Autor: Vitalic
martes, 26 de febrero de 2008
Sección: Escritos antiguos
Información publicada por: Vitalic
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Cuando empieza la Edad Media?

Analisis de varios de los indicadores que señalan la ruptura entre la Antiguedad y la Edad Media.

¿CUANDO EMPIEZA LA EDAD
MEDIA?

 

Para el estudio de esta
etapa en concreto, y después de esperar a que las musas entraran en mi
habitación, he decidido realizar un análisis de los dos momentos claves que
suponen , al menos a simple vista, una etapa de ruptura, como he dicho
aparente, con la civilización anterior. Estos dos momentos de suma importancia,
no serian otros que la decadencia final del Imperio Romano y el final del reino
visigodo. A través de estos dos hechos, quiero intentar sacar algunas conclusiones
que me aporten criterio para acercarme a la problemática actual.

 

La elección de estos dos
momentos históricos, no esta hecha a la ligera, viene de una reflexión, con un
planteamiento claro y definido: ¿Cuando acaba la antigüedad tardía y cuando
empieza la edad media?. ¿En qué puedo apoyarme en el  estudio de estas dos fechas?

 

En primer lugar, aunque más
adelante lo expondré con mas detalle, quiero empezar con el final del reino
visigodo, aunque debería decir mejor, con el final de la civilización hispano-visigoda.
Para esto he tenido la suerte de asistir a un coloquio sobre este tema, en el
que la profesora Sonia Gutiérrez exponía los diferentes aspectos en los que era
posible ver el autentico cambio entre el mundo hispano-visigodo y el mundo
andalusí. He elegido empezar por el final, por que a simple vista parece más
evidente la ruptura cultural.

 

Por otro lado, para aportar
una visión de que la Alta Edad media empieza ya en los últimos momentos del
Bajo Imperio Romano me remitiré a los últimos trabajos del Profesor Carlos
Laliena, que actualmente esta investigando, en un contexto arqueológico, los
cambios que se pudieron producir entre los siglos III y VI, para poder hablar
de una temprana Alta Edad Media.

 

Además , para esta etapa
cronológica, es decir los siglos del Bajo Imperio, Tengo en mi poder un libro
de Javier Arce, llamado : España, entre el mundo antiguo y el Medieval, Y que
expone una serie de ideas tanto históricas como arqueológicas, cuyo eje es
observar el final de la antigüedad, aunque siendo un poco críticos, me he leído
gran parte del libro, y la palabra medieval parece que solo sale en el
título.Aunque entraremos más adelante a analizarlo, este libro esta compuesto
de una selección de 7 artículos ya publicados y uno inédito en su momento. En
mi opinión cada articulo esta cuidadosamente seleccionado para ver aspectos
diferentes de esta transición. En base, habla de las nuevas ideas que fraguaron
a fines del Imperio y que son la clave para que a partir del S. V estemos ya en
el inicio del medievo. Los temas tratados son por ejemplo la crisis del Siglo
III, los conflictos entre paganismo y cristianismo o la evolución política del
bajo imperio.

 

La arqueología nos da la
mayoría de las veces datos seguros y empíricos, luego son las interpretaciones
personales las que hacen uso de esos datos para expresar unas opiniones. El
caso es que la arqueología nos aporta una información que las fuentes no nos
dan: datos reales sobre la vida cotidiana del momento.

 

LA TRANSICIÓN ENTRE EL MUNDO
HISPANO-GODO Y EL ANDALUSÍ

 

Quiero dejar claro que esta
primera parte del trabajo esta enfocada desde una visión concordante con una Long
Late Antiquiy
. Y se trataría simplemente de analizar los cambios reales que
se produjeron desde el 711, para que desde entonces hablemos sin lugar a dudas
del Medievo.

 

¿Es posible reconocer la transición a través del
registro arqueológico?, la respuesta es que podemos conocer algunos de los
procesos más importantes, pero el conocimiento total es imposible.

 

Sonia Gutiérrez en una conferencia
que tenia por nombre: La islamización de Tudmir. Balance y perspectivas,
dividía su estudio en varios epígrafes que en conjunto daban unas conclusiones
muy interesantes.

