picadas, quedando para los no asociados los demás festejos. Estos buscan también el reconocimiento oficial y forman la llamada Asociación Nacional de Ganaderías de Lidia (A.N.G.L.), después secundada por la Agrupación Española de Reses de Lidia (A.E.R.L.) y Ganaderos de Lidia Unidos (G.L.U.)
Pilares unitarios, símbolos estructurales y piezas básicas de las Asociaciones son los hierros, que de diseños registrados para marcar las reses a fuego toman el rango señalado y alcanzan valor comercial propio.
En 1990 las Asociaciones ponen en marcha la gestión del libro genealógico que absorbe el Registro de Nacimientos de Reses de Lidia creado en 1968.
Y para desmontar el MITO de la antiguedad del Toro de Lidia, ahí van las castas más antiguas que han dado paso a la llamada Rza de Lidia. Evidentemente son las razas autoctonas (las de verdad) de donde salen estas "castas" a las que curiosamente no hacen ni mención.
Milenarias si, de cojones.
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CASTAS DE ORIGEN DEL TORO DE LIDIA ACTUAL
Las castas que han dado origen al toro de lidia actual son cinco : Casta Cabrera, Casta Jijona, Casta Navarra, Casta Vazqueña y Casta Vistahermosa.
I.- Casta Cabrera : Se ignora de donde procedían estos toros, aunque distintas fuentes apuntan a los campos de Tarifa. Los toros de Cabrera eran de gran alzada, largos, agalgados y por lo tanto de mucho peso; con defensas desarrolladas, ágiles en la lidia y de mucha bravura.
El fundador de la vacada de estas reses cabrereñas fue D. Luis Antonio Cabrera, en Utrera (Sevilla) hacia el año 1730. En 1850 D. Juan Miura adquirió un gran numero de vacas y machos cabrereños. Es por esto que donde hoy se conserva con más pureza la Casta Cabrera es en la ganadería de Miura, donde siguen predominando los toros agalgados, de cuello largo y flexible, y gran alzada.
II.- Casta Jijona : Dicen los historiadores que en La Mancha, en los agrestes Montes de Toledo, pastaban manadas de ganado vacuno en estado salvaje, y que al comienzo del siglo XVII, D. Juan Sánchez Jijón trasladó muchas de estas reses a Villarubia de Ojos, de donde era vecino, y que mediante una esmerada selección consiguió hacer una ganadería brava, la que llegó a gozar de gran renombre. Eran toros de gran tamaño y astas muy desarrolladas, pero su principal característica era el pelo colorado encendido, por lo que a los toros de esta pinta se les denomina jijones. Fue muy famosa esta casta hasta finales del siglo XIX, en que empezó a declinar debido a sus numerosos cruces.
III.- Casta Navarra : La procedencia de estas reses, que en siglo pasado gozaron de un merecidísimo prestigio, se pierde en la más remota antigedad, aunque parece claro que provenía de las distintas vacadas que pastaban en las montañas de Navarra. De todas las vacadas navarras, ninguna llegó a igualar a la del banquero D. Nazario Carriquiri. Eran toros de pequeño tamaño, colorados, ágiles, duros como rocas y de una bravura indomable. Tienen la cabeza pequeña , son chatos, tienen los ojos grandes y saltones, cuello corto y ancho y cuerpo pequeño.
Daza describe al toro navarro de la siguiente manera : " Aunque son pequeños, en bravura y astucia son demasiado grandes; que los picadores que sin experiencia los ven tan menudos, les llaman torillos de Navarra, pero que después, con el escarmiento llaman señores toros".
En la actualidad existe un numero muy reducido de vacas de esta casta.
IV.- Casta Vazqueña : Con reses de procedencia desconocida, fundó esta casta allá por 1750, D. Gregorio Vázquez, en Utrera (Sevilla). Años después se agregaron reses de Cabrera, que le proporcionaron tama&nt ilde;o y peso. A la muerte de D. Gregorio, su hijo se da cuenta que a su ganadería le faltan las características que debe tener un toro de lidia : bravura y nobleza. Tras numerosas odiseas, decide mezclar su ganadería con la del Conde de Vistahermosa, ganadería de reciente creación pero poseedora de las características que le faltaban a la suya. El señor Vázquez logró que el Conde de Vistahermosa le entregase vacas y machos , que proporcionaron el fruto apetecido. Así, la Vazqueña, junto con la Cabrera y Vistahermosa formaron el trio de castas que acapararon la atención del público.
Los pelos y tipos de la vacada son variados, debido a la cantidad de sangres que participaron en su formación. En general son toros anchos, de muy bonitas hechuras y muy bien encornados. En 1830, a la muerte de D. Vicente José Vázquez, la ganadería se disgrega, adquiriendo el rey Fernando VII la parte más numerosa, que trasladó desde Utrera (Sevilla) hasta Aranjuez (Madrid). Al fallecer el rey en 1833, la real vacada es cedida al Duque de Veragua, quien efectuó cruces con toros jijones. El resto de la ganadería de Vázquez fue adquirida por otros ganaderos y dieron lugar a varias de gran renombre.
V.- Casta Vistahermosa : Fundada por el Conde de Vistahermosa, quien compró a unos ricos labradores de Dos Hermanas (Sevilla) en 1772 el ganado que poseían. Es la casta que mayores y mejores resultados ha dado. De ella proceden la casi totalidad de las ganaderías de toros bravos actuales, con las que se han llegado a formar distintas estirpes (cosa que no ha pasado con ninguna otra) como son las de Murube, Saltillo, Parladé y Santa Coloma, que si bien proceden de la misma rama son morfológicamente diferentes entre sí.
Estos toros daban excelentes resultados en todos los tercios de la lidia. Finos de hechuras, de buena y proporcionada cornamenta, bravísimos, ligeros y de gran nobleza.
En 1821 esta ganadería fue vendida en cinco lotes.
Resumiendo: antiguedad de las castas de Ganado Bravo:
SIGLO XVIII. Un poquito después que el Uro creo yo.
que antiguuuuuuuuuo toooooodo!
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Y que conste que respeto al que le agrade asistir a corridas de toros, a pesar de que me parece algo sacado de contexto para extenderlo en la llamada "fiesta nacional" con todo lo que eso conlleva, y que no me parece una cosa tan estética que genere tanta defensa a ultranza a no ser (como sospecho) que lo que se defiende a ultranza no es el espéctáculo en si mismo, sino la simbología y el significado y las connotaciones que tiene. para mí negativas por supuesto. No soy de los activistas para su abolición ni las de los encierros. A pesar de que los ultimos me gustan y de que ya he dicho que si fuera por mí, suprimiría ámbas cosas por las causas antes mencionadas.
Pero tonterías las justas. Y frases hechas también. Siempre leo en todos los foros relacionados "esa cosa" tan absurda de justificar ese espectáculo con la pervivencia del "toro español", la especie de "toro bravo" y otras cosas sinsentido ni conocimiento alguno.
El empleo de TOROS BRAVOS de diferentes razas ibéricas se pierde en la noche de los tiempos. Las corridas de toros no. Y ese empleo cambia de norte a sur y de este a oeste.
.Vaquillas
. Lances
. Cortes
. Saltos
. Encierros
. Toros de fuego y toros embolados
. Toros enmaromados....
Y curiosamente la que más polémica crea es la de la "Fiesta Nacional", inventillo relativamente reciente del sur español para crear esa conciencia uniformizadora taurina esencia de "lo español" que es precisamente lo que yo critico.
