Autor: Pangur
lunes, 29 de diciembre de 2003
Sección: Artículos generales
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EL TÁIN (III). EL TÁIN Y LA HISTORIA

¿Contiene la literatura irlandesa, y el Táin como su mayor monumento, un relato mas o menos fiel de hechos o elementos historicos?

Ya desde los primeros estudios acerca de este texto, se afianzó la hipótesis de que el Táin contenía Historia positiva, y que sus hechos se situaban en el compás cronológico del siglo I antes o después de Cristo.
La ambientación del relato, con sus heróicos guerreros armados hasta los dientes, vestidos de manera fantástica, acudiendo al combate en carros de dos caballos, los juramentos por un dios innominado, el epopéyico final... todo se confabula para introducir al lector en una historia realista, sensación que no se hurta ni siquiera cuando las exageraciones fantásticas son patentes.
Este hecho, junto con el que la literatura irlandesa fuese “nueva”, pues aparece después del s. V, y la suposición de un origen oral relativamente cercano para sus motivos, llevó a los historiadores a afirmar que se trataba de “la más antigua literatura vernácula de Europa (...) de la que no es un inicio, sino el completo florecimiento de una larga tradición, Pre—Cristiana. Pre—literaria y no influenciada por el mundo grecorromano” (Calvert Watkins, 1963).
¿Contiene la literatura irlandesa, y el Táin como su mayor monumento, un relato mas o menos fiel de hechos o elementos historicos?
Dicha ubicación temporal no es gratuita, pues se fundamenta en los propios Anales irlandeses, que incluyen los acontecimientos del Táin en un periodo semejante, con el objeto de cuadrar la historia personal de Cú Chulainn y los sucesos de esta gran epopeya, con la época de Jesucrísto.
La cronología era una de las grandes preocupaciones de los cristianos irlandeses, y también uno de sus principales puntos de fricción con el resto de la Cristiandad. La función de la cronología en el contexto de los monasterios irlandeses, parece ser la de enmarcar los hechos de la historia irlandesa entre los hechos reconocidos de la Historia Humana, tal como los recoge la Biblia.
Teniendo esto en mente, hoy se tiende a creer —y evidencias no faltan— que las entradas en los Anales relativas a los sucesos del Táin fueron hechas a raíz de la fama que el relato iba adquiriendo, puesto que, naturalmente, no pudieron hacerse en momentos contemporáneos. De la misma manera, surgieron relatos independientes, que relacionaban a los personajes del Ciclo del Ulster, y concretamente del Táin, con Jesucristo: tal es el caso del relato de la muerte de Conchobar que se encuentra en el Libro de Léinster y en otros mss., en el cual es la muerte de Cristo la que provoca, indirectamente, la de Conchobar.
Desde 1890 hasta los años 80 del siglo XX, se argumentó mucho a favor y en contra de la datación en la Edad del Hierro de los objetos materiales y culturales que aparecen en el Táin. Por ejemplo, Ridgeway (1905/6) argumenaba a favor del conservadurismo de la tradición irlandesa, señalando la presencia de carros de guerra (y otros elementos materiales) ya obsoletos en la Céltica continental, en el Táin. Más tarde, T.G.E. Powell (1950), situaba el relato en un contexto cultural de La Téne, que habría sido introducida en Irlanda por gentes venidas de Escocia y Britania.
Mas cerca de nuestros dias, primeramente T. F. O’Rahilly (1946) y luego Kenneth Jackson (1964), exploraron la tesis de que el Táin contenía historia positiva, una memoria de hechos arcáicos que podían remontarse muchísimo antes de su composición escrita. Para O’Rahilly, TBC reflejaba el estado de “Guerra endémica” entre el Ulster y sus vecinos, trasunto a su vez de la competencia entre “célticos en P” y “célticos en Q”, de la Edad del Hierro.

