Impidéndonos el daño de sú pérdida despedirnos de él de otra manera, brindamos con estos papeles, a la memoria de nuestro querido amigo, ilustre polígrafo y egregia persona que nos honró en vida con su amistad, Don Manuel LÓPEZ BOUZA; brindamos también por el desaparecido Lolo, y brindamos, por nuestra cara ciudad natal, Ferrol, en su octavo centenario.
En el mito fué el dios Dionisos (el Baco romano) quien huyendo de su patria, el hogar de “los sopladores de espuma”, en Mesopotamia se trajo el vino a Tracia. Dionisos como hecho de dos retales parece el sincretismo de dos folklores, tracio el uno, lidio el otro, de una vivificante tradición solar, garante de la fertilidad de los árboles y de la primavera con sus flores, de reputación irreprochable, por una parte, y de una tradición golfa y ctónica, por la otra, donde el dios acompañado de viciosos silenos, de lascivos sátiros, de ménades con susramos(thiassos) y todos ebrios, en orgiástico frenesí se sube al carro tirado por panteras.
Sostienen unos filólogos que como la patata o el maiz nos vinieron de América, las voces del vino, latinas, griegas y semítico occidentales fueron tomadas de forma independiente de Asia Menor y el vino fue introducido en Europa. Por ese motivo Dionisos, el dios del vino, como extranjero en Grecia no estaba conectado a ningún festival griego del vino. Pero el vino no revela el secreto de sus orígenes. Otros, disidentes, como el sanscritólogo de la Sorbona, Eulogio Losada Badía, piensan que el vino viniendo a significar “agua de vida”, tiene en un radical *ui” su poso indoeuropeo, idea si non vera, ben trovata siendo, de tomarse con moderación, fuente de salud el vino y los indoeuropeos reputados observadores.
Venga de donde venga, pensar en la Antigüedad el vino es pensar en Grecia donde el arqueólogo detecta su consumo en los ambientes relacionados con cultos funerarios muy antiguos [como sucedía en el Atlántico con el hidromiel y la cerveza asociada al vaso campaniforme] y con lugares premicénicos como Orcomenos, Tirinto y Micenas, del Heládico Medio o del Bronce Tardío. Estos lugares nos ofrecieron las semillas de las uvas más antiguas de Europa junto a los tapones de barro estampillados con hojas de parra de su comercialización ya en época tan temprana. La prensa de vino más antigua del mundo proviene de Arhanes en la isla de Creta.
Homero nos ilustra en la Iliada y el la Odisea, algo después el uso y el abuso del vino en los banquetes y en los funerales (CARRERA & PENA 2004), el simposíaco ambiente, chispeante de vida los griegos micénicos y de la Edad Obscura, que la arqueología no pudo detectar hasta que la colonización griega recogió y extendió luego esta tradición y el arte de beber desde el sur de Italia y Sicilia, hasta Etruria y la Europa Céltica.
Pero siendo el trigo la base de la subsistencia no todo era ni podía ser vino. Aunque se abria paso el cultivo de la vid, a costa de otrora espesos bosques y de colinas cubiertas de rastrojos, casi toda la Antigua Grecia mostraba un paisaje de grandes trigales en realidad a la vista del viajero.
El Ática, de la época clásica, densamente poblada, era la excepción. Allí el campesino medio con su granja de 5,5 hectáreas subsistía, sin levantar cabeza para contemplar el polícromo Partenón en lo alto de la Acrópolis, con el sudor de su frente exclusivamente de la modesta producción de su vino, su aceite de oliva y sus higos con que pagarse el pan nuestro de cada día y los impuestos. El Ática dependia in extremis de cuantiosas importaciones cerealeras, de trigo pagadas con las exportaciones de vino y de aceite a precio de oro en los world economic systems y reglamentado tráfico mercantil.
El Atica se despertaba trabajando en las vides y dormía gracias al vino. Cuenta Aristófanes como refugiados de toda condición pernoctaban en grandes pithoi,vasijas vinarias con ancha boca de una vara y de tres metros de altura, por falta de alojamientos durante las guerras civiles y es sabido que Diógenes, el filósofo, recibió a Alejandro conquistador de Atenas sentado en la soleada puerta, o boca, de su Pithoi.
Aquellos improvisados chalets unipersonales, los pithoi, estaban barnizados por dentro -tratamiento reductor de la porosidad similar al de nuestra antiquísima cerámica de Gundivós-, con una resina de pino mediterráneo que daba al vino el aroma y apreciado sabor característico que todavía poseen el vino griego blanco áspero llamado retsina y el más suave kokkinéli. En el fondo de esos pithoi profundamente enterrados se vertia el mosto del lagar, constantemente atendido durante los seis meses de fermentación, hasta la primavera cuando se filtraba y se decantaba el vino en odres o en ánforas.