Aqui no se está hablando de toros ni de ganado, se está hablando de formas de entender la política y celebrar las fiestas con esos toros.
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Evidentemente Rosa, son premisas inventadas que no se pueden probar. Tal cual como que los que critican las corridas sean ecologistas o que no tengan compasión por un ser humano y si por un toro bravo.
He querido aplicar la misma medicina que nos da Habis en frasco grande.
Y paisanín alevín, es algo rutinario si. No me gusta que ningun petulante de por hecho que tal o cual participante es un timorato, o un progre o un gordito bien alimentado. Y que además lo diga en público con toda la desfachatez, esperando la reacción propia de los interesados para seguir dándose mecha y sientiendose "reina" por un día.
Aquí los "reinados de un día" hay que currarselos de otra forma.
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Bonita ilustración. Yo voy a insertar unas imagenes de las distintas fiestas que se celebran con toros a lo largo de la península. Al fin y al cabo, este foro iba de este asunto y no sobre las Corridas de Toros que lo capitalizan todo. Por cierto, pocos años tienen las plazas de toros que hoy en día en algunos lugares se tienen que alquilar portátiles cuando con cuatro palos y en la plza de los pueblos se montaban buenos jolgorios. Ahora pagan fortunas por el alquiler de estas plazas de cartón pintado porque está mal visto celebrar vaquillas pero en cambio llevar novilleros segundones de provincias con toda la parafernalia estética que ya conocemos es una cosa muy habitual que hagan determinados ayuntamientos para tirarse el pingüi. Si los del norte, argumentáis la tradición en la defensa de las corridas de toros, no entiendo como no defendéis este otro tipo de eventos más propios de nuestras latitudes que no las corridas de toros.






Cortes. Fundamentalmente en Castilla y en Leon.
Toros embolados o de fuego. Mitad nororiental. Mediterraneo.
Encierros. Mitad norte.
Toros enmaromados. Mitad norte.
Vaquillas. Mitad norte.
Ya sabéis. si es por tradición, no se que narices se hace apoyando las corridas de toros sureñas y aristocráticas.
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Otro interesante y personal punto de vista distinto. Para mí bastante enriquecedor y una actitud y sentimientos muy frecuentes en bastantes personas que conozco amantes de todas las fiestas con toros. También pienso que es una actitud que va in crescendo. Hace años, cuando yo era un rapaz, en los encierros de mi pueblo paterno, se daban cachabazos y zurriagazos a los toros según pasaban corriendo por parte de muchos espectadores (sobre todo los más ancianos) situados tras las talanqueras. Hoy en día es impensable y cualquiera que infrinja daño deliberado a las reses se enfrenta a una reprimenda general.
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Rcg, no te lies...no se trata de competir cual de los eventos con toros es más salvaje, sino en desmontar la argumentación de la tradición de las Corridas de Toros, por parte de personas del Norte. No estoy insinuando nada sobre los andaluces, sino de la raigambre clasista de las Corridas de Toros y de que es un invento de la aristocracia, así como de las casas que crían este tipo de ganado. Sigo reiterando que respeto que ese espectáculo agrade a algunas personas; lo que no es real son las argumentaciones sobre pervivencia de la supuesta raza ni de su tradición. Nadie se ha parado a pensar porque la denominada por la administración raza de Lidia, goza de todas las protecciones y fomento reales y tenemos en la península cerca de 12 razas autóctonas en inminenete peligro de extinción. Cualquier ayuntamiento modesto gasta varios millones de pesetas al año en organizar dos corridas de toros mediocres y en cambio la Administracion regional de Castilla Y León destina 10 millones de pesetas para preservar la raza Sayaguesa, verdadera joya zoologica que cuenta con menos de 1.000 efectivos. La raza que según todos los expertos es la reproducción actual del antiguo Uro ibérico. Esa es la tomadura de pelo que me indigna y que pone en relieve la manipulación pública y de los medios cuando hablan de que en esas reses bravas de ganaderías de la nobleza y los terratenientes descansan los genes del uro milenario.
Esta claro que las Corridas de Toros enriquecen a unos cuantos, están más reguladas y eso hace que sean preferidas a los encierros u otro tipo de espectáculos. No estoy valorando unas respecto a otras. Lee bien mis intervenciones.
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yo no perdería de vista tampoco a los promotores de minas a cielo abierto y canteras de granito, negocio éste último muy suculento debido al auge del fenomeno des(cons)tructivo. Es mucho más fácil conseguir una licencia de explotación en un suelo calcinado sin vegetación que sobre uno con arbolado.
En Portugal, he visto bastante coincidencia entre focos de incendios y la presencia de canteras de granito.
Biblioteca: GALIZA ARDE
¿cuando te refieres al uso, te refieres a la realización de actividades en ese suelo o a su recalificación de rustico a urbanizable?. Son cosas distintas. Puede ser (lo desconozco) que no se permita su recalificación pero que se pueda destinar a los usos permitidos por la ley en suelo rustico, entre ellos la mineria extractiva.
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
Para enmarcar un poco de que espectáculos estamos hablando ahí pego la Ley 10/1991 sobre espectáculos taurinos.


¿recordáis las "charlotadas taurinas " que muchos niños de mi generación nos hemos tenido que tragar como el colmo de lo chistoso y gracioso?. A mis 10 años, me parecían tétricas, inquietantes e inhumanas. Un espectáculo donde se denigraba al toro, al espectador y a los propios "bomberos toreros", entre las carcajadas generales.
La legislación vigente (Ley 10/1991, de 4 de abril, sobre potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos) no parece ser muy tajante a la hora de establecer las diferencias entre las diversas clases de festejos taurinos, ni tampoco en el afán de precisar la nomenclatura específica que debe aplicarse a cada una de las actividades lúdico-festivas que giran alrededor de algún individuo perteneciente a la raza bovina de lidia. Así, en su artículo 2 ("Clases de espectáculos taurinos") establece que "los espectáculos taurinos se clasifican en corridas de toros o de novillos, celebradas en plazas de toros permanentes o habilitadas temporalmente para ello, y en festejos taurinos realizados en tales plazas o en lugares de tránsito público" (apart. 1). Y más adelante, en su artículo 10 ("Otras corridas y fiestas taurinas"), añade que "reglamentariamente, se determinarán las condiciones en que hayan de celebrarse el toreo de rejones, los festivales taurinos con fines benéficos, las becerradas, el toreo cómico y demás espectáculos" (apart. 2), para referirse luego a "los encierros tradicionales de reses bravas, la suelta de reses para fomento y recreo de la afición y el toreo de vaquillas". De todo ello parece desprenderse que a la Ley le interesa, sobre todo, determinar cada clase de espectáculo taurino en función del lugar en donde se verifique, delegando en el Reglamento a la hora de fijar otros requisitos y criterios -tanto de índole técnica como de origen tradicional- que distingan entre sí a unos festejos de otros.
Por su parte, el Reglamento vigente en la actualidad (4945 Real Decreto 145/1996, de 2 de febrero; por el que se modifica y da nueva redacción al Reglamento de Espectáculos Taurinos), de acuerdo con ese afán de precisión y exhaustividad que le exige su propia naturaleza, dedica un artículo entero a la clasificación de los distintos espectáculos taurinos que pueden celebrarse hoy en día:
"TÍTULO IV:
Disposiciones comunes a todos los espectáculos taurinos.
CAPÍTULO I:
De las clases de espectáculos taurinos y de los requisitos para su organización y celebración.
