Autor: Por André Pena Graña, doutor en Arqueoloxía e H
jueves, 10 de abril de 2008
Sección: Historia Antigua
Información publicada por: crougintoudadigo
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A letra “c” en posición invertida “)” , presente na epigrafía de Gallaecia dende o seculo I dC ata o século IV dC, nin significa castellu

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  1. #1 crougintoudadigo 15 de abr. 2008

    Por fin CAro Amaco le vamos a  entrar el encaje institucional de los  hospitia. Es nuestro modo de ver, que no por formulado es válido, por si a nuestro modo de ver, aunque es caldo limpio y poco tropezadillo, le  encuentran alguna substancia y provecho.


    Amaco, se disculpa Crougintoudadigo pues que nuestro paredros, contra nuesto parecer, alteró el orden de la cosa empezándoles la casa por el tejado. Dice nuestro paredros que es necesario enseñar a los druidas las cartas, para evitar discusiones y malentendidos en el juego . Estas cosas las  pondremos en tres o cuatro bloques son publicanas de 2004,  es sin embargo materia republicana fundamentalmente de 1993, de 1995, de 1997 y en 2001. No les va a sonar porque nuestro afecto sumicillo trasnillo, sin duda por descuido,  no las sirvió en sus tapas.


    Son tres o cuatro pequeñas secciones.


    Primero a vuelapluma definamos el concepto en el tráfico historiográfico-juridico hispano y europeo.


    5. 4. 12.  HOSPITALIDAD, NO MISMOS DERECHOS

    Se deduce habitualmente de numerosas y abonadas opiniones, RAMOS Y LOSCERTALES (1942); BLAZQUEZ (1977:405 SS.); de LE ROUX y TRANOY (1983); de MARCO SIMÓN (1989: 112-114) y aún de otros muchos largos de enumerar, que se enmaraña con el concepto moderno de hospitalidad lo que no se debe: la facies clientelar de la briugaid atlántica, confundiéndose el clientelismo indoeuropeo con la caballerosa “hospitalidad indoeuropea” y el ambiente hospitalario que genera el ciclo de las “ciudades asulagadas” de Valverde, donde un dios travestido en miserable (PENA 1991: 52-6] -tal y como un voz lo advierte en Itáca, cuando una banqueta lanzada al aire por los pretendientes[1] en el salón golpea y lastima por azar a Ulises, convertido en mendigo, fulmina y asolaga “hunde” así en la Sodoma de Lot, en  la Frigia de Filemón y Baucis, o en la laguna de Carregal, la casa y la ciudad de los que no lo ayudan, ambientes propios de hospederías y de hospitales del Camino de Santiago y del Camino de San Andrés de Teixido.


    Siguiendo a VIGIL, Eduardo PERALTA LABRADOR (2000, p. 142), con quien, esencialmente compartiendo la visión de muchas otras cuestiones institucionales, no podemos estar aquí de acuerdo, envuelve ex pari a las dos partes implicadas en los hospitia de la Península Ibérica en un mismo plano horizontal e igualitario, una rasa que él citando a Diodoro (V, 34), a César[2] (BG VI, 23), a Tácito (Germania XXI, 2-3) y a Nicolás Damasceno (Frag. 103) denomina “hospitalidad espontánea de los celtíberos”.


    Cediendo la palabra a Marcelo VIGIL (1973) quizá podamos ver como se viene haciendo en realidad, en todos los casos, una transposición apriorística al ámbito celta y celtibérico del concepto romano de organización gentilicia articulado en los  comicios curiados de la época republicana:


