Autor: Arquidioniso
sábado, 22 de marzo de 2008
Sección: Artículos generales
Información publicada por: arquidioniso


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Los Cúrpites, manifestación purhepecha de Dionisos.

A su paso, el pasmo se apodera de los corazones...con su danza, todas las presencias se diluyen...todo se hace Uno.

 


Ahi estuvimos, mientras la cadencia de los pasos de las ireris, dulces y ceremoniosas, como esperando algo misterioso, se deslizaban sobre esas nubes invisibles y sonoras.


Traje a traje y los atuendos me llenaron el alma de geometrías desconocidas y colores que estallaban en sus cuerpos y en mis ojos...asi era, casi anunciado, sin mayor espanto ni sorpresa.


Y de pronto apareció la presencia dominante del Cúrpite...el silencio congeló todos los instantes. La atmosfera livianíssima, el aire dulce y el sonido de las jácaras lejos, rasgandome la sangre con cada pirecua de miél.


Emerge de ese mundo desconocido y en su traje negro avanza y nos mira desde su máscara adornada con mil listones de colores, El lleva una mascada de seda adornadísima sobre el hombro, y avanza. Los turistas se fragmentan en el asombro mayor de sus vidas y lo miran implorando el perdón por su osadía al atreverse a mirarlo.


Aparece cada que le da la gana, pero cuando sabe que ya será la Primavera. Es fertilidad pura, incontenible, ilimitada. Se engalana con los delantales bordados en un delirio inconmensurable por las Maringuias expectantes. No hay límites posibles para su presencia, no hay definiciones, no hay fronteras. El barroco delirante de su atuendo es el yo de todos nosotros, los que estamos dentro de el.


Los cúrpites son únicos en la conciencia popular purhepecha. Su aparición es antecedente de antiguas mitologías y de mestizas interpretaciones. Afortunadas en la dimensión de la plástica, oscuras en sus significados, luminosas en la presencia imperdonable y festivas por el gozo y la exaltación que provocan, más alla de la mirada del especialista o del erudito. Son conocimiento que se siente, impalpable.


Sus trajes abren puertas y ofrecen mundos en los que el riesgo de lo abstracto anida en el absurdo, y desemboca en la absolución concreta del placer. El placer inescapable frente a mi ireri luminosa.


La vida de los cúrpites es de colores, su habla es de silencios y su danza es la del señor Shiva, del Tezcatlipoca, de la dualidad insoluble en la unidad, y de la Unidad potente jamás desaparecida.


La imaginación de cualquier cultura empequeñece frente a estos portentosos portadores de las llaves del cielo. Y más si se contemplan sAboreando un raspado de Don Genaro, de mamey, de changunga, o de frambuesa.


No encontré ninguna forma para congelarlos...las fotografías salen movidas, las memorias borrosas, pero la impresión en el alma es diáfana.


Los especialistas en artes populares se devanan los sesos para descifrar al Cúrpite, los estudiosos antropólogos vomitan miles de páginas para fracasar en su intento de explicarlos. Lo único que queda es contemplarlos y olvidarse de que la razón existe.


Dioniso purhepecha, viento y fuego abismales. Imposible ser explícito frente al misterio.


 

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