Autor: Ñervatu
domingo, 03 de febrero de 2008
Sección: TardoAntigüedad
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La verdadera dimensión de la Invasión Musulmana.

Recientemente se ha puesto en solfa la Invasión musulmana del siglo VIII, incluso Olague y otros autores la han negado; pero en este foro vamos a intentar demostrar la falsedad de dichas tesis.

Una Invasión Masiva

La expansión Islámica por el Magreb, Occidente y otras partes del mundo se debió en primer lugar a la fuerza del Islam y al misticismo que impregnaba en sus seguidores; pero también a  un vacío de poder tras la caida del Imperio Romano Occidental y el debilitamiento del Imperio Romano Oriental y del Imperio Persa.

Asi pues la invasión de la Península Ibérica no es un hecho aislado sino que es un eslabón de la expansión musulmana; la singularidad de dicha invasión es que fue anticipada y propiciada por discordias internas en el reino Visigodo.

Efectivamente aún no se había deglutido la conquista del Magreb Occidental ni islamizado a sus habitantes cuando debido a las disputas por el trono Toledano, un bando aristocático visigodo, los Witizanos solicitaron la ayuda al califa de Damasco para recuperar el trono que ostentaba un general de prestigio Don Rodrigo o Rodrich , Rodericus en latín;  dicho general habría sido elegido como solución transitoria por los magnates godos descontentos con el predominio del linaje Witizano.  
Una vez autorizados por el Califa de Damasco para iniciar la invasión los caudillos Táriq y Muza contaron con apoyos intramuros del reino, los  partidarios de los hijos de Witiza como el conde Don Julian.
Táriq desembarcó con 7.000 hombres y Muza le envió un refuerzo de 5.000 contabilizando el ejército musulmano-beréber un total de 12.000 hombres en el momento decisivo de la batalla del Guadalete.
En el 712 Muza desembarcó con unos 18.000 hombres en esta ocasión árabes con un gran contingente de yemenitas asi que los efectivos musulmanes en el 712 serían en torno a los 30.000 hombres habiendo sufrido muy pocas bajas en los enfrentamientos con los partidarios del rey Don Rodrigo que solo habían resistido en Mérida e inicialmente en la batalla del Guadalete hasta que las alas Witizanas del ejército desertaron.