    “Como los grupos gentilicios eran comunidades cerradas, en las que solo tenían cabida los miembros emparentados descendientes de un antepasado común, las relaciones entre ellos  o entre miembros de un grupo con otros grupos, tenía que darse sobre la base de la personalidad propia de cada uno. Es decir las gentilitates que  formaban parte de una misma gens, constituían grupos aislados entre si. Las relaciones entre estos grupos y sus miembros, cuando por alguna razón se querían establecer lazos de alianza más estrechos, se hacían por medio de los pactos de hospitalidad o hospitium que convertían en huéspedes, hospites, mutuos a los que contraían este pacto, según las costumbres de hospitalidad generalizados en las sociedades organizadas de manera gentilicia. Los grupos o individuos que establecían pactos de este tipo adquirían los mismos derechos, es decir, que se creaba una comunidad entre ellos, aún que los grupos actuantes en estos pactos pudieron conservar su propia personalidad. No se trata, por tanto, de una adopción, aún que esta existiera también. Los pactos se realizaban en plano de igualdad, sin que hubiera una dependencia de un grupo respecto del otro (VIGIL, 1973, pp. 261-2629)”.


    Es empero posible que  la organización gentilicia  de la época republicana que recoge la historia de las instituciones (in J. IMBERT, G. SAUTEL y M. BOULET-SAUTEL 1957, p. 123-170) donde el clan o grupo reivindicando un antepasado común, un linaje, se cohesiona por la mancomunada celebración de sus sacra o cultos privados y la posesión de sus tumbas domésticas, diste mucho de ser un concepto igualitario, sino todo lo contrarío.


    En efecto “No formaban la gens únicamente quienes tuvieran entre si vínculos de parentesco natural”, señala HEURGON (1976, p. 125) “Además de los gentiles propiamente dichos, comprendía también a numerosos clientes, nombre -inexplicado[3]- que designa cierto grado de dependencia y que se encuentra asimismo en otros pueblos itálicos: los etruscos (etera) y los celtas (ambacti[4]), llegando a la  conclusión de que “el núcleo primigenio de la clientela estaba formado por campesinos sometidos a las gentes de los propietarios rurales quienes se  servían también de ellos para sus milicias privadas (Ibíd. p. 126)” y esta exacta, contrastada y autorizada definición de Jaques HEURGON (1976:124ss) dista mucho ya de aquella igualitaria de VIGIL, tan desconsiderado en este caso puntual con la importancia y con el alcance de las, forzosamente verticales y jerárquicas relaciones clientelares de la organización gentilicia indoeuropea que nada tienen que ver con el ambiente hospitalario y la comensalía.





    [1] HOMERO Odisea, XVI 460-90. “Así habló [Antínoo], y, tomando el escabel, se lo tiró al hombro derecho, acertandole [a Odiseo] en en estremo de la espalda […] Y uno de los jóvenes orgullosos decía así: <<Antínoo, cruel, no has hecho bien en golpear al pobre vagabundo, si es que existe un dios en el cielo. Que los dioses andan recorriendo las ciudades bajo la forma de forasteros de otras tierras y con otros mil aspectos, y vigilan la soberbia de los hombres o su rectitud>> Edición de José Luis CALVO, Cátedra, 1996.




    [2] CÉSAR BG VI, 23 […] Hospitem violare fas non putant; qui quacumque de causa ad eos venerunt, ab iniuria prohibent, sanctos habent, hisque omnium domos patent victusque communicatur.




    [3] No tiene la menor dificultad proviene de probablemente de ie *clino, “inclinarse delante de”.



    [4] Cf. comparativamente lat. ambulare y sattellites el expresivo nombre que reciben los que andan en torno a un noble en la Galicia Medieval.


    Si nos lo aturorizan seguiremos con las siguientes secciones.


     

  2. #2 crougintoudadigo 16 de abr. 2008

    Jeromor pregunta vd.


    1-Trabancos se corresponde con un populus indígena y por tanto con una civitas indígena según la división administrativa-fiscal romana ¿no?


    R. A falta de confirmación factografica (mención de historiografos o epígrafes) no le concluyo nada. Nemancos (Nerii); *Besancos/Bisaucis/Bezoucos/Trasancos/Lapatiancos son trebas y por tanto ciuitates/populi indistintamente según la división fiscal romana que respeta la organización politico-territorial celta preexistente.