Artículo 25. A los efectos de este Reglamento, los espectáculos y festejos taurinos se clasifican en:
a) Corridas de toros [...].
b) Novilladas con picadores [...].
c) Novilladas sin picadores [...].
d) Rejoneo [...].
e) Becerradas [...].
f) Festivales [...].
g) Toreo cómico [...].
h) Espectáculos o festejos populares [...]".
Siguiendo, pues, las pautas marcadas por la actual reglamentación vigente, a continuación se ofrece un somero repaso de cada una de estas modalidades de espectáculos taurinos, no sin antes advertir que algunos de ellos -los que sobresalen por su frecuencia e importancia- tienen un tratamiento más exhaustivo dentro de su voz correspondiente. Además, se añadirá un último apartado, de extraordinario interés para el aficionado a los toros, que engloba aquellas actividades ganaderas que, por su brillantez, colorido y amenidad (y por la destreza que exigen y el riesgo que comportan) están próximas a la consideración de festejo o espectáculo.
Las corridas de toros habituales.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian toros bravos cuya edad está comprendida entre los cuatro y los seis años de edad. La lidia corre a cargo de los profesionales taurinos que han tomado la alternativa, es decir, de aquellos matadores de toros que, tras haber intervenido en un mínimo de veinticinco novilladas picadas, han dejado de ser novilleros desde que se anunciaron en una corrida de toros en compañía de otros matadores ya consagrados.
Corridas benéficas.
Son aquellas corridas de toros organizadas con la finalidad expresa de recaudar fondos para alguna obra social. Se diferencian de los festivales en que los toros han de salir al ruedo con las defensas intactas, y los matadores han de hacer el paseíllo vestidos de luces; dicho de otro modo, las corridas benéficas deben desarrollarse siguiendo las normas que establece el Reglamento para cualquier otra corrida normal, sin gozar de las excepciones que afectan a los festivales.
En algunas ciudades importantes, sobre todo en Madrid, la Corrida de Beneficencia constituye una cita anual de obligado cumplimiento, y goza de un prestigio social que para sí quisieran otras muchas convocatorias, de cualquier índole socio-cultural, que se anuncian amparadas en su supuesto carácter tradicional. Porque la tradición, en el caso de la Corrida de Beneficencia de Madrid, se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando el propio Felipe II dispuso que se celebrase anualmente un espectáculo taurino cuyos beneficios habían de proveer las débiles arcas del Hospital General, ubicado entonces junto al Prado de San Jerónimo el Real. El Hospital General era una institución creada para auxiliar a aquellos enfermos cuya pobreza les había imposibilitado para recibir cualquier otro tratamiento médico, y sufragaba malamente sus gastos a partir de las donaciones y concesiones que recibía, o por medio de rentas especiales que le fueron asignadas por la Administración desde Felipe II hasta Carlos II, o, incluso, a través de los impuestos con que se gravaban algunos productos y espectáculos (como los toros y el teatro).
Con la subida al trono de Felipe V, se reparó en que aquella vieja institución benéfica de los Austria subsistía en medio de una pobreza indecorosa, por lo que el nuevo monarca decretó, en 1743, que se construyera una plaza de madera junto a la Puerta de Alcalá, para que allí se verificasen espectáculos taurinos que pudieran engrosar las arcas del Hospital General. Poco tiempo después, en 1749, Fernando VI ordenó que dicha plaza de madera fuera demolida y sustituida, en el mismo emplazamiento que había ocupado, por otra de obra de fábrica, que fue inaugurada en 1754. Para entonces, ya se había dictado una Real Cédula que reconocía al Hospital General como único propietario de esta plaza, y le facultaba para gestionarla directamente o arrendando su administración a quien creyera oportuno. El 5 de noviembre de 1754, una Real Pragmática vino a corroborar todo cuanto disponía esta Cédula, por donde se echa de ver que la consolidación y reglamentación del toreo moderno (permanentemente ligadas, como es lógico, a la erección de plazas estables) tiene un origen benéfico, circunstancia que hoy en día ignoran u olvidan casi todas las voces antitaurinas.
El alcance de esta Real Pragmática de Fernando VI queda de sobra demostrado cuando se repara en la dilatada vigencia que tuvo, renovada el 7 de mayo de 1928 por Alfonso XIII. No obstante, desde mediados del siglo XIX se había vuelto a notar que la explotación ordinaria de la plaza no era suficiente para atender todas las necesidades del Hospital General, por lo que, trayendo a la memoria la antigua disposición de Felipe II, se decidió convocar una corrida anual, de carácter extraordinario, cuyos beneficios irían destinados íntegramente a paliar el déficit de aquella benemérita institución sanitaria. Y así, en el año de 1856 se celebró en Madrid la primera Gran Corrida Extraordinaria de la Beneficencia, que desde entonces hasta la fecha (1998), sin cambiar de denominación, se ha venido repitiendo ininterrumpidamente.
Corridas-concurso.
Reciben este nombre aquellos espectáculos taurinos convocados para premiar la bravura de uno de los toros que participan en dichos festejos. Generalmente, en una corrida-concurso se lidian seis reses bravas, pertenecientes cada una de ellas a una ganadería distinta; de ahí que el orden de aparición de cada toro en el ruedo venga fijado por la antigüedad de las distintas divisas, sin necesidad de realizar un sorteo que determine el turno en que ha de ser lidiada cada res. Naturalmente, sale en primer lugar el toro perteneciente al hierro más antiguo. Si se inutiliza uno de los toros anunciados, deberá ser sustituido por otro marcado con la misma señal; si ello no es posible, el sobrero que lo reemplace seguirá ocupando el orden del desechado, pero no entrará en concurso.
Habida cuenta de la importancia que cobra la suerte varas a la hora de probar la bravura de las reses, en una corrida-concurso se adoptan una serie de medidas encaminadas a que el primer tercio se desarrolle en toda su pureza. Así, se delimita con cal la zona diametralmente opuesta a los toriles o chiqueros, para que en ella sean picadas las reses, ya que el toro verdaderamente bravo se arranca hacia el caballo aunque éste se halle en el punto más alejado de la querencia natural de las reses, que es la de chiqueros. Asimismo, para optar al premio de bravura, el toro tendrá que haber acometido al caballo al menos en tres ocasiones; pero si su mucha bravura le sigue impulsando a embestir contra el equino, a partir del cuarto puyazo el picador deberá señalar su acción con unas puyas especiales (las de tienta), en previsión de que un castigo excesivo merme las fuerzas de la res y desluzca su juego en los restantes tercios de la lidia.
El jurado encargado de determinar la bravura de cada toro y de conceder el premio al morlaco triunfador suele estar formado por aficionados y profesionales relacionados con el mundo del toro (toreros, veterinarios, periodistas), o por los propios mayorales de las ganaderías concurrentes. No obstante, la petición de indulto (si es que algún toro se hace merecedor de tal galardón) corresponde, como en cualquier otra corrida ordinaria, al público asistente, que habrá de manifestarla agitando sus pañuelos cuando el espada se disponga a ejecutar la suerte suprema. Será entonces el Presidente del festejo quien, en función del número de pañuelos, decida si se perdona o no la vida de la res.
Históricamente, ha tenido un especial protagonismo la corrida-concurso que año tras año, desde el día 11 de septiembre de 1955, se celebra en la localidad gaditana de Jerez de la Frontera, a instancias de don Álvaro Domecq y don José Belmonte. En ella se da la particularidad de que es el ganadero quien, de acuerdo con la decisión del público congregado, solicita el indulto de su propio toro cuando estima que le puede servir para seguir padreando.