El Atica mimaba la comercialización del vino, ora a granel en ánforas de gran capacidad, ora al detalle en magníficos vasos polícromos pintados por grandes pintores, ora en bellos odres, y la acompañaba de bellas manufacturas propias del arte de beber productos transportados en las bodegas de las naves mercantes a lo largo del Mediterráneo y por el interior de los grandes ríos europeos como cráteras, hidras, kilix, rhitones e infinitos complementos del banquete, a los que habría que sumar los unguentarios y los espejos. Y con el saber de depuradas técnicas tradicionales, ilustradas por Teophrasto de Eresos (ca. 371-287 a. C.), alumno de Aristoteles -demostrándonos que desde la antigüedad casi nada cambió en el arte vitivinícola y oleario-, confiando en la bondad y en la calidad de sus productos todos en el Ática, vivían con un relativo desahogo económico de las exportaciones del vino y del aceite de oliva.
Pero las colonias griegas, nacidas como asentamientos comerciales, extendieron la vid por vastas áreas geográficas y la fundación de Marsella (Massalia), emporio de los griegos focenses, sobre el 600 AC, inauguró a lo grande la pompa de la viticultura francesa, , introduciendo por el Rin y el Saona en el corazón de Europa ánforasvinarias, jarros de bronce con pico, y los sorprendentes objetos del arte de beber que los arqueólogos encontraron en las principescas tumbas celtas de la Galia, y con razón en 1928, J. M. De Navarro (in Antiquity 2, 423) sostuvo: Todo el arte céltico de La Tene se debe posiblemente a la sed celta.
Alejandro Magno fomentó el cultivo del vino por su vasto imperio, creando nuevas áreas productoras convertidas luego en los potentes mercados del mar Negro. Por un tiempo se siguieron importando los mejores vinos de Grecia y el mercado demandaba los vinos tradicionales de mucha calidad ¿les suena? Pero a partir de este momento los cambios de gustos de las veleidosas élites, las medidas proteccionistas -como sucedió en el Adriático con el casualmente llamado Dionisos, tirano de Sicilia, que ordenó la autarcía (sic) abasteciendo su isla de productos autóctonos-, y la imparable extensión multifocal de la vid en paises otrora importadores, cortaron los mercados y comercio del Ática. Cuando se produjo la dominación romana en 146 a. C. la exportación de vino griego languidecía en las principales zonas productoras.
Y poco despues del 128 a. C., el vino había llegado a China cuando el emperador se hizo traer y plantar unas buenas cepas informado del invento por el general Chang Ch’ien que pasó un año en Bactria, empinando el codo en una misión al Oeste. En este contexto imaginamos hoy como dentro de pocos años, si no lo hace ya, China brindará, y acaso nosotros con ella, con su cava.
En el contexto expansivo de este cultivo introducido por los conquistadores hasta en Britania, nada tendría de particular, que, estando Brigantia más cerca de Roma que Beijin o Shangai, Galicia y el Noroeste hispánico cultivase vinos blancos durante la dominación romana, que, poco a poco, se irían adaptando a las variadas condiciones edafológicas. Correspondiendose los vinos blancos de la mejor calidad a las fronteras del cultivo de la vid, con condiciones climáticas de baja insolación, era viable la introducción del vino de calidad en Galicia en épocas muy anteriores a la Alta Edad Media – lo que explicaría la presencia de amplios dimorfismos genéticos en 3 variedades de la uva alvariño-. No sucedía lo mismo con los buenos tintos, cultivados en las zonas intermedias de la franja climática de la vid, por precisar de una alta insolación, de condiciones propias de los climas mediterráneos.
La Europa Atlántica, bárbara y celta, no tonta, importaba el vino en grandes cantidades, aunque en su elenco de bebidas alcohólicas autóctonas figuraban el hidromiel y cierta variedad de cervezas, sobresaliendo la zythos de trigo. Plutarco consideraba de primitivos el consumo de hidromiel sosteniendo “antes de que el vino se hiciera conocido de la humanidad [esta] usaba miel, lo mismo como bebida que como ofrenda” - (conviv. IV.5), añadiendo - “e incluso ahora los bárbaros que no conocen la viticultura tienen una clase de bebida de miel y por medio de raíces adecuadas con un gusto parecido al vino”.
Vinos tintos de calidad, siempre importados del Mediterráneo, o de la Bética, lo fueron los vinos andaluces de Gades, y acaso los vinos catalanes de Laurión, como sucede hoy con los de Jerez o del Penedés, muy reputados en el mundo romano. Las ánforas vinarias de los castros de Lobariz (Ferrol), o de Lopesa (Narón) ilustrarían esa importación de vinos andaluzes y mediterráneos.
