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1. 

   #1 zervan 06 de mayo de 2017

   Fue una experiencia interesante, Lacurris, esa discusión virtual en un mundo virtual, que existía como un Pleroma, como una Inteligentósfera de múltiples neuronas, en acuerdo, en desacuerdo, abandonando una idea, mejorándola, en general sin pretender ser el centro único único y directivo, como centros epileptógenos que se apoderan de toda la actividad neuronal, colapsándola. Claro, se expresa un ProF. Moreno, egiptólogo, habla ex cathedra y un debe aceptar ese valioso conocimiento, o una Dra Canto, en su campo específico de los estudios latinos, en que uno debe escuchar e instruirse, y así otros, por ejemplo los expertos en lengua vasca, que para mí es como decir chino, sin que ello abarque la infinitud de lo posible, como Unamuno, que deseaba unamunizar el mundo entero.
   Quién o quienes hacían desaparecer opiniones e incluso artículos completos será quizás uno de los misterios irresolubles del affaire  ¿y puede ser mejor que quede así? RIP.
   Ese fue un tema que a mi me interesaba, el extraño caso del burro crucificado, que comentó Jung por ejemplo,  que Guénon se negó a discutir pues lo consideraba un tema diabólico. Evidentemente los romanos creían que los judíos adoraban un asno, achacando después esta suposición un tanto ridícula  a los crestianos; lo cual tenía cierto fundamento, pues el asno entre los judíos (y no solamente entre ellos) está relacionado con Saturno y por lo tanto con el fin de los ciclos.
   También me interesaba el tema de los desarrollos iconográficos, en lo cual fui me parece muy poco convincente en la discusión general, seguramente por mi debilidad en el planteamiento riguroso.
   Se generaron interesante discusiones que llevaron a que algunos connotados profesores cambiaran su apreciación de los hallazgos y finalmente a todo su desarrollo público.
   Tengo sí el convencimiento que ha salido a la luz la punta del iceberg y que hay otras cosas, de la mayor importancia y gravedad, bajo las aguas.
   Por ejemplo el buen Parmenio no es el factotum de este desaguisado, sino hay quienes, estúpidamente, creyeron que era el más apto para cocinarlo.
   ¿Al buen callar llaman Sancho?
   

2. 

   #2 Servan 16 de mayo de 2018

   Irluachair: Sobre este tema conversaba con el ProF. Parmessan, quien me dijo que era conveniente proceder como un buscador de oro (trae este tema a colación para contar, por enésima vez, cómo supuestamente buscó oro en el Ichilo y lo gastó locamente -en su muy remota juventud- con una damisela pariente de Gauguin y descendiente de los Incas); así pues, lavar y cernir la arena repetidamente para al fin encontrar el oro. Si usted me dice, Servan, que el hombre habla inglés americano fluidamente (Ja Whola !  exclama, a la prusiana), y que los españoles no lo hablan, pues descartaremos a la mitad, nos quedan 6. Y si habla hebreo, nos quedarán 3. El vasco, si esto hubiera ocurrido en cualquiera otra parte, nos serviría, pero en estas circunstancias no lo creo. Su letra nos dará alguna pista, ESPECIALMENTE, enfatiza, si no escribe a mano y NO firma Ja Whola! Y por último, suponiendo que su método perostático patafísico sea valorable (me lanza una mirada  desconfiada), tendremos seguramente al que buscamos.

   Aquí lo pongo, por si algo sirviera. (La verdad, lo dudo).

3. 

   #3 Servan 16 de mayo de 2018

   Time foams around my soul

   seeing you from behind the trees                                                                                                             whispering secrets from inside this my skin                                                                                           into which I hide                                                                                                                                           from myselF.

   R.C.

4. 

   #4 Servan 17 de mayo de 2018

   Cuando apareció el tema Nefertiti, acudí a mi (vieja) biblioteca y busqué en el voluminoso L''''Égypte ancienne, de Champollion-Figeac (Paris 1839), entre los innumerables nombres de reyes egipcios, el de Nefertiti...inútilmente. No existía. Tampoco ninguna mención en Manetón, en ningún historiador egipcio, ni sirio, ni griego, ni romano! Sin embargo era enseñada a los niños judíos protovascos de Veleia del s III. Y además, las reinas egipcias llevaban diferentes nombres, de coronación, etc. por ejemplo Nefertiti (- 1340) se llamó Anj etje Nefer Neferu Aton, y también Semenejekara, y otros nombres. Entonces, de acuerdo a lo que explica el ProF. Moreno, ¿porqué elegir exactamente este nombre, y más encima con la forma usual en España? Nefertiti no fue conocida sino en el s XX, al publicarse los trabajos de la expedición germana. Pero se transformó en una figura de la cultura pop, a través del cine. En cambio ¿quién conoce a Merithneith, a Jentkaus? Pueden conocer a Cleopatra y punto.

   Corresponde entonces a la cultura pop, a la cultura de Parmenio.

   Se discute este tema en Celtiberia. De pronto el Equipo saca un corto video en que un prestidigitador circence agita un huesito.  Un contertulio lo congela ¡Y sí, ahí está Nefertiti con todas sus letras! Intervienen asombradas egiptólogas, el ProF. Moreno. ¡Y el video circense desaparece! ¿Qué clase de procedimientos son estos? ¿Propios de científicos o de saltimbanquis y malabaristas?

   Así es todo este asunto, de cabo a rabo. Ahora ponen a una multitud de escribientes buscando en internet todas las posibles combinaciones de Nefertiti para convencernos que sí, que es posible que un Parmenio del s III enseñara estos temas olvidados hacía más de 1 500 años. 

   Y que ellos son inocentes.

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