Corridas goyescas.
Son aquellas en las que los matadores de toros contratados para lidiarlas no visten el traje de luces característico de su oficio y rango, sino que lucen una indumentaria propia de los toreros retratados en los óleos y grabados de don Francisco de Goya y Lucientes. Además de los matadores de toros, en una corrida goyesca están obligados a vestirse a la usanza de dicha época todos los miembros de sus cuadrillas, el personal auxiliar de la plaza y, en general, cualquier persona que ha de aparecer en el ruedo (monosabios, areneros, mulilleros, chulos de toriles y de banderillas, etc.).
El carácter goyesco de un festejo sólo afecta a la vestimenta de sus protagonistas, ya que la corrida se desarrolla siguiendo las pautas de cualquier otro espectáculo taurino ordinario, y ajustándose a las normas que para ellos establece la reglamentación vigente. A lo sumo, algunos toreros más motivados que otros intentan recuperar, en el transcurso de estos vistosos festejos, algunas suerte antiguas que han caído en desuso; así ocurrió, v. gr., en la corrida goyesca que toreó en solitario en Madrid, el día 2 de mayo de 1996, el espada José Miguel Arroyo Delgado ("Joselito"), en la que el banderillero Manuel Ignacio Ruiz recibió autorización para ejecutar el salto de la garrocha.
La costumbre de celebrar corridas goyescas es relativamente nueva, ya que la primera de ellas, verificada en Ronda (Málaga), data de 1954. Se eligió como escenario este bello pueblo malacitano no sólo por su ilustre tradición taurina, sino también porque su actual plaza de toros, construida enteramente en piedra y madera, se remonta a 1785. Además de esta tradicional corrida rondeña, en el transcurso de cada temporada hay citas fijas con otras ilustres corridas goyescas, como las celebradas en septiembre en la plaza de toros de Aranjuez (donde también el pueblo suele acudir ataviado a la usanza del siglo XVIII), y en la plaza Monumental de Las Ventas, el día 2 de mayo, para festejar las fiestas de la Comunidad de Madrid. Hace unas décadas, gozó de gran renombre la que cada año organizaba el Círculo de Bellas Artes de la capital de España.
Corridas landesas (o vasco-landesas).
Son aquellas que se celebran desde tiempos remotos en la región francesa de Las Landas, con toros embolados como protagonistas, aunque también se recurre a vacas y a bueyes de menor bravura que el ganado de lidia. Los aficionados que actúan en ellas limitan sus intervenciones a quebrar la acometida del toro y, especialmente, a saltarlo de cabo a rabo. Al igual que sucede con los distintos pases del toreo normal, las diversas modalidades de salto que se dan en la corrida landesa están registradas por su propio nombre (a pies juntos, mortal, torinquete, etc.).
Corridas mixtas.
Son aquellas en las que interviene uno o más rejoneadores al lado de uno o más matadores de toros, o aquellas en las que se anuncian en los carteles toreros y novilleros, para lidiar, según corresponda a cada cual, toros y novillos. En las corridas mixtas de rejones, suelen anunciarse dos toreros de a pie y un caballero rejoneador, que está encargado de romper plaza, es decir, de intervenir en primer lugar.
Corridas nocturnas.
Como su propio nombre indica, son las que se celebran por la noche, merced a las instalaciones eléctricas de las plazas actuales. Entran en este apartado de corridas porque reciben dicho nombre genérico (corridas nocturnas), si bien este apelativo engloba cualquier suerte de espectáculo taurino que se verifica por la noche; de hecho, suele tratarse más bien de becerradas, toreo cómico o novilladas en las que se ofrece una oportunidad a los novilleros más noveles. Es raro que una corrida seria tenga lugar en horas nocturnas, ya que el aficionado taurino las prefiere vespertinas y, excepcionalmente, por la mañana.
Lógicamente, no hubo corridas nocturnas hasta que no se introdujo en las plazas de toros la iluminación eléctrica. Según cuenta don José María de Cossío en su monumental obra Los Toros, las más antiguas de las que han quedado noticias se verificaron en Madrid, en el verano de 1879, durante el cual se anunciaron algunas en la placita llamada de los Campos Elíseos, bajo la luz de unos focos que, según los carteles de entonces, eran "tan potentes como los de la Puerta del Sol". Se trataba, desde luego, más bien de novilladas o becerradas; pero despertaron tanto interés en la afición que, en varias de ellas, fue necesario el concurso de la Guardia Civil , ante los desórdenes originados por el exceso de espectadores. Al margen de estos antecedentes, en Madrid la primera corrida nocturna seria no tuvo lugar hasta el 3 de julio de 1915, fecha en la que se ofreció un festejo de estas características en la plaza de la carretera de Aragón (ubicada donde hoy se levanta el Palacio de los Deportes).
En la última década del siglo XX se ha recuperado en Madrid, en la plaza Monumental de Las Ventas, la vieja tradición de organizar algunas novilladas veraniegas nocturnas en las que se ofrece la oportunidad de presentarse ante la primera afición del mundo a los novilleros principiantes que, de otra forma, tendrían muchas dificultades para hacer el paseíllo en la Villa y Corte. Suelen programarse los sábados del mes de julio, a las diez de la noche.
Corridas de plaza partida.
Los intentos por dotar de amenidad a un espectáculo que aún no estaba reglamentado ni organizado dieron origen, en pleno siglo XVIII, al nacimiento de una tan vistosa como peregrina clase de corrida: la división de plaza o plaza partida. Para celebrar este tipo de festejos, se dividía el ruedo en dos mitades iguales, fijando una barrera diametral de madera que tenía la misma altura y el mismo color que la barrera ordinaria. El divertimento de la afición parecía incrementarse al contemplar dos lidias simultáneas, una en cada semicírculo de la plaza; porque, al margen de que el interés de cualquiera de ellas podía hacer olvidar el aburrimiento que, simultáneamente, estaba provocando la otra, lo cierto es que el público encontraba gracioso que un torero apurado por la embestida de un toro se viera obligado a saltar una barrera que, tal vez, ocultaba detrás otro peligro mayor. Además, la costumbre exigía que la lidia ejecutada en cada mitad de la plaza se desarrollase a la par que la efectuada en la parte contigua, con lo que se producían cambios de tercio inapropiados y ejecuciones de suertes que no se ajustaban a la lidia reclamada por las condiciones del astado. De ahí que esta clase de espectáculos taurinos, que estuvo en boga hasta bien entrado el siglo XIX, fuera considerada como divertimento del público desinformado, antes que corridas serias del gusto de los aficionados cabales (de hecho, más que corridas solían ser novilladas en la que se anunciaban maletillas de escaso o nulo renombre). Y se llegó, en un alarde de mal gusto taurino que venía a preludiar las posteriores charlotadas, a dividir una plaza en cuatro partes; ocurrió en 1810, en una corrida partida organizada por la Administración de José Bonaparte, en la que se lidiaron simultáneamente cuatro novillos.
Estas funciones solían organizarse como colofón de una corrida seria, de donde nació otra diversión que era muy del agrado del público, consistente en aplaudir o censurar la rapidez o tardanza de los carpinteros a la hora de levantar la barrera divisoria. Con todo, el regocijo más celebrado se producía cuando un toro saltaba las tablas provisionales y venía a caer junto a la cuadrilla que estaba sólo atenta a la lidia de la res que le había tocado en suerte.