Galicia abierta al mar atravesaba un buen momento, florecíeron lujosas villae en las que aparecieron hermosas vajillas de terra sigillata importadas de África que nos hablan de un tráfico mercantil y cierta riqueza y bienestar en las elites, como las uillae de la Ría del Ferrol de de Noville y Littoriana, posiblemente la recientemente aparecida – Cuando una llamáda telefónica anónima me informó que estaban apareciendo restos arqueológicos y terra sigillata en las obras de la gasificadora, inmediatamente le notifiqué personalmente a un ‘arqueólogo empresarial’ local de la posible existencia de lo que podría ser una nueva uilla distinta a Nobille (sic)[nombre tomado posiblemente del possesor y fundador epónimo llamado Nobilius] diciéndole que podría ser la Littoriana de los diplomas[…] in Territorio Bisauquis uilla nuncupata littoriana [AHN cód. 976b, f. 13v. in PALLARÉS MÉNDEZ 1979]. Confirmada mi noticia y excavada luego por su empresa los restos de la nueva uilla que gracias a mi informante y a mi información se salvaron de la destrucción, ni me la dejaron ver los arqueólogos empresarios, ni me mostraron unas fotos, ni me dieron ninguna explicación, y no pudiendo decir mucho más, no concluyo nada.
En el siglo IV o V d. C., si no antes, sería operable que en la Ria de Ferrol se cultivase ya algún tipo de vino blanco de alguna calidad -esto, claro está, tomado como hipótesis que no por formulada es cierta- siendo posible su comercialización, no en ánforas, sino en barricas, ex more de los mercaderes del Atlántico, junto a conservas de pescado seco, por los provinciales, no provincianos, possesores galaico-romanos de uillae como de Noville y Littoriana. Quizás tuviesen todas ellas sus viveros, sus almacenes, sus instalaciones portuarias, asolagadas hoy en el fondo de la ría del Ferrol.
Galicia entera atravesaba su época de explendor en la baja latinidad cuando el Imperio Romano se colapsaba, florecíendo el comercio con el norte de África y tal vez con la Europa Atlántica y con el cultivo extraordinario de la Historia, de las letras latinas (con Hidacio y Orosio) y aún un turismo de élite, con la ilustre monja Egeria y su séquito viajando a Tierra Santa y tal vez la Provincia de Gallaecia fuese un centro importador y exportador de conservas y de ricos possesores galaicos romanos -acaso en Miranbell frente a illa de Toralla en Vigo, en Noville, en Littoriana, o en la salgadeira de Cariño-, con peiraos y barcos propios, introducidos en las corrientes comerciales de la época.
Hace diez o más años removiéndose una enorme cantidad de arena en O Porto de Meirás para hacer una piscifactoria, un vigilante jurado que al parecer habría recogido unas monedas de cobre vino a mi despacho del Ayuntamiento de Narón y me las enseñó. Me llamaron la atención un medio calco del último tercio del siglo III a. C., con su cabeza de Melkart y su piel de León (a izda) y con sus dos atunes (tb. a izda) en el reverso -como las de Bares-, unas monedas romanas bajoimperiales, cuatro antoninianos, uno de Galieno, otro de Constantino y dos de Constancio, y dos monedas medievales, de Enrique III y de Carlos II. Saqué una foto, que he podido encontrar. Y aunque hay que tomar estos hayazgos con cierta reserva, recuerdo haberle manifestado hace algunos años, refiriéndo el caso al ‘arqueólogo empresarial’ mencionado de Ferrol por si lo quería investigar, que alguna forma la actual piscifactoria de rodaballos habría podido continuar una interrumpida tradición. Estas monedas parecen mostrar que algo se pudo haber movido intermitentemente en O Porto de Meirás -¿Prospectores de metales? ¿Buscadores de oro? ¿Recolectores de estaño en las arenas?-, antes de que en la Baja Edad Media se estableciera allí una industria ballenera y conservera
Ese “algo” habría precedió las increibles aventuras medievales, marineras y comerciales, de la próspera y fascinante Villa de Ferrol, con su inmejorable puerto y aún de Galicia con sus rías abiertas al mar, haciendo valer su ventajosa posición entre Europa y el Mediterráneo en el tráfico marítimo internacional. Aventuras asombrosas que iremos poco a poco refiriendo, si Dios quiere en otras publicaciones, hasta el fin, cuando perdiendo su norte y su rumbo Galicia y el Ferrol olvidaron -o se les hizo olvidar- sus puertos exteriores y su Historia acabó como la de los ciegos en busca del elefante, con todos, esperando a Godot y su viaje de alta velocidad en pos de ningún sitio y lo que es más absurdo, con el centro convertido en periferia.
Dicho esto puede ser un buen principio empezar cuando la carroza de Cenicienta se convierte en calabaza, por el final.