Comparando se obtiene la verdad

Hasta la fecha ningún historiador ha puesto en duda dichas cifras aunque curiosamente había unanimidad en decir que eran unos efectivos muy escasos y todos se preguntaban como efectivos tan nimios habrían podido conquistar la Península en tan poco tiempo.
Se exponían las teorías del hartazgo de la población nativa hispanorromana respecto a los visigodos, una supuesta peste que habría mermado la población, las divisiones internas previas y durante la invasión con enfrentamientos entre poderes territoriales, la práctica del terror llevada a cabo por los musulmanes para noquear y paralizar por miedo posibles movimientos resistentes etc.
Desde este foro modestamente y desde la modestia de este simple aficionado vamos a intentar enmendar la plana a tan ilustres y singulares expertos.
Y para evitar polémicas estériles voy a centrarme en aspectos concretos y verifica-
bles:
1º Los historiadores críticos con la Importancia y realidad de la Invasión Musulmana
jamás rechazaron las cifras dadas por los cronistas musulmanes en cuanto a los efec-
tivos de dicha invasión.
2º Dichos efectivos unánimemente fueron calificados de escasos y por lo tanto dado su  bajo número para una empresa de tanto relieve como la conquista del Reino Visigodo -toda la Península Ibérica mas Baleares, mas la parte francesa del Reino, mas las plazas del Norte de Africa-se negaba la conquista en si. (Teoría de Olague y otros Unitarios-Trinitarios).
3º Hasta la fecha nadie ha puesto en duda que una superpotencia de la época como era el Imperio Romano  disponía en el frente occidental de 50.000 comitatenses es decir el ejército real, el móvil, el que se empleaba en las batallas decisivas tipo Adrianópolis o Naissus o para tapar brechas en el frente sostenido por los limitanei que eran una especie de tropas guardafronteras acantonadas en fuertes y posiciones estáticas; y en el frente oriental otros 50.000 comitatenses. Es decir que para todo el Imperio Romano en Europa frente a los germanos, sármatas, alanos y demás pueblos bárbaros, en Africa frente a los bereberes del interior y en Asia frente al Imperio Persa Sassanida y luego el Parto los romanos disponían de 100.000 efectivos de combate  divididos en dos grupos de 50.000 para oriente y occidente mas los limitanei tropas guardafronteras acantonadas en posiciones estáticas y de nulo valor combativo salvo como primer elemento disuasor y de retardo en las incursiones.
4º Si para todo Occidente Roma empleaba contra toda la panoplia de tribus que intermitentemente le presionaban en el Rhin-Danubio y Magreb de Africa 50.000 comitatenses; la cifra de 30.000 musulmanes  para conquistar Hispania y una pequeña porción del sudeste francés es enorme.
5º que el Reino Visigodo ni remotamente podría reunir lo que usaba Roma para toda la parte Occidental del Imperio 50.000 hombres.
6º Que la inmediata expansión musulmana hasta el corazón del territorio franco en el centro-norte de la actual Francia demuestra que el objetivo de fuerza tan importante no era ni devolver el trono a los incautos witizanos, ni conquistar la Península sino darle un golpe decisivo a Occidente en Hispania-Galia como situación previa a la acometida final contra El Papado en Italia.
7º Que la Invasión de Europa tuvo un éxito sin precedentes y solo la discordia originada en el sistema tribal de los musulmanes impidió la aniquilación de Europa; ni siquiera los hunos de Atila habían logrado llegar al Atlántico.
8º Ese balón de Oxígeno permitió a los francos en la Galia y a la resistencia Astur-Cántabra en Hispania reorganizarse y recuperarse de la sorpresa para fortificarse, rearmarse y aprovechando las discordias entre los junds árabes y los bereberes llevar la frontera hasta el Duero.
9º Pero para ello, en la batalla  de Covadonga, 300, como los espartanos, al mando de Belay el Rumí, "el asno salvaje"  lograron hacer virar en un momento concreto y decisivo un  acontecimiento histórico que parecía inevitable: la conversión de la Península Ibérica en una Anatolia Turca. 
10º Y que mejor resumen que las palabras de Don Oppas obispo y caudillo de los Witizanos dirigidas al caudillo astur Don Pelayo: "¿como tú  con esta pequeña tropa, en esta cueva, pretendes resistir al Islam que desde las arenas del desierto arábigo ha venido engullendo a todos los estados y naciones?
a lo que éste respondió porque la Iglesia de Dios es como la luna que aún estando en cuarto menguante, al poco tiempo recupera su esplendor; y diose la batalla y con el estandarte de la cruz de la Victoria, los astures, por la gracia de Dios aniquilaron a los caldeos muriendo su comandante Al Qaman y el pérfido obispo traidor iniciándose así la restauración de España.  


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Comentarios

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  1. #1 Ñervatu 03 de feb. 2008

    Si, y al Miletomauro este habría que preguntarle que si el rey Alfonso I es un personaje histórico y Pelayo mítico, entonces........¿como puede ser posible que Alfonso I estuviera casado con una hija de Pelayo?  ¿y como es posible que Fáfila haya erigido una capilla, la de la Santa Cruz en Cangas de Onís donde está grabado su nombre y el de su mujer Froilubia?. ¿Y los sucesivos reyes de asturias que lo fueron por estar casados con hembras del linaje de Pelayo, como el magnate Silo de Pravia que llegó a ser rey?  Nepociano que llegó a ser rey y perdió el reino tras la batalla del puente de Cornellana también casado con una hembra del linaje de Pelayo. Antes de hablar a la ligera hay que documentarse amigo.