 

Empezando por los indicadores
sociales
, ella se centraba en aquello que arqueológicamente era
demostrable: El urbanismo y la vivienda. En relación a la islamización urbana,
dos procesos destacan sobre el resto; el primero es el de la continuidad
topográfica de la mayoría de ciudades en los inicios de la dominación árabe.
Pero en contraposición a este factor de continuidad , pone de relieve la
profunda trasformación urbanística que sufren las ciudades desde el S VIII. Con
una trama urbana que poco o nada tiene que ver con la antigua, nuevas calles,
nuevos espacios (Barrios mozárabes y judíos.) aunque en general la mezquita
ocupará el espacio privilegiado donde antiguamente estaría el foro (¿y
posteriormente el conjunto episcopal?).

 

En cuanto a la vivienda, arqueológicamente se
observa una  transición entre una
primera forma de construcción de las viviendas, como unidades unicelulares,
para albergar a una única familia, ¿modelo visigodo?, de forma rectangular y
normalmente dividida en dos o mas espacios interiores. Es muy curioso observar
como a lo largo de unas pocas décadas el modelo de vivienda cambia, y lo que
antes seria una vivienda unifamiliar, ahora tiene adosadas otras viviendas
similares formando en el centro una especie de corral comunitario. Este es el
modelo bereber de vivienda del Siglo X en la península ibérica, en el que cabe
suponer que a raíz de un núcleo familiar, las siguientes generaciones han
decidido vivir en comunidad con sus familiares, y crear una especie de unidad
espacial con zonas privadas pero con otras zonas en común. Esto nos aporta
información sobre los proceso sociales que experimenta la población de la
época. Este modelo bereber, como hemos dicho, esta plenamente instaurado ya en
el Siglo X.

 

Los indicadores
religiosos
fueron los siguientes en ser analizados por Sonia Gutiérrez en
Zaragoza. Es evidente que la islamización de la sociedad no solo pasa por un
cambio de las formas de vida y relaciones interpersonales, la meta de la
islamización es la conversión de la población a la religión del profeta Mahoma,
y este era el objetivo primero de la conquista de Hispania. El cambio de
mentalidad, con todo lo que ello conlleva, no fue algo rápido y sencillo, en
realidad fue un proceso bastante dilatado en el tiempo y nunca del todo
terminado, ya que se permitió a la población mozárabe la libre practica del cristianismo,
solo quebrada en momento puntuales.

 

Como forma de averiguar arqueológicamente este
tránsito religioso, hay dos alternativas que se complementan y dan de nuevo
unos datos indiscutibles. En primer lugar nos encontramos con que entre los
siglos VIII y X se produce la casi completa desacralización de los lugares de
culto visigodos. Esto lo vemos en la construcción de mezquitas encima de
antiguas iglesias godas, en la desaparición de los conjuntos episcopales, etc.
Aunque la población mozárabe siempre guardó recuerdo de su origen y de sus
lugares y leyendas de culto, el hecho de que la mayoría de la población se
reconvirtiera con el paso del tiempo al Islam, hace que el cristianismo en el
mundo Andalusí, tenga un valor un tanto secundario dentro de sus fronteras, sin
ningún poder de influir en las decisiones de las elites musulmanas.

 

La segunda alternativa es la
constatación arqueológica de un cambio en los ritos de enterramiento. La
conversión de los muertos fue un proceso también dilatado en el tiempo, que se
extendió de nuevo hasta al menos el Siglo X. Es básicamente el cambio entre el
modo de enterramiento hispano-godo mayoritario, y el enterramiento en decúbito
lateral derecho y sin ajuar , típico del mundo musulmán. Para recalcar que fue
un proceso extenso en el tiempo, el dato de que haya necrópolis en las que
convivan largo tiempo ambos ritos, nos da una idea de que el ritual no cambió
inmediatamente, y como suele pasar en estos casos, las costumbres tradicionales
no desaparecen de la noche a la mañana.

 

No menos importantes son los
indicadores culturales, o lo que es lo mismo, aquellos hechos
arqueológicos que nos permiten afirmar que se ha producido una transición
cultural en una sociedad determinada. En el caso de la transición del mundo Hispano-godo
al Andalusí, varios son los procesos que nos permiten afirmar que hubo un
cambio relativamente brusco. El ejemplo perfecto sería la arabización
lingüística, perfectamente implantada en todos los niveles sociales ya en el
Siglo X. Personalmente opino que este proceso fue a la par de la islamización
religiosa. Podríamos vincular ambos hechos con la necesidad de tener que
estudiar un Corán en lengua árabe, aunque también hay otras explicaciones como
la necesidad de saber árabe por que era la lengua de la administración y el
derecho o también por que sería un síntoma de prestigio para quien supiera
hablarlo, acercándole hipotéticamente a las clases dirigentes del momento.