    2- ¿Cuántos arciprestazgos corresponden más o menos a cada civitas- populus? Sólo puede ser uno. Ambos, responden a un concepto de duplice soberanía, circunscrito a un mismo espacio territorial. Hasta el siglo XII, no documentamos el fraccionamiento de algún territorio ya no en dos arciprestazgos sino en dos arcedianatos, lo ilustró nuestro caro paredros en el ejemplo que le puso a Bergman.


    La función política del conde Principe e Imperante del Territorio, tiene su correspondencia en la función sagrada con el poder del archipresbyter “arcipreste” o abba del territorio que participa de un quiñón (tercias) del producto deci-mal. Esta duplicidad de poderes dentro de la función soberana de un territorio es anterior al propio cristianismo. Existía en el mundo céltico, y es pervivencia de este mundo como demostramos en estos papeles. Por eso existe en la Edad Media.                



     


    Adquiriendo con el tiempo mayor importancia, el arcipreste de las Sedes episcopales es elegido por la autoridad del obispo, quien lo controla. El arcipreste territorial tiene una gran trascendencia, auque solo sea “arqueológica”, ya que este antiguo cargo, citado en el Canon VII del Concilio de Braga, va a definirse en el espacio “político” de los territorios, unidades institucionales que funcionan como proto-estados como se aprecia observando la simetría entre el listado del mal llamado “parochiale suevorum”paruchia es en Irlanda la federación monástica-y las dioceses del Chronicón Iriense que configurarían posteriormente los arciprestazgos clásicos. Así la Civitas Lapatia<n>corum [1]  “de los Lapatiancos” se corresponde con el arciprestazgo de Labacengos (Lapatiencos < Lapatiancos).



     


    Resumiendo, el arciprestazgo se asentaría sobre una base territorial e institucional celta (mejor que castreña), perviviendo con pocos cambios en el mundo alto medieval, contra lo sostenido a finales de los ochenta y principios de los noventa de la pasada centuria por G. PEREIRA MENAUT[2], quien quiso ver algo más que mera alternancia en la indistinta denominación populus/ciuitas/ re publicae que utilizaban los romanos para las tierras del noroeste, y aún pretendiendo para estas denominaciones diferentes tiempos y profundos cambios estructurales presupuso, innovando gratuitamente, profundas transformaciones en la organización sociopolítica indígena a finales del siglo I d.C. Las monedas de Eiravedra (Sedes) de los siglos III y IV, antoninianos, ahorrillos de calderilla guardados en un pote, garantizan no solo la continuidad del hábitat en outeiros hasta el siglo IV, lo que puede ser incluso a la luz de nuestros actuales conocimientos irrelevante, sino también la esencial pervivencia institucional celta, como sucedió también en las demás y poco romanizadas áreas atlánticas peninsulares[3].






    [1] ¡y no lapatia-coru como algunos autores todavía escriben, negándose a ver la clarísima deturpación del genitivo latino de plural!



    [2]Según PEREIRA MENAUT: Hacia finales del siglo I d.C.