Si había en la plaza una terna de toreros, el coletudo de mayor antigüedad e importancia (en términos de aquellos tiempos, el primer espada) se ocupaba de la lidia y muerte de los toros que salían en la parte seria del espectáculo (es decir, antes de haberse dividido la plaza). Posteriormente, se quedaba al cuidado de las cuadrillas que intervenían al mismo tiempo en cada mitad del redondel, y actuaba allí donde estimaba que era más necesario su concurso. Respecto a los espadas restantes, cabe señalar que incluso en este tipo de festejos (más próximos al toreo bufo que a la seriedad de una corrida de toros) se seguía observando el respeto por las jerarquías, por lo que el matador más antiguo toreaba en la mitad del ruedo que recibía el beneficio de la sombra, mientras que el tercero en discordia lanceaba bajo los rayos del sol.
Corrida de la Prensa.
Viene a este artículo, con apartado propio, porque en muchas ciudades se ha convertido en una cita anual de tanta tradición como la procesión del Corpus o las uvas de Nochevieja. Se trata de una corrida de toros extraordinaria, dentro de la temporada taurina de cada plaza, que se desarrolla sujeta a las mismas disposiciones reglamentarias que rigen para cualquier otro festejo; sin embargo, su organización (ajuste de toros, contratación de toreros, publicidad, etc.) queda en manos de la Asociación de la Prensa local, que a la postre recoge las ganancias generadas por el festejo y las dedica a su obra benéfica.
Entre todas las corridas de la Prensa que se convocan anualmente en el planeta de los toros, sobresale por su antigüedad, implantación e importancia la que viene celebrándose en Madrid desde el año de 1900, primero en la vieja plaza de la carretera de Aragón (hasta 1934) y después en la Monumental de Las Ventas. Constituyeron una excepción las de las temporadas de 1908, 1909 y 1910, que tuvieron lugar en la plaza de Vista Alegre, y la de 1963, que fue una novillada celebrada en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes. En 1937, en plena Guerra Civil, no hubo corrida de la Prensa en Madrid; sin embargo, en 1938, para recuperar la perdida y mantener viva la tradición, los periodistas madrileños convocaron dos, una en Burgos y otra en Zaragoza.
En la primera corrida de la Prensa que se organizó, celebrada en Madrid el día 20 de junio del referido año, hicieron el paseíllo los espadas Luis Mazzantini y Eguía, Antonio Fuentes y Zurita, Emilio Torres Reina ("Bomba") y José García Rodríguez ("El Algabeño"), quienes dieron cuenta de un encierro perteneciente a la vacada del marqués de Saltillo.
Aunque no tiene una fecha fija de celebración, hasta hace unos años solía verificarse a los pocos días de que concluyera la Feria de San Isidro, para incluir en sus carteles a los triunfadores del ciclo isidril, como ocurre con la corrida de Beneficencia. Actualmente (1998), se suele programar en medio de las corridas anunciadas para dicha feria, pero excluida de las entradas a que da derecho el abono.
Corridas de prueba.
Cuando, a partir de 1814, se extendió la costumbre de reducir la duración de las corridas de toros, que hasta entonces duraban un día entero, a medias corridas (véase, más abajo, el apartado dedicado a este tipo de función taurina), quedó entre los aficionados el deseo de rellenar de alguna manera el tiempo que, por la mañana, acostumbraban a dedicar a los toros. De ahí que se optara, en los pueblos y capitales de menor relieve taurino, por dar suelta durante la mañana a las reses que, por la tarde, habían de ser despachadas en aquella misma plaza, para que, so pretexto de probar sus condiciones, el entretenimiento taurino matinal quedase también garantizado.
En Madrid, Sevilla y otras plazas de primera categoría se intentó también rellenar este vacío matutino con la programación de corridas de prueba, pero evitando siempre que los toros cuya lidia estuviera prevista por la tarde fueran probados (es decir, toreados y enseñados) por la mañana. Para ello, se tomó por costumbre que el ganadero cuyas reses estaban anunciadas en una corrida vespertina llevara a la plaza, en la mañana de aquel mismo día, otros toros suyos que bien podían anticipar algunas de las condiciones de sus hermanos de vacada. Así nacieron las corridas de prueba, de las que ya sólo quedan lejanos residuos en algunos pueblos castellanos y navarros, en los que la suelta o desencajonamiento de las reses que van a ser lidiadas por la tarde se efectúa por la mañana en la misma plaza, para que la afición examine a priori las condiciones del ganado. Y una vez que el ganado ha sido desencajonado en plena plaza, nunca falta un aficionado práctico que se aventura a hacer algún recorte o a pegar algún mantazo.
Corridas-toradas.
Las celebradas en Portugal (torada es lusismo por 'corrida') o al estilo portugués, es decir, sin dar muerte a los toros en la plaza, al acabar la lidia. También se aplica en algunos lugares a las corridas de rejones, por la gran afición del pueblo lusitano al toreo ecuestre.
Medias corridas.
Desde el segundo tercio del siglo XVIII, tanto en la plaza de Sevilla como en la de Madrid (es decir, en las dos "cámaras" donde se fueron "redactando" las leyes del toreo moderno) se venían celebrando corridas de toros que duraban un día entero. En la capital andaluza, menos exigente con la pureza de las suertes y con la obligada ejecución de cada una de ellas, se lidiaban y mataban en cada festejo más de veinte toros bravos, a razón de diez por la mañana y otros diez -o alguno más- por la tarde; en Madrid, donde la lidia era más compleja, se despachaba, por norma general, un máximo de dieciocho reses, cifra que poco a poco se fue reduciendo a doce, a razón de seis matutinas y seis vespertinas. En el resto de las plazas españolas, dotadas de menos recursos, sólo había toros por las tardes.
A partir de 1814, tanto en Madrid como en Sevilla se empezó a suprimir la parte matinal del festejo, dejándolo reducido a una función vespertina que recibió el nombre de media corrida. Se trata del origen remoto, claro está, de la corrida de toros actual, y de otra clase de espectáculo taurino que, aunque hoy ya ha desaparecido, tuvo mucha aceptación entre los aficionados de la primera mitad del siglo XIX: la corrida de prueba (acerca de ella, véase una información más detallada en este mismo artículo, en su lugar alfabético correspondiente).
Novilladas.
Hasta finales del siglo XIX, con el nombre común de novillada se aludía a cualquier espectáculo taurino celebrado en las plazas públicas de cualquier pueblo o ciudad pequeña; es decir, que la voz venía a ser sinónimo de 'festejo menor' o 'corrida menos importante que las celebradas en plazas de primera categoría'. Pero a partir de 1880 se empezaron a celebrar espectáculos taurinos en los que las reses anunciadas, aunque aún no hubieran alcanzado los cuatro años de edad, eran lidiadas exactamente igual que en una corrida de toros. De aquellos espectáculos proceden, por línea directa, las novilladas actuales, que cumplen la función de facilitar el aprendizaje práctico de los que empiezan a abrirse un hueco en la dura senda del toreo profesional.
Aunque el requisito principal, común a ambas, es la exigencia de que las reses lidiadas sean menores de cuatro años, el Reglamento actual hace una distinción explícita entre novilladas picadas y novilladas sin picadores.