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Que no es vecino ni natural de la villa del Ferrol, que dende diez y seis años a esta parte poco más o menos las armadas reales del rey nuetro señor, sabe esta testimuña y ha visto por vista de sus ojos que por muchas veces an estado ansy de ynvierno como de verano en el puerto de la dicha villa del Ferrol y dende el dicho tiempo a esta parte los soldados y gente de guerra que yban y benian en las dichas armadas an echo muy grandes daños a los vecinos de la dicha villa del Ferrol comos hes que les tomaban las casas donde ellos vivían y les echaban fuera dellas y les azian que fuesen buscar otras casas a otras partes y los dichos soldados y gente de guerra se quedaban por fuerza en ellas quemando las tablas y madera de algunas dellas y aziendo de manera que […] se cavan y les han decepado y cortado sus viñas rompiendo sus muros y cerrraduras dellas y an asimismo decepado y talado los montes y madera que en ellos auia y tomaban por fuerza los barcos a los vecinos de la dicha villa del Ferrol y les azían a sus amos yr con ellos para el servicios de las dichas reales armadas serviendose dellas para dar carena á los navíos que allí estaban y para pasar la gente de guerra y soldados de unos á otros y para carrear los materiales y lo mas necesario para ellos y para el edificio de los fuertes que allí se an echo y para acarrear lo necesario para hacer los hornos que en la villa de Neda se an echo y para llevar el trigos á ellos impediendoles con los dichos servicios que no pudiesen ir a pescar para sustentarse a si y a sus mugeres e hijos y mas gentes de sus casas por seren pescadores la mayor parte de los vecinos de la dicha villa del Ferrol y no tener otros tratos ni oficios de que sustentarse; y en el tiemo de la hubas se las comían y dustruían y lleban unas en agrazes y otras en pampanos para hacer dello ensaladas, sin les pagar por razón de lo uno ni de lo otro cosa alguna, comiéndoles y destruyendoles ansimismo las frutas de sus arboles y los repollos y berza y nabos y mas lelgumbre de sus guertas, sacandoles ansimismo las tablas y madera de sus casas para el reparo y beneficio de los dichos navios, de todo lo qual a los vecinos de la dicha villa del Ferrol se les ha seguido y sigue[…]y perdida mas de terinta mil ducados, y lo sabe el testigo por lo haber visto como dicho tiene.
Que sabe el testigo que con los grandes daños y estragos que los vecinos de la dicha villa del ferrol han recebido en sus personas y bienes de los dichos soldados y gente de guerra que han ido en las dichas reales armadas al dicho puerto del Ferrol estan muy perdidos y destruídos y pobres […] que despues que las dichas reales armadas vinieron al dicho puerto y villa del Ferrol los vecinos della coxen muy poco pan y vino de sus labranzas por les haber quedado todo destruido con los dichos daños que han rescebido de la dicha gente de guerra, y la mayor parte del pan y vino y carne que se gasta en la dicha villa casi todo viene de fuera y lo traen allí a vender forasteros por no haber en la dicha villa como solía, y lo sabe el testigo por lo haber visto por muchas veces como dicho tiene.
Que sabe que desde que las dichas reales armadas han ido al dicho puerto del Ferrol muchos de los vecinos de la dicha villa se han salido y ausentado della por los muchos daños que habían y han recebido y por les haber la dicha gente de guerrra derribado sus casas y llevado lo que tenían y se an ido a vivir a otras partes, y donde solía haber más de ducientos y zincuenta vezinos y al pies de trescientos en la dicha villa y todos ricos y hazendados agora por dicha causa no quedaron en ella cien vezinos y esos estan muy pobres y necesitados, que no hay persona rica en la dicha villa ni que tenga en ella bastante para su sustento y de la gente de su casa sino son tres o cuatro hombres que tienen buena hazienda y los demás se substentan por sus trabajos con harta pobreza y necesidad, y lo sabe el testigo por que los conoce muy bien […].
Que le parece y tiene para consigo como cosa cierta que los vecinos de la dicha villa por causa de los grandes daños que han recebido con las ditas armadas y gente de guerra que en ellas vino y haber quedado muy pobres y necesitados como al presente lo están no podrán redificar sus casas como de primero las tenían ni podían volver á plantar sus viñas y guertas y cerrarlas y restaurarse de los daños y agrabios que han rescebido y volverse á poblar la dicha villa de vecinos como de primero estaba sino hes aziendoles merced el rey nuestro señor de les mandar pagar los dichos daños y dándoles un mercado y feira franca que durase un mes en cada un año á que pudiensen acudir de todas partes a vender libremente forros de todo tributo y alcabala muchas mercadurias y dello reundaria mucho probecho a la dicha villa y vecinos della [por que] los sitios y casa y […] que tienen caídas y no las pueden levantar á sus costa por seren pobres vendran mercaderes al dicho mercado y feria franca que las levantarían á su costa por que se las dejasen sin alquilerespor el tiempo que durase el dicho mercado; y de otra manera han siempre de vivir pobres y nedesitados. Que sabe el testigo que el puerto de la dicha villa del Ferrol es muy grande y seguro y de los mejores que hay en toda España para estar e invernar en el las reales armadas del rey nestro señor y le paresce que sera muy de servicio se su magestad que la dicha villa se vuelva a poblar a redificar las casas y viñas y guertas como de antes solia para que mexor los vecinos y moradores della puedan acudir al sevicio de su magestad que se ofreciese para que haya muchos vecinos para ello.