  2. #2 Miletomaro 03 de feb. 2008

    Diviciaco se te ve el plumero, tienes a Pelayo por paisano y saltas cuando alguien habla de él, vamos como si fuera primo hermano tuyo. Llamar mentiroso a alguien no solo es una descortesía sino una muestra de mal caracter. Peo bueno, ya que pides información te la voy a dar gustoso para que la vayas masticando que paraces ayuno en estas cuestiones:


    La historiografía moderna le debe todo  sobre Covadonga y Pelayo a Sánchez Albornoz y a su libro Historia del reino de asturias.


    Cualquiera de nosotros sonreirá al recordar la exageradísima cifra del cronista autor de la Rotense cuando relata la entrada en asturias del ejército musulman: 187.000 hombres de armas. Pero Dios favoreció a los sitiados en la cueva, porque su voluntad no entiende de números, sino de causas con fundamento y razón. 124.000 ismaelitas encontraron la muerte en el mismo valle. Los 63.000 restantes fueron sepultados por un desprendimiento de tierra repentino que sentenció sus vidas para siempre.


    El cronista A. Sebastián nos dice sobre esto:


    "...anegó(Dios) en el mar Rojo a los egipcios que perseguían a Israel, ese mismo sepultó bajo la inmensa mole del monte a estos árabes que perseguían a la Iglesia del Señor..."


    La crónica Silense dice de Pelayo:


    "...fue designado por el divino oráculo para expulsar a los bárbaros, ayudado por algunos guerreros godos..."


     


    Veamos ahora lo que dicen los musulmanes:


    Ibn Idari dice sobre Covadonga:


    "Y, como no cesaran de estrecharlos allí los musulmanes, se vieron reducidos a treinta, faltos de todo bastimento, que no se alimentaban sino con la miel que hallaban en las hendiduras de la peña..."


    Al-Makkari nos dice:


    "...este Pelayo buscó refugio con un puñado de hombres. Allí sus seguidores fueron muriendo de hambre hasta que su número se redujo a una treintena de hombres y diez mujeres que no tenían otro alimento para comer que la miel que recolectaban de las hendiduras de la roca en la que ellos mismos vivían como abajas."


    Esta es mi respuesta Diviciaco y algo más, ¿sabes lo que de verdad te duele? Que yo haya dicho que Covadonga fue una escaramuza. Vete a la biblioteca, busca estas citas y no me llames jamás embustero o defiende tus palabras con honor.

  3. #3 diviciaco 03 de feb. 2008

    Yo lo que estoy es harto de reescriban la historia una y otra vez, para sólo decir tonterías.


    Pelayo no sé si sería paisano mío, pero su historia sí que es mía -mía y de todos- y es una aberración que se intente reescribir -siempre sin material alguno para ello- de una forma tan burda, siempre por gente con motivaciones evidentes, que nada tienen que ver con la historia.


    Vgr: tiene su gracia eso del "El cronista A punto Sebastian", (no me extraña que ande ayuno de esas cuestiones: menuda indegestión podía pillar con esa interpretación de ad Sebastianum


    Tampoco está muy bien el no citar todo lo que dicen las fuentes árabes, incluído el citado Al-Maqqari, que al final tiene que reconocer la magnitud de la rebelión:


    Al-Maqqari:

    "Fue un infiel llamado Pelayo, natural de asturias, en Galicia, al cual tuvieron los árabes como rehén para la seguridad de la obediencia de la gente de aquel pais, y huyó de Córdoba en tiempo de Al-Horr ben Abd Al-Rahmen Atsakafi, segundo de los emires árabes de España, en el año sexto de la conquista, que fué el 98 de la hégira -716-717 d.C. Sublebó a los cristianos contra el lugarteniente de Al-Horr, le ahuyentaron y se hicieron dueños del pais..."



    La magnitud de lo ocurrido en Covadonga no se mide por la magnitud numérica de la batalla sino, como en todos lo choques militares, por las consecuencias estratégicas que de ello se derivan, desastrosas para los árabes de forma inmediata sí, pero muchísimo más graves para el futuro, al permitir la consolidadción de un foco cristiano.


    Esto lo comprendió muy bien el Emir Hixam en el 794, enviando varios ejércitos bajo el mando de Abd al-Malik, para aplastar asturias, pero ya era demasiado tarde y logró resistir y reafirmarse.