Novilladas con picadores o novilladas picadas.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian y matan reses bravas cuya edad pasa de los tres años pero no alcanza los cuatro. Como excepción, la actual reglamentación vigente permite lidiar reses de edad superior cuando se trate de desechos de tienta, es decir, de individuos de la raza bovina de lidia que, en su día, no fueron seleccionados para ser lidiados en corridas de toros porque presentaban malformaciones en su cornamenta (mogones, hormigones, etc.); en tales casos, en los que suele salir de chiqueros lo que en la jerga taurina se conoce como novillo-toro, es obligado anunciar en los carteles que el ganado procede del desecho de tienta. En las plazas de toros de primera categoría, el peso de los novillos no podrá sobrepasar los 540 kilos; en las de segunda categoría, los 515; y en las de tercera y portátiles, los 270 en canal.
Según dispone el Reglamento, las novilladas con picadores han de verificarse siguiendo las mismas normas que regulan la corrida de toros, con la única salvedad de que los profesionales taurinos que intervienen en ellas, por un lado, no pueden haber tomado la alternativa, y, por otra parte, han de haber acreditado su participación en al menos diez novilladas sin picadores.
Novilladas sin picadores.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian y matan reses bravas que han cumplido los dos años de edad y no han sobrepasado los tres. Como su propio nombre indica, la principal característica de estos festejos estriba en que se verifican sin el concurso de los varilargueros, es decir, que en ellos no se pica a los novillos lidiados. Los oficiantes en estos espectáculos han de cumplir, al menos, uno de los siguientes requisitos:
a) Haber sido alumno de una escuela de tauromaquia durante un plazo de tiempo equivalente o superior a un año.
b) Haber sido presentado por alguna asociación de profesionales taurinos legalmente constituida.
c) Haber sido presentado por algún profesional del toreo o por algún ganadero oficialmente inscritos en los Registros legales de sus respectivas profesiones, los cuales podrán dar fe de la preparación y conocimientos que facultan al candidato para intervenir en este tipo de novilladas.
Es importante reseñar, que, habida cuenta de su finalidad específica (son ejercicios de aprendizaje), en las novilladas sin picadores está permitido que las reses salgan al ruedo con las astas manipuladas.
Corridas de Rejones.
Son aquéllos espectáculos taurinos en los que la lidia de reses bravas (que pueden ser toros o novillos) ha de efectuarse a caballo, siguiendo las normas que, según los usos tradicionales, prescribe el actual Reglamento. Los caballeros rejoneadores anunciados para lidiar y matar toros bravos tendrán que haber recibido la alternativa de manos de otro rejoneador ya consagrado; para acceder a este derecho, deberán haber intervenido, al menos, en veinte festejos de rejones en los que se hayan lidiado novillos. Por su parte, los rejoneadores noveles, para anunciarse en novilladas de rejones, habrán de cumplir al menos uno de los tres requisitos que se exige a los novilleros de a pie para participar en novilladas sin picadores.
La reglamentación vigente permite el afeitado de las astas de los toros bravos anunciados en un espectáculo del noble Arte del Rejoneo. Sin embargo, esta manipulación de las defensas no es obligatoria, por lo que cualquier rejoneador puede exigir que sus enemigos salgan al ruedo "en puntas", como se dice en la jerga taurina para aludir a las reses cuya cornamenta no ha sido alterada. Por desgracia para los buenos aficionados (que siempre desean contemplar el toro íntegro), los rejoneadores de hogaño no suelen exigir este derecho.
Los caballeros rejoneadores pueden hacerse acompañar de dos subalternos de a pie, encargados de auxiliarle, si fuera necesario, con la mera ayuda de un capote. Pero la lidia y muerte del morlaco deben darlas desde su silla de montar, sin permitir que sus peones se excedan en su cometido. El reglamento estipula también el número de rejones y farpas (es decir, banderillas) que pueden clavar a la res (no más de tres, en cada caso), y permite que echen pie a tierra, a la hora de ejecutar la suerte suprema, si se ven incapaces de despenar al toro desde su montura (para ello, deberán haber consumado, al menos, dos intentos de clavar el rejón de muerte).
Aunque también pueden participar en corridas mixtas (véase, más arriba, el apartado dedicado a ellas), lo más habitual es que los caballeros rejoneadores se anuncien en festejos en los que sólo se ejercita el noble Arte del Rejoneo. Habitualmente, se trata de carteles compuestos por cuatro rejoneadores, que se distribuyen la lidia y muerte de seis toros -o novillos- de la siguiente manera: empezando por el de caballero de mayor antigüedad, cada uno de ellos lidia y mata en solitario a un toro; los dos restantes son lidiados por colleras (es decir, en parejas), de manera tal que el quinto toro se enfrenta en la plaza con dos jinetes, y el sexto se las ve con la pareja restante.
Cada rejoneador ha de acudir a la plaza en la que está anunciada su actuación acompañado de un número de caballos superior en uno al número de reses que debe lidiar (aunque puede llevar más, si lo desea). Cada equino está especializado en una faceta de la lidia ecuestre, por lo que es habitual que los jinetes cambien varias veces de montura en el transcurso de la lidia de un mismo toro, en función de las suertes que corresponda ejecutar.
Becerradas.
Son aquellos espectáculos taurinos en los que se lidian machos de la raza bovina de lidia que no han alcanzado aún los dos años de edad (es importante que sean machos, porque las funciones taurinas que giran alrededor de vacas bravas entran en el último apartado de esta clasificación, el relativo a los festejos populares). La reglamentación vigente permite que en las becerradas intervengan, indistintamente, profesionales del toreo y simples aficionados al Arte de Cúchares, pero exige, en cambio, que siempre se halle presente, en calidad de director de lidia, un matador de toros que haya tomado la alternativa, un novillero que haya toreado novilladas con picadores, o un banderillero que haya actuado, al menos, en veinte novilladas picadas.
Cuando las astas de las reses anunciadas en una becerrada "impliquen grave riesgo" (según una imprecisa disposición del Reglamento vigente), podrán ser manipuladas o emboladas. Por lo general, las becerradas suelen organizarse con uno de estos tres fines concretos: para dar la oportunidad de torear a los aficionados que deseen intervenir en ellas, para facilitar el aprendizaje y entrenamiento de las jóvenes promesas del toreo (sobre todo, en las escuelas de tauromaquia), o para que la intervención de renombrados profesionales del toreo dé lugar a una cuantiosa recaudación destinada a obras benéficas.
Antiguamente, era frecuente la organización de becerradas por parte de un gremio de trabajadores, funciones en las que sólo podían saltar al ruedo los profesionales adscritos a dicho gremio; asimismo, en la segunda mitad de siglo XIX y a comienzos del XX tuvieron una notabilísima aceptación las becerradas convocadas para anunciar en sus carteles cuadrillas de niños toreros.
Festivales.
Son aquellos espectáculos taurinos benéficos en los que se lidian reses despuntadas, es decir, toros o novillos cuyos pitones han sido manipulados para que resulten menos peligrosos. Estos festejos, que han de tener siempre una finalidad benéfica (generalmente, se organizan para socorrer a una institución o un torero necesitados, o a la familia de un coletudo malogrado), han de ceñirse a lo legislado para cualquier otro espectáculo taurino en el que se lidien reses de la misma edad que las anunciadas en cada uno ellos.
En un mismo festival se pueden anunciar reses bravas de cualquier edad (siempre que sean machos), ya que el cartel puede estar compuesto por matadores de toros, novilleros y becerristas. La cuadrilla de cada profesional taurino que se brinde a participar en un festival deberá constar de un número de banderilleros superior en una unidad a la cantidad de reses que ha de lidiar el susodicho profesional; asimismo, en el caso de que sea un festejo picado, habrá de incluir un varilarguero por cada res que tenga que despachar.