 

En el campo estrictamente
arqueológico, la prueba de esta aculturación la encontramos en los graffiti
en escritura cúfica hallados sobre cerámicas. Esto, además de tener un valor
lingüístico importante, nos da determinadas pistas acerca de los circuitos
comerciales, plenamente islamizados desde épocas muy tempranas. Es por tanto
factible pensar que el mercado se regía por criterios islámicos en cuento a
valores e intercambios, e incluso más allá, muchas de las mercancías que
llegaron a Al-andalus ya desde el siglo VIII , provinieran directamente del
mundo musulmán.

 

Dentro de los Indicadores
materiales,
la cerámica es de los más importantes. El hecho es que gran
parte del material de Siglo VIII no esta estratificado, pero si que en cambio
se conoce. En general para el Siglo VIII domina el material visigodo pero a lo
largo del siglo se observa una progresiva introducción de material islámico. La
pregunta es la misma que nos venimos haciendo hasta ahora: se puede conocer el
cambio cultural a través de la cerámica? Pues la respuesta es que no del todo,
por que aunque si que es verdad que hay nuevas introducciones estilísticas como
son el vidriado, muchos procesos continúan. La cerámica en este caso nos aporta
datos sobre las redes comerciales, pero no de a que nivel la población en
general cambió sus costumbres. Por lo tanto urge en este sentido más
investigación acerca de las cerámicas de esta época temprana de dominio
andalusí.

 

A modo de primera
conclusión, Sonia Gutiérrez nos aporta una fecha clave para considerar a la
sociedad en su conjunto prácticamente islamizada. Esto sería en el Siglo X.
Esta afirmación creo que refleja bastante bien la realidad, pero con ciertos
matices importantes, ya que seguramente siguieron existiendo núcleos en los que
la islamización no seria del todo completa, donde podemos incluir todo un
abanico de posibilidades, desde aldeas que siguieron siendo cristianas, barrios
mozárabes en las ciudades, y lugares en general donde la cultura islámica llegó
tardíamente o no tubo nunca un calado real.

 

En definitiva, queda claro
que históricamente el periodo de dominio visigodo acaba en el 714, fecha útil a
la hora de marcar un antes y un después, pero la islamización fue un proceso
lento que nos lleva hasta el siglo X por lo menos. Por tanto, estamos en
posición de afirmar que entre el año 711 y el 900 empieza una etapa, plenamente
medieval, que poco o nada tiene que ver con lo anterior, con repercusión a
todos los niveles sociales. Es importante remarcar que el limite superior del
debate historiográfico en torno al final de la antigüedad e inicio de la Edad
Media, queda perfectamente definido. Es seguro que entre las dos fechas antes
citadas se dan unas circunstancias históricas que en mi opinión son ya
plenamente medievales.

 

¿Y si situáramos el inicio
de la edad media en los siglos V y VI?

 

 

 

EDAD
MEDIA VS LONG LATE ANTIQUITY

 

Después de darle muchas
vueltas, he decidido que la mejor manera de comparar los dos momentos de
transición es mediante un mismo esquema, unos mismos criterios. Así que la
solución que he encontrado es trasladar las bases del esquema que hizo Sonia
Gutiérrez al final del Imperio Romano y el inicio de Reino Visigodo, intentando
de nuevo aportar una visión arqueológica.

 

Empezando por lo indicadores
sociales
, me centrare primero en el urbanismo y en el papel que la ciudad
tenía. Así pues la frágil pervivencia de las ciudades, expresada en la duda de
cómo calificar a muchas de ellas (¿villa urbana o civitas ruralis?),
como Casiodoro se planteaba ya en el Siglo VI, fue sin duda uno de los rasgos
de los reinos que sucedieron al Imperio Romano de Occidente. Desde el S.III las
ciudades habían ido perdiendo población en beneficio del campo. Y, con la
población, perdieron sus funciones. Los magistrados dejaron de construir e
incluso a veces, de mantener los edificios públicos de etapas anteriores. La
única novedad, signo de los tiempos inseguros de los siglos IV y V, fue la
muralla urbana, elemento fundamental, hasta el punto de quedar incorporada a la
propia definición de la ciudad. El viejo sistema que combinaba urbs ordenada
y territorium  ordenado desde ella,
y había constituido uno de los pilares en la organización del espacio en época
Imperial, estaba decididamente en crisis.