Jackson, el título de cuya conferencia “Una ventana a la Edad de Hierro” se sigue usando como imagen de impacto, lanzó la idea de que el Táin había sido compuesto en el s. V de nuestra Era, pero su contexto cultural, con la presencia de relaciones de clientela, costumbres como la de cortar cabezas, o disputar el trozo del héroe, etc. se correspondían estrechamente con las descripciones de Julio César acerca de los galos del s. I AC.
Recientemente (1976), Garret Olmsted postuló la existencia de un “Táin esquemático”, esencialmente mitológico, representado en las imágenes contenidas en los paneles del caldero de Gundestrup (s. I AC). Para el, y en esto coincide con el gran James Carney (1955), el Táin tuvo origen como un relato estrictamente mitológico, que solamente el paso del tiempo convirtió en la saga épica que ahora conocemos.
Si el relato fue originalmente un mito —como se puede reconocer en la grandiosa lucha final entre los dos toros, o en los rasgos sobrehumanos del protagonista, así como en otros ingredientes del relato— entonces sus aspectos históricos podrían ser añadidos que se le han ido haciendo con el tiempo, al identificarse las figuras míticas representadas con personajes, reales o ficticios, émulos de aquellas. Olmsted ha focalizado su interés sobre todo en la identificación de los personajes mitológicos, divinos, que tienen los protagonistas de las distintas redacciones del Táin, y en los cambios en su rol. Así, ha llegado a plantear una identificación de los episodios contenidos en tres poemas del s. VII que narran sucesos del Táin, con las escenas representadas en el caldero de Gundestrup (1992). Dos de dichos poemas —“Verba Scathaige” y “Conaille Medba Míchuru”— se atribuyen a un poeta de la corte de Connacht, y el tercero (“In fitir in dub dusaim?”) se contiene en el cuerpo del relato consignado en TBC I.
Asímismo, postula Olmsted que la transformación del mito en una épica se efectuó por un proceso de añadido de combates singulares (el elemento más recurrente en el Táin) al hilo básico de la historia, proceso que él data en el siglo X. En este proceso de cambio, el poema se convirtió tambien en la pieza de propaganda Ulate que ahora conocemos.
En opinión de sus críticos, «los argumentos que aduce Olmsted tienden a levantar escepticismo, pero continúan vivos».
En una última revisión de todo ésto (“Aspects of the Táin”, 1992) James Mallory concluye que, tanto por la evidencia léxica como por la arqueológica, las espadas, material metálico de lujo, etc. descritos en los relatos del ciclo del Ulster, y dentro de ellos el Táin, deben ser adscritos al periodo de la Alta Edad Media (s. IV y V) mejor que al de la Edad del Hierro. Para este investigador y arqueólogo, editor del Boletín del Grupo de Investigación de Navan, Emania, «el calor de los debates entre “nativistas” (partidarios de la cronología s. I AC/DC) y “revisionistas” (lo contrario) se acerca a la disputa del trozo del héroe en El Cuento del Cochino de Mac Da Thó».
Lo cierto es que el “arcaísmo de la tradición irlandesa”, y la presencia de rasgos antiguos en el Táin y en otros relatos, ha formado una especie de “ortodoxia interpretativa” hasta tiempos muy recientes.
Para Kim mac Cone, esta ortodoxia hunde sus raíces en el propio desarrollo del estudio lingüístico de los textos, y en la relación de éste con el Romanticismo, la Celtomanía del s. XVIII, etc. Partiendo de puntos de vista puramente lingüísticos, este autor sostiene que incluso lo que parece más arcáico en la forma de estos relatos
—ciertos poemas denominados rosc o retoiric— no lo es en absoluto, y que la presencia de rasgos preliterarios en las sagas, sin ser completamente excluída, debe ser todavía convincentemente identificada y argumentada.
Los poemas rosc, que en TBC I constituyen largos pasajes narrativos, tienen un estilo oscuro y complejo, que desde el inicio de los estudios sobre ésta obra llamó la atención de los investigadores, por su similitud con fragmentos igualmente métricos y oscuros en los más antiguos tratados legales. El propio Thurneysen adelantó la hipótesis de que podría tratarse de auténticos fragmentos arcáicos “pegados” en el Táin. Su dificultad es tanta que hasta el momento muchos de ellos permanecen sin traducción definitiva.
Uno de estos poemas es “In fitir in dub dusaim?” o “¿Conoce el toro Pardo...?”, que, como se dijo arriba, Olmsted considera pieza clave en un esquema primitivo y mitológico del Táin.


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Comentarios

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  1. #1 Irluachair 30 de dic. 2003

    Vaya, me doy cuenta de que el Tain sigue estando lleno de enigmas, si no es ya un enigma en si mismo... Por otro lado no queda más remedio que ser excéptico tambien con las concluciones de los especialistas, que en su carrera de la sospecha permanente pueden estar, digamos, pasándose de rosca, ante las evidencias más sencillas.

    Me acuerdo que decías que existía la posibilidad de que los monjes estuvieran inventando a conciencia un mundo de sabor arcaico, el tiempo en que "los antepasados iban a la guerra montados en carro". Bueno, se puede sopechar de todo, pero por ejemplo, leyendo la Guerra de las Galias, Cesar describe a los guerreros Britanos montados en carros de una manera bastante coherente con lo que describe el Tain; es como si estuviera viendo a esos gerreros "alocados" del Tain desde el otro lado, con una mentalidad objetiva, y uno tiene la sensación de que todo lo que cuenta el Tain podría encajar en esa descripción del Cesar, y que si un britano lo hubiera podido narrar, lo hubiera hecho quizás como en el Tain, con toda esa mentalidad "alocada" que despliega el Tain.

    Para describir muchas de las situaciones del Tain, habría que ser un genio de lo fantástico para conseguir crear todos esos "efectos" arcaicos, con tal consistencia literaria, si es que en realidad el autor o autores no pudieron ser testigos del mundo descrito. Y no creo que en la mente de un autor medieval hubiera tal conciencia de verosimilitud y recreación fidedigna del pasado como un Tolkien de aquellos días o un narrador de novela histórica que se documenta concienzudamente de todos los datos históricos que existen para ser fiel al pasado. Ahora bien, pudiera ser que cierta tradición marcara las pautas sobre que era lo arcaico, sobre como lanzar un sotilejo, sobre cómo era la forma de actuar de un carro en el combate, asi como el comportamiento de guerrero y auriga en medio de la guerra...aunque sopecho que esto también sea demasiado dificil.