Que sabe y ha visto que antes que viniesen las dichas Reales armadas y gente de guerra al dicho puerto y villa del Ferrol avía al derredor de la dicha villa más de cuatro mil jornales de viña que eran de los vecinos e moradores della y adonde coxían en cada un año uno con otro mas de seiscientas pipas de vino y con los dichos soldados y xente de guerra se han destruído y despoblado de manera que no han quedado mas al presente veinte y cinco jornales de viña y en solo esto los vecinos de la dichoa villa a parecer de esta testimuña han perdido y rescebido de daño mas de veinte mil ducados porque las dichas viñas todas eran de […] y estaban puestas encima de mucha madera y al volverse a poner y a […] de madera y bazelos y vides como de primero estaban no se hacía con los dichos veinte mil ducados por haber menester para ello grande cantidad de madera y trabajo, y esto lo sabe el testigo por haber visto muy bien las dichas viñas.
Que sabe el testigo que al derredor de la dicha villa del Ferrol y diez leguas en contorno hay mucha madera de roble y castaño y pino y nogales y otra madera y que aunque a los vecinos de /383/la dicha villa del Ferrol su magestad el rey nuestro señor les haba merced darles licencia para embarcar cien mil carros de madera para la llevar a vender fuera deste reino sin embargo dello quedaria en la dicha tierra mucha cantidad de madera y la que fuere necesario para el gasto de la dicha tierra y para real servicio del rey nuestro señor y de sus reales armadas por ser como la dicha tierra hes mucha parte della muy montaña (sic) y haber en ellas mucha madera, y le parece al testigo que a la tierra donde se sacase la dicha madera sería de mucho probecho e utilidad pagandose a los dueños della su valor, y los sae el testigo por saber muy bien la comarca e conocer al derredor las diez leguas que dicho tiene.
Que todo lo por esta testimuña declarado es la verdad y en ello se afirmó y retificó y firmado de su nombre. Rodrigo Montero, clérigo. Antonio Jacome de Piñeiro. Archivo General de Galicia, G. S. 17-L núm. 8, in Almanaque de Ferrol para 1.905 Imprenta de “El Corrego Gallego” 1904, pp 73-76.
Pero origen del comerio del vino en la Villa de Ferrol, a cuya muerte súbita acabamos de asistir, es una historia compleja que no se puede abordar sin tener en cuenta antes las circunstancias y objetivos de su fundación. Las abordaremos en sucesivos capítulos. Considero una razón de justicia, sin que ello merme el explendor dieciochesco e ilustrado, devolver a Ferrol, mi ciudad natal, sin ningún típo de manipulación, sino a traves de su propia documentación, su brillo y explendor medieval.
Decia en la introducción al II volúmen de la Hª de Narón “A Terra de Trasancos ollada dende os mosteiros de Xuvia y Pedroso na Idade Media, en 1992, con una pasíon propia de la juventud “A ignorancia da existencia do “Territorio Político” [A Terra de Trasancos] leva parella como consecuencia a confusión do concepto e artellación do territorio económico segmentado autárquico que nel se inscribe: as uillae, xeralmente englobadas nun opaco enguedello e termos tan confuso que podemos dubidar que se coñeza realmente a materia da que se está a falar como se desprende da vaguidade de algúns xuízos”.
Munia Froiláz era dueña de la uilla de Ferrol, cuya iglesia de San Giao aparece mencionadael la documentación de Juvia en una carta de venta de Osorio Velazquez de 20 de marzo de 1087, una más entre más de 50 uillae medievales que como Ismaeli “Esmelle”, Domini Mironi, “Domirón”, Federnandi “Fernande”, Recimiri “Recimil”, etc., existian en Trasancos. Entoces se le llamaba uilla a la casa solar del dominus ya su dominium o jurisdicción, en un unificado concepto de soberanía doméstica. La uilla de Ferrol que aparece mecionada en la colección diplomática de Juvia como vulgarmente se piensa no era una ciudad ni un núcleo urbano, sino la hacienda ligada a un antiguo topónimo y el espacio jurisdiccional de un noble o caballero. Ferrol es topónimo que procede, seguramente, de Ferreolus, acaso un possesor de una uilla fundiaria galaico-romana que habría bajo los modernos arsenales, Dicha uilla sería heredera, sino del emplazamiento, del mismo espacio jurisdiccional que antes tuvo un castro en el núcleo del Ferrol Viejo, registrado en la toponímia. Y para deshacer el nudo de este enredo remito al lector de Celtiberia a mi cuadro evolutivo del sistema.