    “sin que podamos datarlo más exactamente, desaparecen aquellas formas de organización socio-política propia de los indígenas, de las que ya hemos hablado, y que componía el sistema de “castella”, subdivisioens dentro de comunidades muy poco integradas. A partir de ese momento, los pueblos indígenas de Gallaecia van a funcionar como comunidades políticamente integradas, exactamente igual que las de Italia o de la Baética. En las inscripciones son llamadas “res publica, como la “Respublica Limicorum y, lo que es más importante, tienen magistrados y senados igual que los municipios y colonias romanos. Las inscripciones nos presentan a los “duoviri” de los Limicos, o nos hablan de un magistrado de la ignota comunidad de Avobriga, para el que se emplea la típica fórmula absolutamente romana para designar a un magistrado que ha ocupado todas las magistraturas en su comunidad. Como si se tratase de un senador de una colonia como Tarraco o Corduba, de él se dice que también se llegó a flamen provincial tras haber pasado por todas las magistraturas de su ciudad, “omnibus honoribus in res publica sua functo”. Con otras palabras: las comunidades indígenas han abandonado sus formas de organización y se han reorganizado adoptando las formas romanas. Y ello sucede al mismo tiempo en que abandonan sus formas de asentamiento castros, y se instalan en las zonas bajas, para vivir en condiciones completamente nuevas” GERARDO PEREIRA MENAUT “La formación histórica de los pueblos de Hispania”. Veleia, pág. 285. 1974. Esta tesis no es compartida por nosotros (PENA 1991 p. 135-6). Aun en el caso de que el jefe militar de la civitas se convirtiese en un magistrado y el “druida” o lo que quiera que fuese, en un flamen, el territorio castreño, en una respublica y los compañeros del jefe al que prestan consilium y auxilium en un senatus, etc., sólo cambiarían los nombres de los cargos, las estructuras básicas de organización social permanecen hasta la Alta Edad Media como estamos viendo.La existencia de una aparente nueva denominación para las civitates que pasan a ser llamadas respublicae o el registro epigráfico de magistraturas como duoviri, probablemente existentes en el mundo castreño y celta, con otro nombre antes de la dominación romana, no significan un cambio en la sólida y conservadora estructura indígena, sino una interpretatio, un rebautizo para adaptar, más mal que bien,  la burocracia romana a las dúplices instituciones indígenas preexistentes su realidad institucional, asimilada, como sucede con la religión y los dioses, al nomenclator institucional oficiale del imperio.Por otra parte como muestra la arqueología y confirman las fuentes, el hábitat en  castros castella  incluso sobrepasa en algunos casos el siglo V conviviendo ya con otras fórmulas de asentamiento que poco a poco irán triunfando. Como fósiles vivos, en algunos casos todavía hoy, los arciprestazgos deslindan cada una de las civitates/populi o territoria, o unidades políticas administrativas del mundo castreño del noroeste peninsular durante la Edad Media.



    [3] Cf. Comparativamente Nicholas JONHSON. Peter ROSE. Cornwall Archaeological unit: […]Rural life no doubt continued much as before an even though power had shifted decisiveley to the invadet; it is likely that, apart from a few Roman administrators, Roman Cornwall was still ruled by the pre-invasion tribal leaders and their descendants””…By the time the last legions were with drawn from Britain in A.D. 410 for the defence of the Roman heartland, Cornish society had changed. There was a monetary economy  where none had existed before, trading links had been extended, farming had undoubtedly expanded and finds of fine wares, coin hoards and expensive high status metalwork suggest that thug unsophisticated by Roman provincial standards, Cornwall vas by no means impoverished. Many people had no doubt adopted Roman names, manners and accents but it was not long before society began to splinter; Cornwall was still, despite 350 years of Roman bureaucracy, essentially Celtic in character”. p. 9-10. Truro 1.990.


     


    3- ¿Conservan los arciprestazgos su capital tradicional?


    Se originan en dioceses priscilianistas rurales, es un mundo agrario, un mundo de castros y outeiros, que es como decir de aldeas y ermitas (el equivalente a una capilla o iglesia actual). El príncipe y sus caballeros representan la máxima jerarquia dentro del territorio político autónomo celta, mandan sobre los campesinos y sobre las rentas; el 'Ovate', 'abbon' 'Abba', y un clero menor, representan la máxima jerarquia religiosa dentro del territorio, manda sobre las conciencias de todos y de todos recibe los frutos decimal y otras prestaciones.


    Es un mundo rural sin ciudades, hablar de capital es excesivo, solo tienen un lugar que cumple esta función, el campo de la feria estacional, junto a un sonado santuario. Allí se reunen todas las gentes de la tribu. Ese lugar funciona como capital ocasional, y puede ser el gérmen de un pequeño nucleo urbano.


     


    3- ¿Se conservarían hasta el s. XI en la España islámica?


    No le extrañaría a nuestro paredros. Pero hoy por hoy lo más prudente es callarse y preservar la cabeza, si se conviene con nuestras paredrias, para cosas más interesantes.

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