    No parece que la gravedad de lo ocurrido se les escapara a esos cronistas del "asno salvaje": en su relato se trasluce muy bien la fábula de La Fontaine sobre la zorra y las uvas.


    En definitiva, y como vemos, esto se ha quedado en pura filfa:


    Don Pelayo tiene todas las características de un personaje de leyenda, es decir mítico.


  4. #4 arnulfo 05 de feb. 2008

    La verdadera batalla que paro la invasion en Europa tuvo lugar en Poitiers y su artifice fue Charles Martel.


    Lo que ocurrio en Covadonga fue una simple escaramuza pero de mucha importancia ya que permitio subir la moral de las tropas cristianas que se hallaban repartidas por toda la peninsula y no solo en asturias sino tambien en Andalucia NADIE PUEDE CREERSE LA HISTORIA DE QUE TODOS LOS HISPANOGODOS SALGAN CORRIENDO COMO NIÑAS MIEDOSAS por ver venir algunos tipos con turbante y se metan en una cueva a esperar que escampe...


    (esta es mi opinion)

  5. #5 MPM 05 de feb. 2008

    Me gustaría comentar algo respecto al concepto de mito y sobre calificar a Pelayo y a Covadonga como mitos, con lo que estoy totalmente de acuerdo.


    Que un personaje o un hecho se convierta en mítico no significa que no hayan existido o que sean totalmente inventados. Numerosos mitos tienen su origen en hechos reales que posteriormente son mitificados. Por citar un caso bien conocido, todo parece indicar (aunque las pruebas no sean irrefutables) que Jesús existió. Pero de afirmar eso a afirmar que todo lo que narra la tradición cristiana sobre él es cierto va un abismo. Otro ejemplo muy famoso es la guerra de Troya, la cual parece tener bases históricas según la arqueología pero que no podemos creer que ocurriese como la cuenta Homero.


    Del mismo modo, Pelayo seguramente existió y todo lo que sabemos indica que en Covadonga ocurrió un pequeño enfrentamiento armado que provocó la salida de tropas islámicas de asturias. Pero la importancia de este combate (que comparado con otras batallas de la época realmente solo parece haber sido una escaramuza) no residió tanto en esos hechos en sí sino en la importancia cultural, ideológica y política que adquirió cuando se fue construyendo un mito alrededor de ella.


    En la historiografía españolista (que seguramente a algunos de los que escriben en este hilo les encantará) se han analizado numerosas veces diversos mitos (como el vascotubalismo o el vascocantabrismo) que ayudaron a consolidar la conciencia nacional vasca. La importancia de dichas leyendas no estaba en su verdad o no (es evidente que eran falsas), sino en su capacidad para concienciar y movilizar a los patriotas vascos. Se podrían poner cientos de ejemplos de hechos mitificados de gran transcendencia histórica al ser asumidos como verdad e inspiración por generaciones posteriores.


    Eso mismo sucedió con Pelayo y Covadonga. Se construyó un mito heroico alrededor de ellos y ese mito tuvo gran importancia por lo que supuso de reafirmación de las aspiraciones políticas de la monarquía asturiana.


    Del mismo modo que ya está muy estudiada la "invención de la tradición vasca", habría que analizar y difundir mucho mejor la invención de la tradición española, que es tan mítica como aquella.

  6. #6 diviciaco 05 de feb. 2008

    Ese punto de vista distinto no puede llevar a ningunear la historia, y mucho menos una de las más fecundas de la península como es la de asturias: las fuentes para ese  período y ese lugar son escasas, pero también originales, procedediendo en su mayoria del mismo Asturum Regnum: sus mismos cronistas y monarcas relataron su historia, nadie tuvo que escribirsela.


    Las crónicas Albeldense y de Alfonso III son documentos fundamentales, no sólo para la historia del Asturum Regnum, sino también de la monarquía visigoda


    Existe además una cantidad apreciable -una vez expurgados los interpolados que son muy evidentes- de diplomas y donaciones, notable para un período de tiempo tan remoto.