Como característica externa, los festivales presentan la particularidad de que los profesionales taurinos que intervienen en ellos (así como los miembros de sus cuadrillas) no pueden vestir el habitual traje de luces, sino que están obligados a exhibir indumentaria campera (es decir, el traje corto que suelen usar los criadores de reses bravas).
Dada la finalidad benéfica que da carta de naturaleza a un festival, se exige a sus organizadores que, a la hora de solicitar el permiso necesario para su convocatoria, aporten un detallado avance de los gastos previstos; posteriormente, y sin rebasar el plazo de las cuarenta y ocho horas siguientes a la finalización del festejo, es obligado que presenten ante el Gobierno Civil correspondiente los justificantes de los beneficios entregados a sus destinatarios.
Toreo cómico.
Forman parte del llamado toreo cómico (o bufo) aquellos espectáculos taurinos en los que se efectúa una parodia o pantomima del Arte de Cúchares y sus distintas modalidades, desde la corrida de toros hasta el toreo ecuestre. La reglamentación actual exige que las reses lidiadas en espectáculos cómico-taurinos no sobrepasen nunca los dos años de edad; además, prohíbe expresa y tajantemente no sólo que se les mate en la plaza, sino también que se les inflija "daños cruentos". Debido a ello, está también prohibida la inclusión del toreo bufo en aquellos carteles en los que se anuncie, conjuntamente, algún otro espectáculo taurino que implique la muerte de las reses lidiadas.
Aunque el toreo cómico es tan antiguo como el sentido del humor y la capacidad satírica del género humano, el espectáculo bufo por excelencia, conocido como charlotada, nació a comienzos del siglo XX, cuando el empresario Eduardo Pagés tuvo la ocurrencia de anunciar la intervención de "Charlot" en un festival benéfico. Corría, a la sazón, el año de 1916, fecha en la que el famoso director y actor londinense Charles Chaplin había hecho universalmente famoso su genial personaje; así que el joven novillero catalán Carmelo Tusquellas Forcén apareció en el ruedo ataviado a la manera de "Charlot" (procurando, además, remedar sus movimientos y expresiones), para intentar atraer de esta manera no sólo a los aficionados al Arte de Cúchares, sino a cuantas personas se habían familiarizado con la creación de aquel célebre cineasta. El éxito fue inmediato, por lo que enseguida reapareció "Charlot" acompañado de una esperpéntica cuadrilla, "Charlot, Chispa y su Botones", que muy pronto daría paso a la definitiva formación de "Charlot, Llapisera y su Botones". La irrupción de Rafael Dutrús Zamora ("Llapisera") consolidó firmemente el subgénero cómico de la charlotada, hasta el punto de que este nombre sirve desde entonces para designar cualquier espectáculo donde se ofrecen muestras de toreo cómico.
Unos años después, el cántabro Pablo Celis Cuevas creó otro personaje de imborrable recuerdo en la historia del toreo bufo, "El Bombero torero", dentro de cuya piel protagonizó un espectáculo que extendió su enorme éxito por toda España y por varios países hispanoamericanos. La posterior contratación de enanos, muy aplaudidos tanto por su gracia como por su valor, vino a conformar una representación tragicómica, a caballo entre la grandeza y lo grotesco, más propia de la Corte de los Austria que de la sensibilidad y la estética de este fin de milenio.
Festejos populares.
Son aquellos espectáculos en los que se juegan o corren reses bovinas de lidia según los usos tradicionales del lugar en que se verifican. La reglamentación vigente es muy rigurosa a la hora de fijar los requisitos necesarios para que los festejos de esta índole puedan celebrarse en la actualidad, en previsión de los desmanes que antaño se cometían contra las reses corridas, y de los graves riesgos que amenazaban a los aficionados participantes en ellos.
Así, es imprescindible presentar una solicitud de autorización ante el Gobierno Civil correspondiente, acompañada de la siguiente documentación:
a) Una memoria que acredite el carácter tradicional del festejo que se quiere organizar, con un informe favorable del Ayuntamiento del lugar en donde ha de verificarse.
b) Un certificado que garantice la seguridad y solidez de las instalaciones (plazas portátiles, vallado de los encierros, etc.), firmado por un arquitecto o un aparejador.
c) Un certificado que garantice la disponibilidad y preparación del equipo médico y las instalaciones sanitarias. El Reglamento exige que, una hora antes del comienzo del festejo, el jefe del equipo médico compruebe la presencia del resto del personal sanitario y de "una ambulancia equipada con los elementos precisos para el traslado de heridos o accidentados". Si faltare en el lugar del festejo el médico o la ambulancia, la Autoridad debe impedir su celebración.
d) Certificaciones del Libro Genealógico de la Raza Bovina de Lidia, en las que se acredita la filiación de las reses que han de ser lidiadas o corridas.
e) Una "póliza de seguro colectivo por la cuantía suficiente para cubrir cualquier riesgo o accidente que con motivo del festejo pudiera producirse" (art. 91.1).
f) La contratación de un profesional taurino que actúe en calidad de director de lidia. Debe tratarse de un torero que haya tomado la alternativa, un novillero que haya intervenido en novilladas con picadores, o un banderillero que puede acreditar su participación en al menos veinte novilladas picadas. Este director de lidia deberá estar auxiliado por un mínimo de "tres colaboradores voluntarios capacitados, debidamente acreditados" (art. 91.4), cuyo número se eleva a un mínimo de diez si el festejo popular consiste en un encierro.
Asimismo, la reglamentación regula las funciones del Ayuntamiento y sus agentes municipales, encargados de velar en todo momento por el orden, de examinar el óptimo acondicionamiento de las vías urbanas por las que ha de transcurrir el festejo, y de impedir el maltrato injustificado de las reses; además, regula las funciones de un servicio de veterinarios, que ha de reconocer el estado sanitario de las reses, comprobar la veracidad de sus certificados, y acreditar que el ganado cumple los requisitos exigidos en la categoría del festejo anunciado; por último, la legislación también dispone que las reses jugadas o corridas sean sacrificadas al finalizar el espectáculo, fuera de la vista del público.
Entre los festejos populares más sobresalientes en la actualidad, conviene destacar la enorme relevancia que siguen teniendo las capeas y los encierros, espectáculos que en casi todas las localidades donde se celebran tradicionalmente constituyen el "plato fuerte" del programa de fiestas.
Capeas.
Son aquellos festejos populares organizados para el toreo de los aficionados de un lugar, en los que se utiliza todo tipo de individuos pertenecientes a la raza bovina de lidia, sean machos o hembras, desde vaquillas que apenas lucen cornamenta (destinadas al divertimento y la ejercitación de niños y mujeres), hasta toros de avanzada edad, excesiva romana y aparatosa cornamenta. En algunos lugares, el desarrollo del festejo se conduce de forma anárquica y desordenada, manifiesta desde la conducción y suelta de las reses hasta el momento de su sacrificio; pero, en la mayor parte de las localidades, cada capea se sujeta a unas reglas no escritas que se han ido fijando a través de un proceso de tradición secular, "reglamento" que, en cada pueblo o ciudad, puede llegar a ser más riguroso (y, sin duda, más respetado) que el promulgado por la Administración Pública. Así , se han ido configurando diversas modalidades de juegos taurinos para aficionados (el toro de fuego, el toro del aguardiente, el toro embolado, el toro enmaromado, etc.) que convierten la capea en una de las manifestaciones antropológicas de mayor estima.