El caso es que en el siglo XII, la uilla de Ferrol, era un espacio demarcado, una jurisdicción, casi ocupada totalmente por una frondosa fraga, posiblemente de considerable valor cinegético, y acaso sino por casas dispersas, por una minúscula aldehuela o lugar, también llamada uilla, de tres o cuatro casas como mucho, y un espacio trabajado por los, simultáneamente, granjeros, pescadores en una serie de ensenadas y abrigos, y ocasionalmente muy estimados muntarios “monteros” de los Petriz, condes de Trava y de Trastamara para sus andanzas cinegéticas.
Esta uilla Ferreoli con su iglesia de Sant Giao, era muy posiblemente íntegra propiedad de una gran dama. Una monja de Juvia, Doña Munia Froilaz- hermana del conde don Pedro Froilaz y una egregia mujer del Reino de Galicia, no solo era la propietaria de la uilla de Ferrol, era también copropietaria de más de una docena de uillae más solo en la Tierra de Trasancos. Sabemos que por largo tiempo gozó de fama de santa y fue en vida una reputada jurisperita en toda clase de problemas divisorios y jurisdiccionales en el Reino de Galicia, siendo su dictamen y el de su hermana Viscávara muy solicitado.
Munia Froilaz, contrajo nupcias con otro gran propietario de inmúmeras uillae o micro espacios jurisdiccionales entre Ferrol y Ortigueira, Paio Menendez con quien tuvo una hija llamada doña Marina y un hijo que le murió ahogado no Mar da Joiva en un obsccuro percance siendo casi un bebé frente al Monasterio de San Martiño de Xuvia, popularmente conocido como O Couto, según se desprende del testimonio de los vecinos que deponen en el Apeo de Pedroso, dando todo ello origen a una bella leyenda popular (PENA 1992, p 70).
En este contexto construyó doña Munia, en un lugar llamado casualmente vineola, “viña pequeña”, el monasterio de San Salvador de Pedroso, por el remedio del alma de sus padres, de su hijo y de su esposo Paio Menéndez. Fue según testigo el más grande monasterio románico de la Tierra de Trasancos, y ella misma se hizo al enviudar monja con su hermana Visclávara en el monasterio dúplice de San Martiño de Xuvia.
En aquellos tiempos en el Atlántico europeo las principales familias nobiliares del pais criaban a los principes herederos en lo que se conoce como fosterage. El hermano de doña Munia, Don Pedro Froilaz, Conde de Galicia, conocido también como Conde de Trava (o Traba), por la Terra que recibió en arras de su esposa la condesa Doña Mayor Guntroda Rodríguez al casarse, era el primero de los nobles gallegos y tutor del infante Don Alfonso Raimúndez, criado en la extremitatem Gallaeciae, nombre que entonces se le daba a la Terra de Trasancos por su posición geográfica.
Munia dispensó al infante el cariño que no pudo dar a su hijo y este afecto se tradujo, a mi modo de ver, en la donación de la mitad de su uilla de Ferrol, un lugar paradisíaco, ocupada por la ya mencionada frondosa fraga –que enlazaba con la de Leixa, su último vestigio- y se conocía por este motivo en la Edad Media como Fraga do Rei don Afonso. El afecto fue mutuo y el ya rey de Galicia, que llegaría a ser emperador de todos los reinos de España, don Alfonso VII, se lo recordaría a doña Munia acotándole y amplificándole su monasterio de Pedroso por segunda vez un 28 de febrero en Valdevice “polo amor de Deus en esta ocasión e movido en parte polo teu obsequio y predilección (nuc uero pro Dei amore et partim commotus tui obsequio et dilectionis CDP 4 ACM A8 in CAL PARDO, p 239).
Conocida luego como A Fraga do Rey y o “lugar de A Fraga” la Fraga del Rey don Alfonso es mencionada en una carta de Juvia por Rodrigo Froila al señalar de deslinde del Couto do Vilar, que este desciende “dende la villa de Carançoa (sic) por un regato ata o mar e cara a fraga do noso Rei Afonso (AHN cod. 1041B, n 241 nun foro [traslado] con letra do s. XV, nº regras 45 e 46 dise “ […] et soutum de Vilar quo modo uadit per Villare ad uillam de Carançoa et descendit per ribulum as mare et ad fragam domini nostri regis Adefonsi y el soto do Vilar como vai polo Vilar (Santa Marina) a la vila de Carançoa y desciende por un regato hasta el mar y hasta la fraga rey Alfonso, nuestro señorl]. Otros topónimos como “lugar de O Rei” (Ferrol) recuerdan la infancia trasanquesa, por tierras de Ferrol y de Narón del emperador Don Alfonso Raimúndez.