 

En su lugar apenas se
mantenían unas cuantas ciudades, invadidas por campos cultivados y pequeños
rebaños de ovejas y cabras, que servían de asiento a algunas sedes episcopales.
Con sus muros y sus parcelas agrícolas, y ya sin pavimento de piedra,
anunciaban el modelo de ciudad altomedieval. Por una aparente paradoja, los
siglos IV a VI fueron, a la vez, testigos de un cierto cambio en el propio
concepto de ciudad. Del concepto clásico, según el cual la ciudad es el lugar
“civil”, esto es, civilizado por excelencia, en contraposición al campo en que
viven las fieras, se fue pasando al concepto del viejo testamento, que dice que
la ciudad es el espacio de la corrupción mientras que el campo es el espacio de
la pureza y la redención.

 

Y hablando de eso, en este
periodo se produce una revalorización del campo como escenario de vida y de la
tierra como forma de riqueza. La tendencia había sido clara desde la crisis del
siglo III y la mejor prueba de ello la constituyen las magnificas villae de
los siglos IV y V cuyos restos podemos admirar en gran parte de la Península
ibérica. Sin duda, la llegada de los germanos estimuló algunos repartos de
tierra en las zonas en que se establecieron. Pero en las demás y , poco
después, en aquellas mismas, las aristocracias (romana, germánica,
eclesiástica) siguieron concentrando la propiedad fundiaria. Unas veces lo
hicieron en forma de grandes latifundios, atendidos por esclavos, otras, la
concentración en pocas manos no impedía a algunos ricos propietarios poseer una
infinidad de explotaciones desperdigadas en una amplia extensión.

 

 

 La generalidad aparente de este modelo ha fortalecido la
hipótesis, defendida sobre todo por Pierre Bonassie, de una supervivencia de la
esclavitud como elemento significativo del modelo social vigente hasta el siglo
X. Sin embargo, es evidente, que aparte de las villae  y de la probable existencia , en áreas de
dedicación ganadera y escasa romanización, de comunidades de valle, los textos
hablan de la existencia de conventus publicus vicinorum, esto es, de lo
que debió ser el organismo de gestión de pequeñas comunidades locales aldeanas.
Ello viene a complicar el panorama de los modelos sociales existentes en esta
época.

 

Para finalizar este
apartado, citare una frase de Carlos Laliena que refleja la opinión de muchos
en este debate y que se refiere al poblamiento rural de esta época: “La
trascendencia de la aparición sucesiva de nuevos modelos de relación entre
áreas de residencia, zonas de producción agraria y espacios de enterramiento no
puede ser en absoluto menospreciada, sobre todo si tenemos en cuenta que
coincide en el tiempo y en el aspecto general de los procesos de cambio con los
que tienen lugar en otras regiones del Mediterráneo occidental. En ellas,
además, arqueólogos e historiadores han interpretado estos movimientos como un
síntoma fundamental de una cesura que permite separar la Antigüedad Tardía
(siglos IV-V) de la fase inicial de la Edad Media (siglos VI-VIII)
”.

 

Cambiando un poco el esquema
de Sonia Gutiérrez, personalmente incluyo otro tipo de indicadores: indicadores
económicos
. Una de las claves para entender los importantes cambios que
ocurrieron en el bajo Imperio es la economía, ya que es el reflejo y a la vez
causa y consecuencia de los cambios en la sociedad. Empezando por el comercio,
la disminución de la actividad mercantil fue consecuencia de la desaparición de
las antiguas concentraciones urbanas de gentes especializadas en tareas no
agrícolas. Además son muchos menos los comerciantes sirios, griegos y judíos,
que se encargan de abastecer a los nuevos y viejos ricos de Occidente: Las
aristocracias laicas y eclesiásticas, básicamente de productos de lujo.