Encierros.
Son aquellos festejos taurinos populares consistentes en la conducción de reses bravas desde las dehesas o corrales situados en las afueras de una población, hasta la plaza en la que han de ser lidiadas y estoqueadas. Naturalmente, lo que hoy es un mero entretenimiento (aunque, tal vez, el que mayores riesgos entraña para el aficionado) obedecía, antaño, a una necesidad, ya que no resultaba sencillo encerrar a los toros en los corrales de las plazas. Con la ayuda de paradas de cabestros, o en carretas habilitadas para tal fin, se podía conducir a los toros apartados para una corrida desde su ganadería hasta las puertas del lugar; pero, una vez allí, había que dejarlos en corrales o dehesas vecinas, despejar y vallar las calles por donde habían de pasar para llegar a la plaza, y conducirlos para que no se dispersaran o extraviaran por el resto de las calles de la localidad, evitando siempre, en la medida de lo posible, el servirse de algún engaño que pudiera avisar a los toros y dejarlos ya toreados para la corrida. Los mayorales y pastores que habían traído el conjunto de reses desde la ganadería se encargaban de citar a cuerpo limpio a las reses, ejercicio con el que pronto llegaron a familiarizarse los mozos del lugar. Este fue el origen de los encierros actuales, que hoy en día constituyen una de las tradiciones más ricas de los pueblos y ciudades que aún los conservan; y hasta tal punto está arraigada esta costumbre, que en no pocos lugares el intento de abolirla por parte de las autoridades civiles ha dado pie a auténticas rebeliones de la población.
Actividades ganaderas contempladas como espectáculos taurinos.
Aunque no se convocan ni realizan con una finalidad lúdica que las incluya dentro de los espectáculos taurinos propiamente dichos, hay una serie de actividades ganaderas cuya vistosidad y emoción (unidas a la destreza que exigen a sus oficiantes) atraen la atención de los buenos aficionados, que acuden a contemplarlas como si de un festejo taurino se tratase.
Tienta.
Se llama así al conjunto de pruebas que se realizan en las ganaderías para conocer la bravura de las reses más jóvenes, con el fin de seleccionar aquellas que, desde muy temprana edad, muestran condiciones idóneas para la mejora de la vacada. Se trata de una práctica que surge en el siglo XVIII, motivada por los afanes de selección que gobernaron el buen hacer de los primeros criadores profesionales de ganado bravo.
En función del sexo de las reses, se realizan tientas de hembras y, por separado, tientas de machos; y según el lugar en donde se verifican estas prácticas ganaderas, puede hablarse de tienta en plaza (o corral) y de tienta a campo abierto. Dentro de esta última modalidad se da cabida a otra faena ganadera que, en sí misma, constituye un bello espectáculo: el acoso y derribo.
Acoso y derribo.
Se denomina así la faena ganadera consistente en perseguir a una res brava en campo abierto y a caballo (generalmente, por parte de dos jinetes), hasta lograr que se canse y se detenga (o disminuya la velocidad de su huida). En ese momento, y empujando a la res con una garrocha (aunque hay valientes que lo hacen a fuerza de brazos), se procura derribar al astado, para que inmediatamente un picador, colocado contra querencia (es decir, fuera de aquellos terrenos donde se encuentra más cómodo y seguro el ganado), pueda tentar a la res en cuanto ésta haya vuelto a incorporarse. Es decir, que el acoso y derribo nació como un paso previo indispensable para tentar a campo abierto a las reses de una ganadería.
En la actualidad, el acoso y derribo no sólo se concibe como una práctica campera específica de mayorales y vaqueros, sino que ha dado lugar a una especie de competición deportiva que, desprovista ya de la finalidad de la tienta, se justifica en sí misma por el número de caídas en que se hace incurrir a las reses.
Embarque.
Dentro del embarque de las reses, hay que considerar todo un costoso proceso ganadero que empieza por apartar, dentro de dehesa en que se hallan, los toros que deben ser trasladados (generalmente, con el fin de conducirlos a las plazas donde se van a lidiar); sigue por encerrarlos en los corrales que desembocan directamente en el muelle donde se han adosado los camiones que realizarán el traslado; y acaba con el encierro efectivo de las reses dentro de dichos cajones. A la hora de negarse a entrar en los corrales o en los cajones, la tozudez de algunos astados pone a prueba las mayores habilidades del personal que trabaja en las ganaderías, por lo que el embarque siempre constituye una exhibición de conocimientos taurinos (en este caso, camperos) digna de ser contemplada
Biblioteca: Tradiciones,Fiestas y vaquillas.
A ver Marcovito, que la ola de calor ya ha remitido....sólo hay que leer un poco detenidamente:
Cuando digo (a Habis) que no es único gilipollas que ha pagado por presenciar una corrida de toros, seguidamente comento que yo he asistido por lo menos a 40...con lo cual queda claro que el gilipollas a quien me refiero soy YO MISMO.
Razones varias y puntos de vista se han dado en este foro. Lees y lo verás. Luego, te quedas con lo que te guste.
Por supuesto que yo no trato de convencer a nadie de que le dejen de gustar las corridas de toritos o que le empiecen a gustar los encierros. pero que no me traten de engañar a mí, diciendo que si los descendientes del Uro tal , o que si la tradición pascual.
A mí si me gusta urgarme la nariz con los dedos enjabonados (tenía otro ejemplo en la mente pero me he cortado), me gusta y punto, no tengo porque decirte ni que es muy sano ni que es una tradición celta milenaria.
Au.
Biblioteca: Del «patsuezu» al «valdeonés»
Más cosas recopiladas del Xpresate:
Alud: (castellano): avalancha de nieve.
Aine (asturiano, según la druida ainé): avalancha, alud
Ádenes (asturleonés: dialecto patsuezu): alud
Muelda (asturleonés: dialecto valdeonés): alud
Lurte: (aragones): alud
Alurte: (vasco): alud
Biblioteca: Del «patsuezu» al «valdeonés»
alud
(De or. prerromano; cf. vasco lurte, derrumbamiento de tierra).
1. m. Gran masa de nieve que se derrumba de los montes con violencia y estrépito.
2. m. Masa grande de una materia que se desprende por una vertiente, precipitándose por ella. U. t. en sent. fig.
Biblioteca: Del «patsuezu» al «valdeonés»
del palabreru lleonés:
Muelda: Der. del lat. mola) fem. Bloque de nieve que baja deslizándose
Biblioteca: Atardeceres en los páramos vacceos.
Ahí van otras aportaciones:


Atardecer vacceo en el borde del páramo de Cerrato:
Emplazamiento del poblado vacceo de Zorita en Valoria La Buena.
Biblioteca: Viviendas
Vivienda de pescadores de la costa Atlantica de Oporto:



Otro ejemplo de construcción nueva en León. Construcción de un chozo pastoril con teito de escoba, utilizada como residencia secundaria.
Biblioteca: Viviendas
tampoco es para tanto (lo de la casa de Rosa/ae). En un futuro, si quieren dar una estética tradicional, retiran en una o dos horas la uralita y la losan de pizarra, incluyendo el forrado de esa chimenea. Y si tuvieran algo más de espíritu innovador pués hasta podrían "echar mano" de la pintura u otros materiales para hacer más digno el fibrocemento y colorerar esa uralita, creando una estética novedosa con una base de arquitectura tradicional. Con eso, un acebo y un poco de imaginación, ya queda algo "distinto", no un porquería cutre.

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