    Muy por contra las fuentes árabes que interesan a su historia son, en su completa totalidad, posteriores al reino de asturias: del siglo XI las más tempranas, tratándose de analectas y compilaciones.


    Las teorías sobre el Asturum Regnum -las serias queremos decir- no son tan contrapuestas: lo único que verdaderamente significó una ruptura fué el indigenismo químicamente puro de Barbero y Vigil, al que Sánchez Albornoz contestó ya desde el primer momento.


    Precisamente sus puntos de vista -que concitan a la vez indigenismo y goticismo- son los que mejor han soportado el paso del tiempo, los más respetados académicamente y los que mejor encajan en las nuevas perspectivas como las de Armando Besga Marroquín.


    El resto, como decimos por aquí, puxarra.


     

  7. #7 Lars Porsena 06 de feb. 2008

    De Pelayo, además de lo registrado en las crónicas asturianas, además de lo mencionado en las referencias musulmanas, tenemos registros legales que demuestran que sus posesiones estaban localizadas en el centro de asturias y que pasaron a poder de sus herederos.


    Pelayo es un personaje histórico. La batalla de Covadonga es un hecho histórico. Que hubiera allí 100.000 o 500 combatientes no le reduce la importancia.


    Los musulmanes, alcanzan a ocupar Gijón donde colocan a un gobernador (Munuza) con una guarnición, pero obviamente que por las dificultades del terreno y porque no eran demasiados pues no podían  controlar toda asturias. En las zonas montañosas se refugian los cristianos huidos de otros lugares de España donde conviven con algunos pobladores autóctonos -porque evidentemente la población asturiana no era muy elevada por entonces, y menos en las montañas-. Por un tiempo los musulmanes tratan de cobrar sus impuestos e imponerse pero no tardan en aparecer conflictos con los cristianos y es necesaria una acción militar para reprimir esta resistencia. Así lo escriben los cronistas musulmanes, que se envía una fuerza militar (mandada por Alkama), al margen de la guarnición existente en Gijón. Es decir, los musulmanes se toman en serio el problema y se movilizan para la represión.


    Esa fuerza militar podría ser mayor o menor, pero era un fuerza especialmente envíada para el caso. Los cristianos se repliegan a las montañas y encuentran un punto fuerte en el monte Auseva, cerca de Cangas de Onis, pero con la prevención de dejar una salida de emergencia entre las cumbres. Según relatan las crónicas asturianas, solo parte de los cristianos se quedaron en la cueva, la cual tiene una angosta salida hacia el valle de Orandi de donde viene el caudal de agua que forma -formaba la famosa cascada de cola de caballo-. El resto permaneció oculto en las cumbres que la rodean.


    Los musulmanes, con tropas cristianas aliadas,  entran por el estrecho paso que les deja en el "prau" frente a la cueva y cuando consideran acorralados a los cristianos que en ella se encuentran, salen de su emboscada el resto de los guerreros cristianos y aquello acaba en masacre para los musulmanes. Aunque una gran parte consiguen escapar de la encerrona pero se ven obligados a huir por los escarpados caminos de los picos de Europa y aunque logran pasar al otro lado, en la parte de la Liebana, en Cosgaya son terminados por los cristianos que allí se encontraban. 


    Es decir, la batalla existió, los combates existieron y fueron tan importantes como para hacer huir a Munuza que huyó de Gijón con toda su guarnición. Pero los cristianos cayeron sobre ellos en su huida y los acabaron creo recordar que cerca de Grado.


    La derrota musulmana fue total y definitiva y aunque no lo quieran mencionar en sus escritos los musulmanes, no volvieron a intentar invadir asturias hasta muchos años después pero ya no fueron capaces de conseguir nada  pues el reino de asturias ya se había consolidado.


     


    Eso es historia.