Pero las escasas propiedades reales en Trasancos (PENA GRAÑA 1992:314), limitadas si no me falla la memoria a la mitad de la uilla de Ferrol, crecieron como la espuma tras el matrimonio del hijo de Alfonso Raimundez, el rei don Fernando II (el del Portico de la Gloria) con la nieta del conde Don Pedro, la infanta Dona Tareixa Fernández, una de las tres hijas que la reina doña Teresa de Portugal tuviera de sus amorios con el hijo del conde don Pedro Froilaz, el primer conde de Trastámara, don Fernando Pérez de Trava (T. II Sobrado fol. 129 v. PENA GRAÑA. Ibi.) tanaiste o jefe del clan familiar e Imperante de Trasancos se ampliaron considerablemente.
De exceptuarse el Monasterio de Juvia, los hijos de Dona Tareixa Fernández y de Don Nuno Pérez de Lara; Fernán Nuñez, Gonzalo y Álvaro, y la hemana de esta reina, la Condesa doña Sancha, eran seguramente en aquellos tiempos, los mayores terratenientes de Trasancos, señores del Coto de Serantes –que el primer conde de Trastámara cambiara a Juvia para dotar a sus hijas las infantas-. A mi modo de ver todavía, alteradas claro está a lo largo de muchos siglos de ininterrumpida ocupación, se conservarían todavía las esplendidas ruínas del palacio o uilla de doña Sancha que estuvo en píe hasta no hace mucho cerca de la hermita de San Andrés de Brión.
A Fernando II le sucedería (ojo al salto) don Alfonso IX como rey de Galicia y León (1188-1230), como heredero de la formidable base territorial de su padre en la Tierra de Trasancos, adquirida tras el emparentamiento de la familia real con la condal de Trava y Trastamara.
El hecho de que Alfonso IX fuese propietario de los solares influyó, y mucho, en el nacimiento ex novo de la bella ciudad, burgo medieval o Vila de Ferrol dotada con un magnífico alfoz y franqueada con unos muy generosos fueros y libertades. Lo mismo sucedió con la Vila de Neda.
Nada de nada tienen que ver pues salvo en el hecho de compartir ambas el común y equívoco topónimo, la posible uilla romana del siglo IV o la uilla fundiaria del siglo XII, con la ciudad medieval de Ferrol antepasada de la actual y fundada ex novo en torno al lugar de Coruxeiras a comienzos del siglo XIII, al mismo tiempo que A Coruña (1208), Neda, Baiona, Salvaterra, Sarria, Melide, Triacastela, etc., Ribadeo, Vegadeo, etc., etc. (PENA 1992, p 277ss) Aunque la exacta fecha de la fundación de las Villas de Ferrol y de Neda, un mes más un mes menos, es por ahora un poquito brumosa, ya pueden los respectivos alcaldes poner a enfriar las botellas de champán porque celebramos por estas fechas el 800 aniversario de la fundación de la Villa de Ferrol, y aunque que se nos pasó el arróz de la celebración de la colocación delos cimientos de nuestra ciudad, pues, del minucioso examen y tercer grado, al que sometí un documento del Tumbo II de Sobrado datado *erroneamente “in era Mª ccª vª, (fol. 147 r. y v. nº 437 en trans. De Pilar de LOSCERTALES DE VALDEAVELLANO) se desprende que el rey de Galicia y de León, don Alfonso IX (1188-1230) visitó Trasancos en el año 1202, previsiblemente para asistir como se acostumbraba, a la ceremonia fundaciónal demarcatoria de su ciudad, un espacio de realengo, lo que hoy llamaríamos para “poner la primera piedra”, las clausulas cronológicas de la mencionada carta recogen que la carta fue hecha “reinando el Rei don Afonso en León no ano en que dito rei veu a Trasancos […]. *El error en la datación de este diploma, en la era 1.025, el año 1167, se debe a la consabida y habitual confusión de los copistas que notan en los traslados “v” por “x” aspada (que tiene un valor de cuarenta). Y este error y también nuestra propuesta de datación se comprueba por el tenor las demás cláusulas cronológicas del diploma “Tenente comite Gomet medietatem de Trastamar. Pelagius episcopus Menduniensis […]”, con la mención del Arcediano de Trasancos y del notario Pedro Ioannes quien confirman numerosos documentos a comienzos del siglo XIII, en 1200, 1201 y 1205 (Cf. Sobrado T II, fol. 142r y fol 128r. Ibi.).