    Cesar describe la manera de luchar, cómo el guerrero bajaba del carro para pelear, mientras le esperaba el auriga un poco apartado, dispuesto a volver a recogerlo y huir en cualquier momento...son una serie de cosas que concuerdan con la narración del Tain, y da la impresión que es demasiada coincidencia para un monje que estuviera inventando.

    Una de dos, o existía una tradición sobre la guerra de carros, o los mismos narradores originales tenían muy claro como operaban los carros...pero ninguna de las dos maneras es inventar.

    El Tain tiene muchas situaciones, formas de narrar, episodios exclusivos etc... que parecen muy dificil salgan de la nada imaginativa de un monje, y como para asegurar que sería casi imposible que un monje sin estar imbuido en ese mundo los pudiera haber inventado a base de imaginar arcaismos. Como en tantos relatos irlandeses, yo creo que hay muchos rastros de una mentalidad arcaica, que no es la latina. Todo el sistema de sortilegios, de chanzas exageradas, las fórmulas de combate, las transformaciones...resultan demasiado sofísticadas y ajenas a otras formas de narrar conocidas cómo para pensar que son invención de un monje impregnado de poesía latina o algún paradigma clásico etc...y no se pueden inventar de la nada cosas a veces tan complejas y tan poco inmediatas.

    Para mi gran cantidad de esos episodios no provienen de fórmulas o esquemas tan facilmente imaginables o copiables de esquemas de otras literaturas; todo eso que nos parece "alocado", nos lo parece precisamente porque no entra dentro los esquemas de una cultura grecolatina, o nuestra cultura, ni siquiera quizás de una cultura monástica medieval; tampoco creo que se pueda decir que se trata simplemente de humor irlandés.

  2. #2 Irluachair 03 de ene. 2004

    Por seguir especulando un poco más...yo tengo la impresión personal (impresión mucho menos informada que la de los especialistas) que el Tain es una narración hecha para ser recitada, y que no tiene su origen como texto escrito. Fijate que no soy capaz de leerlo en Irlandés original, solo en traduccion castellana o en inglés, pero la impresión que saco es esa.

    En la traduccion el ritmo métrico se pierde, digamos el sonido original, pero aún después de la traducción sigue quedando otro tipo de ritmo o estructura que no es la de los sonidos, sino el del ritmo de la narración, el fluir de los enunciados, de conceptos, de descripciones, de situaciones. Un texto narrativo concebido por escrito tiene un tempo diferente, mucho más pausado, los conceptos pueden fluir extendiéndose, o describiendo el detalle, el pensamiento, explicando las situaciones, los sentimientos, en un tiempo narrativo que suele ser moroso etc... Por el contrario la poesía oral o las narraciones orales son ligeras, el narrador suele ir acelerado, cultivando el ingenio, la sucesión de golpes de efecto, de cambios, ritmo chispeante, tiempo narrativo breve, uso de fórmulas etc...y tiene que ser así porque contar algo de viva voz requiere agitar constantemente al oyente, y un control del tiempo físico de la recitación pautado por esos golpes de efecto en la narración que se suceden rápidamente. Sólo hay que probar a recitar cualquier relato escrito que tengas a mano y verás cómo el relato se hace largo y monótono de solemnidad, si está concebido para ser leido; mientras que si fue concebido en la recitación, la sucesión de conceptos, golpes de efecto tendrá que ser constante, si se quiere mantener la atención del oyente. (nunca hay que ir a lecturas de relatos de algún escritor de moda, siempre suelen ser tediosos, porque no están hechos pare ser recitados).

    ¿De donde saco esto? Pues habiendo leido mucha literatura oral, tanto poesía, como prosa, ya sean poemas épicos como Beowulf, Kalevala, la Iliada, Cantar del Mio Cid....o leyendo las narraciones orales de muchas tradiciones islandesa, celta, vasca etc...uno puede adquirir, aun en traducción, cierto sentido de ese ritmo que digo, en contraste a la narrativa escrita antigua o moderna. Por ejemplo es muy distinto el ritmo narrativo de una saga islandesa medieval, que las mismas narraciones en prosa de las eddas, escritas para entrenamiento de los recitadores, mientras que las sagas de islandeses, todo parece indicar que nacieron directamente como relatos escritos, y para mi el tempo que suelen tener lo confirma.

    El Tain, desde este punto de vista me parece claramente concebido en un origen como narración oral (aparte de los posibles añadidos que dices). Igualmente, para poner otro caso, en los relatos del Mabinogion también parece estar esto muy presente, pero yo diría que ya no tan acentuado como en el Tain, y por eso quizás esto es indicación de que haya habido una reelaboración posterior escrita.

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