  8. #8 Miletomaro 08 de feb. 2008

    Ahora que los comentarios brotan de un ánimo más tranquilo, y enviando un saludo y una disculpa al colega Bergan voy a transcribir el contenido básico del artículo "Una deuda con todos los foristas" y que fue censurado por ser considerado más propio del apartado x-présate. El artículo decía esto:


     


    Lo primero que advertí fue que, independientemente de que en verdad existió un noble visigodo llamado Pelayo que buscó refugio en la Cordillera Cantábrica, la personalidad de Pelayo que ha trascendido hasta nosotros es una personalidad legendaria, y por tanto mítica. Esto significa estrictamente que existió un Pelayo real, humano, de carne y hueso, y en la mente colectiva de todos los españoles se instaló un Pelayo legendario, idealizado, mítico. No hay por qué rasgarse las vestiduras por lo que acabo de exponer porque lo mismo ocurrió con El Cid y es algo reconocido por la Historia.


    No es imposible que otros nobles godos del bando de Rodrigo hiciesen algo semejante a lo que hizo Pelayo, el de carne y hueso, no someterse a los nuevos amos de la Península. Pero él fue elevado a ese espacio épico donde el hombre encuentra la inmortalidad. Lo importante es preguntarse por qué causa le ocurrió a él esto.


     


    EL  NACIMIENTO  DE  UN  REINO


    En 739 el cántabro Alfonso es coronado rey de cántabros y astures y con él comienza la, al principio vacilante, formación de lo que se conocería como reino de asturias.


    Aquel reino pequeño tenía frente a sí a un gigante que suponía una amenaza formidable para su supervivencia: el Emirato de Córdoba, y tras él el Califato de Damasco. Para superar esta situación era necesario tener unos símbolos, una epopeya, una causa, para unir voluntades y enfrentarse al desafío  que suponía el poder del emir. Y entonces es cuando los cronistas a lo largo de muchos años van tejiendo una imagen de héroe arquetípico, que es la que nos ha llegado hasta ahora de Pelayo:



    1. Se rebela por ser victima de la injusticia.

    2. Es elegido por Dios para la alta tarea que se le encomienda.

    3. Todos lo ven como un caudillo natural y no contradicen su voluntad.

    4. En el combate es asistido por las fuerzas divinas, su victoria es la victoria de Dios.

    Hasta el gran historiador Claudio Sánchez Albornoz dice de él lo siguiente:


    “Y no puede asombrar que quienes creemos en la acción continua de la Providencia en la vida de los pueblos nos sintamos inclinados a pensar que Dios estuvo al quite – que El me perdone la irreverencia – en socorro de la hispanidad cristiana cantábrica, en un momento extremadamente propicio para su afianzamiento histórico.”


     


    UNA  BATALLA  PARA   UN  HÉROE


    El acontecimiento esencial alrededor del cual gira toda la vida de Pelayo es la batalla de Covadonga. A mi parecer la cuestión principal no es si hubo batalla o no la hubo sino los mecanismos a través de los cuales una simple escaramuza pasó a ser una batalla semejante a la de Mag Tured  del Leabar Gabbala; es decir una batalla gigantesca y definitoria entre las fuerzas del mal y del bien. Y en este sentido la batalla de Covadonga es también un espacio mítico porque en ella lo que importa no son los hechos reales sino el hecho arquetípico, el modelo eterno de enfrentamiento entre las fuerzas opuestas de la creación. ¿Qué si hubo batalla? Hubo una escaramuza que solo tuvo una consecuencia: que los musulmanes se desinteresaran de aquellas tierras que solo suponían un gasto y una pérdida de energías.