Y aunque nos perdimos la celebración de la primera piedra podemos celebrar dentro de cuatro años la verdadera inauguración de la ciudad, concluída poco antes de año 1213 y en una carta de los Rabilones alcume –que no es conveniente traducir- de una casta de escuderos trasanqueses el 13 de noviembre de 1212 na era MCCL y el día “dos idus de novembre”, el día 13, Reinando o Rei Adefonso y siendo Conde de Trastámara el Ricome Rodrigo Gómez en las cláusulas cronológicas se mencionan tras el Obispo Don Martín de Mondoñedo, su probable delegado para trasancos el Dayan Don Simeon -quien salvo yerro podría ser un representante de un ignoto distrito judio (relacionado con la presencia judía y la sinagoga de Covas, cuya estrella exalfa de David - no cristiana por tener la de Covas un botón en su centro y no una cruz como las exalfas de las uillae de Pradeedo o de Quintana – se conserva hoy empotrada en un hórreo- al que siguen el abbate o arcediano de Trasancos Pedro González, figuran entre los testigos, Bó de Serantes, Martín de Ramos, Rodrígo Cotón y otros por primera vez a los recién estrenados alcaldes de la ciudad de Ferrol los primeros alcaldes de Ferrol, mayor y ordinario, Bermudo Pelaes [compitiendo en el honor de ser el primero con Pedro Martinez, cf. Sobrado II 136v] y Rodrigo Gonzáles, el hijo de Gonzalo Froilaz de Mandiá el primero de la casa que nos habría dejado constancia de que usaba como divisa los tres bastones y el lebrel. (Sobrado, T II, fols. 137, 138). Esta fecha fundaciónal explicaría porque en el portulano de Petrus Vesconte de Genova del año 1313 (Paris B. N. Res. GE DD -687. Elisa FERREIRA PRIEGUE. Galicia en el comercio marítimo Medieval. Lámina I) entre Cedeira y Betanzos no figuraba aún la villa de Ferrol y si en cambio Xuvia, por ser la recien fundada aún desconocida.
La aparición de las villas marineras y comerciales de Ferrol y de Neda, supone profundas transformaciones estructurales.Transformaciones políticas porque los nucleos urbanos son los primeros espacios de libertad y de realengo en una tierra de los Petriz. Y a estas villas se les sumaría luego toda la Terra de Trasancos.
Y que el foro de la villa de Ferrol fundada por Alfonso IX fue generoso lo deducimos de una confirmación del infante don Sancho del año 1283
“Sepan cuantos este privilegio vieren como yo, Infante don Sancho, fijo mayor e heredero del muy noble D. Alfonso por la gracia de Dios Rey de Castilla, de león de Toledo de Galicia, de Sevilla, de Cordoba, de Murcia, de Jaén, del Algarve, en uno con la Infanta Doña María mi muger. Por facer bien e merced al concejo de Ferrol dovos e otorgovos, e confirmovos para siempre jamás todos vuestros fueros, e usos e costumbres, e libertades e franquesas, e privilegios, e cartas que hobistes en el tiempo del rey Don Alfonso [IX, 1171-1230; rey de Galicia y León de 1188-1230] mi visabuelo e del rey Don Fernando [Fernando III el Santo 1201-1252] e de tódolos otros reyes e del emperador que fueron ante en España”.
Transformaciones sociales porque los segundones de las grandes casas como los Mandiá, los Piñeiro, los Pita, los Tenreiro, de convertiran en mercaderes, en armadores y en comerciantes, muchas veces reemparentados entre sí constituyen una especie de protoburguesía de sangre. Porque las órdenes mendicantes como los franciscanos y los dominicos crean auténticos programas sociales, como los centros de recogida de malates o lazarados de Ferrol y Neda, pronto copiados por la hidalguia local y sus cofradías de San Miguel y Santa María Madanela (sic).
Pero el siglo XIII fue el siglo de las transformaciones económicas, de la creación de la industria conservera quizás ya antes del XIV, del fomento de la actividad pesquera, da cortiña da Xorda en Ferrol, onde se acostumaba a lavar as redes et exogar, del secado de los pulpos pescados en dornas pulpeiras, de los ahumados y acaso de salazones, de envasado de ostras en conserva, etc., y de un exraordinario desarrollo vitivinícola, en el siglo las famosas viñas de Alvarón en Neda –donde se produce hoy para el consumo doméstico un excelente Alvariño reintroducido por un conocido pediatra-, y con todo eso se produjo el desarrollo de las compañías de seguros, las cartas de fletamiento, de la construcción naval (mercante), cuando se empezaron “a escarballar dende” a rais las carballas y los ameneyros de neda “para faser borda et governallas”, posiblemente en unos astilleros de O Ponto.
Pero esa es otra historia....
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