 

El comercio local apenas
utilizaba la moneda. Es posible que la formula del trueque sirviera para las
pequeñas transacciones. En este circuito, más antropológico que económico, se
desarrollaron muchos de los intercambios mercantiles de época bárbara.

 

En cuanto a la producción de
recursos, la arqueología muchas veces nos habla de la tendencia a la
autosuficiencia de las explotaciones agrícolas, tanto latifundiarias como de
carácter familiar desde el S. III de la era. Esta idea se apoya en las cerámicas
encontradas, siendo las del medio rural, la mayoría de confección tosca y local
(cerámicas de las llamadas grises) , y las del medio urbano, de cierta calidad
, pero aun con todo lejos de las cerámicas del mundo romano clásico.  Así pues, era común, que campesinos y amos
produjeran lo que necesitaban, muchas veces sin intención aparente de beneficio.

 

Al igual que en el caso
musulmán, una de las bases más importantes (o puede que la que más) de este
desarrollo es la religión. Los indicadores religiosos. En este sentido,
Javier Arce dedica un articulo muy bueno a la confrontación entre paganismo y
cristianismo. Habla exclusivamente del Siglo IV, pero es suficiente para ver
que es en este siglo cuando ocurren los hechos más importantes de la incipiente
iglesia católica. Una opinión establecida historiográficamente es que la Edad
Media empieza desde el punto de vista religioso en el 380, año de la
proclamación del edicto de Tesalónica, en el que Teodosio declara el
cristianismo religión oficial del Imperio Romano. Solo es una fecha, pero es
cierto que el paleo-cristianismo tendrá una influencia decisiva en la iglesia
medieval, en lo bueno y en lo malo.

 

Desde finales del siglo IV
habían ido apareciendo las primeras parroquias rurales, con un sacerdote permanente
que se encargaba de la iglesia. Los mismos obispos habían implantado alguna en
los vici ; muchos propietarios de villae habían decidido tomar la
iniciativa también, y crear para uso propio y de sus sirvientes y aparceros
capillas privadas. Y tendían a considerar estas fundaciones como un bien
propio, como parte de su patrimonio. Hasta el siglo VI siguió siendo
obligatorio acudir a la catedral para celebrar fiestas importantes como el
bautizo y fiestas litúrgicas importantes. Estas restricciones desaparecieron en
el transcurso del siglo VII, al multiplicarse esas parroquias rurales. Esto era
consecuencia de la profunda ruralización que experimento la sociedad en esta
época, como hemos analizado.

 

Por otro lado, podemos
hablar, con respecto a cada uno de los grandes reinos bárbaros, de autenticas
iglesias nacionales. Estas iglesias nacionales solían tener sus propias
costumbres litúrgicas y manifestaban su existencia con la celebración periódica
de concilios. Las decisiones de esos concilios, generalmente confirmadas por el
soberano, se esforzaban por establecer de forma muy empírica cierta disciplina
eclesiástica y cierta regularidad en el comportamiento de clérigos y laicos.

 

La más vigorosa era la
iglesia visigótica, muy autónoma bajo la dirección del arzobispo de Toledo, y
cuyos concilios, reunidos regularmente hasta el derrumbe del reino,
normalizaban los diferentes aspectos de la vida del reino.

 

Paralelamente al esquema de
Sonia Gutiérrez, es importante admitir que se produce una desacralización  de los lugares de culto Romanos. Muchos de
ellos literalmente abandonados o convertidos a la nueva religión al igual que
numerosos edificios públicos como las Basílicas.

 

Y otra cosa que me parece de
suma importancia, es el cambio de ritos funerarios. Así, la incineración
clásica romana fue poco a poco dejando paso a la inhumación cristiana de forma
paralela al proceso de cristianización entre los siglos IV- VI. Este dato
arqueológico nos permite ver los cambios a nivel de mentalidades.

 

Al igual que el proceso de
islamización , el de cristianización fue lento y nunca del todo completado.
Quizá sea la evolución de este proceso en sus primeras etapas, la clave para
que podamos hablar ya de Alta Edad Media, ya que destruye o transforma
completamente los conceptos romanos clásicos. Desde la filosofía, el arte, el
poder, las elites, la tierra, los ritos funerarios, las ciudades, hasta la
sexualidad.