     

  9. #9 Sunna 09 de feb. 2008

    ¿Por qué siempre se vuelve a lo mismo? Desde que he entrado en la Celtiberia hay 3 temas que vuelven... y vuelven... :


    - El tema de la invasión o no de los musulmanes, con cuántos efectivos vinieron, si les ayudaron los nobles visigodos etc.  (Mi opinión es que fué una guerra civil, Rodericus VS Akhila II y demás "witizianos" y éstos últimos pidieron ayuda a quien no debían, metiendo al enemigo en casa, luego se dieron cuenta y prefirieron rendirse como cobardicas antes que morir)


    - El tema de si Covadonga fue una gran batalla o una escaramuza y la figura de Pelayo (pues... no sé si alguno de los que aquí comenta visitó Covadonga...pero es que es facilísimo defender el valle con pocas tropas, aparte de que las cifras en los textos de Alfonso III son exageradas). En cuanto a la figura de Pelayo.... es tan mítica como las de Gausón, Viriato, Catuvelaunus, Arminius... y sale en fuentes de uno y otro bando, por lo que... parece más creíble creer que pudo existir...y si no, sería otro muy parecido, asi que... llamémosle Pelayo.


    - El tema de si el reino se llamaba "de asturias", "de Galicia", "de los astures", "de los astures, galaicos, cántabros y váscones"... y todas las posibles conbinaciones.  En las crónicas de Alfonso III lo llaman "Astuorum Regnum" (creo, no estoy seguro), y en las musulmanas "de Gilîqiyah" (me parece que ésa es la transcripción).  ´


    Sólo una pregunta, Miletómano (añado que soy asturiano y que por lo tanto puedo ser parcial), ¿porqué Alfonso I sí existió y Pelayo no? Ambos salen en los mismos textos... y en ningunos otros, está claro que si vivieron fue en la misma época.... asi que, discúlpeme pero no entiendo porqué justifica la existencia de uno negando la del otro. Una cosa, yo soy del reducido grupo que piensa que a Fávila el único oso que lo pudo matar fue un in-noble visigodo.... Alfonso. Viendo el historial de "morbus gothorum" que tienen el reino visigodo (y del suevo, como se conoce menos....pero debían ser iguales, también los francos y vándalos lo hacían) cabe pensar en ello.


    Por último, espero que no sea una "reivindicación cántabra"... me dolería que la manipulación de la historia diese cobijo a más necionalismos de los que ya existen.

  10. #10 verracus 09 de feb. 2008


    LA-LE-CHE, y luego dicen que la calidad del costo ha bajado (Sunna, esto no va por ti ;).

    Es cierto que estos temas son recurrentes, y el resultado suele ser siempre el mismo: el debate se polariza y no se llega a ninguna conclusión. La peña tiende a ver a los moros como malos, y a los cristianos como los salvadores/liberadores, o viceversa. Nadie (o casi nadie) tiende a ver las cosas con objetividad. Lo que sí me choca es que cuando los artículos cargan las tintas hacia la otra parte contratante (léase los árabes) en seguida aparece tres o cuatro pesos pesados que les rebaten y les acusan de manipular la historia, e incluso se jalean y se felicitan entre ellos por sus pírricas victorias dialécticas. Sin embargo si las tintas se cargan de contrario nadie dice esta boca es mía (me refiero a los mismos de antes), y si hay que decir algo se dice que es mitología, y que todos los pueblos tienen derecho a ella. Pues ni una cosa ni otra. Por supuesto que todos los pueblos tienen derecho a su mitología y a su épica, pero siempre diferenciando lo que es historia de lo que no lo es, porque si no lo que estamos propiciando es la exaltación (como de hecho queda patente en este y otros hilos).

    Otra cosa que creo es que si los árabes hubieran entrado por el N. en lugar de por el S., y tuvieran un origen, dijéramos en Centro Europa o en el Atlántico, y en vez de establecer su reino en el S. lo hubieran hecho en el N., ahora muchos de los que reniegan de este legado se estarían dando golpes de pecho para demostrar su "arabicidad".