 

A modo de conclusión sobre
esta parte del trabajo, diré que la historiografía tradicional sitúa el inicio
de la Edad Media en el año 476 con la caída del Imperio Romano de occidente. Y
a juzgar por los indicadores que hemos analizado, puede que no sea descabellado
pensar lo mismo. Pero para ser exactos, al final de la antigüedad no se le
puede poner una fecha. La idea con la que me he quedado es que a los largo de
los siglos IV-VI se producen una serie de cambios a todos los niveles que me
hacen pensar que se sientan las bases de la época medieval. Desde el punto de
vista religioso, cultural, económico y social, veo comparativamente más
similitudes entre el medievo y el siglo VI que entre este mismo siglo y la
antigüedad clásica romana. Pero no descarto seguir investigando y profundizar
en estas reflexiones, ya que como toda opinión, puede estar equivocada.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

-        
Jacques Verger: “Nacimiento y primera expansión del
occidente cristiano                  
(siglos V-XIII)
”.

-        
Miquel Barceló: “Arqueología medieval en las afueras del « medievalismo»”.

-        
C. Laliena y J. Ortega: “Arqueología y poblamiento. La
cuenca del río Martín en los siglos V-VIII
”. Grupo C.E.M.A., Universidad de
Zaragoza.

-        
Javier Arce: “España entre el mundo antiguo y el medieval”.

-        
J. Ángel García de Cortazar y José Ángel Sesma Muñoz: “Historia
de la Edad Media, una síntesis interpretativa
”. Alianza Editorial.

-        
Sonia Gutiérrez: “La Islamización de Tudmir. Balance y
perspectivas
”. Ponencia dentro del congreso “Villa 2. Ciudades y campo
en la Tarraconense y en al-Andalus (ss. VI-XI): la transición
”. Zaragoza
2006.

-        
Caesaraugusta Nº 72: “Crónica del Aragón antiguo. De la
prehistoria a la Alta Edad Media
”. Vol II. Institución Fernando el
Católico.

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Comentarios

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  1. #1 Iskender 27 de feb. 2008

    Enhorabuena, porque el artículo es muy completo y exhaustivo. Solo tengo un par de observaciones que hacer.

    La primera se refiere a la gran disparidad que existe en los registros arqueológicos entre los diferentes territorios peninsulares. Mientras que en la Bética los cambios son muy graduales y alguien considera que el siglo III no afectó tanto a Hispania, en el Noroeste peninsular, en cambio, hay que decir que el siglo III supone un cambio drástico. Es posible que la causa haya que buscarla en el fin de la minería del oro. Pero lo cierto es que fue un momento de crisis seria, que muchos núcleos no acaban de superar y algunos prácticamente se despueblan.

    Los yacimientos que superan el siglo III (no todos) y logran mantener cierta vitalidad en los siglos IV y V tienen un nuevo periodo de bajón desde el siglo VI. En los yacimientos del noroeste peninsular hay veces que "con suerte" se pueden localizar estructuras o algunos niveles de este periodo, siempre de forma muy dispersa y de escasa entidad.

    El siguiente punto de ruptura evidente (hablo siempre arqueológicamente) se produce entre el siglo VIII y el IX en los núcleos más septentrionales. Desde ese momento el registro arqueológico vuelve a demostrar vitalidad en los núcleos, se crean nuevos asentamientos, etc.

    Quizá poner esa "frontera" para la Edad Media en el siglo III fuera muy drástico, si bien es cierto que los cambios son fuertes. La otra "frontera", la del 711, parece más adecuada por la ruptura evidente.

    En cuanto a la cultura material, y sigo refiriéndome a los territorios del noroeste peninsular, se puede encadenar perfectamente la evolución de la cerámica desde el siglo I hasta la Edad Media. Son muchos siglos, pero existen varios hilos conductores que nos llevan hasta las producciones de los siglos X y XI.

    Y, siguiendo con la cerámica, volvemos a asistir a un proceso similar, de bajón importante en el siglo III, ascenso en los siglos IV-V y declive desde el siglo VI. Con la "repoblación", desde el siglo VIII-IX se obServan cambios sustanciales, cierto comercio, mejor calidad de fabricación y aumento de producción.

    En todo caso, me estoy refiriendo únicamente a los territorios del noroeste peninsular, insisto.

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