    En fin, yo lo que sinceramente pienso es que si los musulmanes no invadieron asturias fue porque en su momento no les interesó, porque por cultura o por costumbres no supieron sacar partido a aquellas tierras. Tengo entendido que abandonaron voluntariamente Galicia, y no tengo motivos para pensar que no habrían hecho lo mismo en asturias, máxime si había algún que otro foco de resistencia. Materialmente es imposible que todos los hispano-romanos se refugiaran en este rincón de la península, por tanto hay que pensar que esta población quedó en el lado musulmán, luego "el otro bando" no serían los musulmanes venidos de fuera, sino los hispanomusulmanes, que serían tan hispanos como los del norte. Este rincón inconquistado sería el germen de los futuros reinos cristianos, cuya existencia proporcionó pingües beneficios al emirato/califato en forma de parias. Más tarde cuando los reinos cristianos se hicieron más fuertes y el califato se disgregó en reinos de taifas, la situación se invirtió, siendo los reinos musulmanes feudatarios de los cristianos, lo que prolongó su pervivencia. El último ejemplo lo tenemos en el reino de Granada, que fue conquistado por su negativa a pagar los tributos acordados, no lo olvidemos.

    Por último decir que las fuentes medievales tanto cristianas como musulmanas hay que leerlas, interpretarlas y contrastarlas, porque si las creemos a pies juntillas tendríamos que tragarnos lo de San Yagüe en Clavijo y otras muchas cosas que no son ciertas.

    Un saludo.

  11. #11 bergan 09 de feb. 2008

    Compañero Miletomaro:


    Cómo tú,  veo a Pelayo como una figura mítificada independientemente de que existiera o no, pero creo que caes en la trampa que te ponen las crónicas cuando la comparas con la supuesta "historicidad" de Alfonso I... de los hechos que atribuyen a Alfonso I, para ser preciso. Realmente hubo de ser un guerrero notable o tener esa fama, pero que conquistara todas las ciudades que se mencionan y las despoblara para llevarse a sus habitantes a asturias es una hipérbole interesada que da lugar a una segunda falsificación igualmente interesada que es la posterior repoblación de todas ellas. El motivo último de toda esta elaboración ideológica es legitimar el poder de los príncipes de Oviedo ante otros poderes regionales de la zona y se refuerza en el origen godo (sin duda mïtico) de los primeros monarcas para contraponer su poder al del poderoso vecino del sur, ahora enemigo, ahora amigo (véanse los casos de Silo y Mauregato). Detrás de este poder ovetense está el carolingio que le sirve de modelo y el reflejo histórico más evidente es la polémica de Beato de Liébana y Elipando de Toledo, que se dirime en un concilio franco.


    Disiento también en eso de "el elegido por la conciencia colectiva para representar una idea". No es una "conciencia colectiva", es una conciencia con nombres y apellidos. como cualquier otra "consciencia" nacionalista, singularizada y no compartida por todos. Vide, por ejemplo: P. Cirujano, Elorriaga, T. y Pérez, J.S.: "Historiografía y nacionalismo español (1834-1868).


     

  12. #12 bergan 09 de feb. 2008

    "Y que sepas también que Cataluña quiere decir lo mismo que Castilla, castellanos, todos los mesetarios sois castellanos....Hale, chincha :-P"


    Llug, estimado, el costo en las asturias es aún peor que aquí, por lo que veo.


    También entendería que estuvieras molesto si hubiera dicho lo que dices que dije y que no dije.


    Dije "diferente" no "mejor", ahora que si quieres que me chinche, me chincho y tan amigos, santas pascuas o "pa ti la perra chica", pues "No hay más vencedor que Alá".


    No hablaba de la despoblación del valle del Duero, sino de las conquistas de Alfonso I y la Repoblación. Si Alfonso I conquistó el chorro de ciudades que dice la crónica y se llevó la población a asturias, no hay que ser un fervoroso partidario de Malthus para imaginar que allí se comerían los unos a los otros, sobre todo si tenemos en cuenta que dice que despobló todas las ciudades de Galicia, el Norte de Portugal y todo el espacio entre la Cordillera y el Duero. Ya Menéndez Pidal suponía un significado metafórico para el verbo "populare", el de organizar un territorio más que el de poblar una área deshabitada. El caso del área del Duero es más problemático, pero la continuidad  de la población en Galicia y Portugal es manifiesta por la continuidad de las estructuras sociales no ya visigodas sino hasta suevas.


  13. #13 Beturio 10 de feb. 2008

    La consolidación de al-Andalus.


    4.- Alianzas con los indígenas. Tras la derrota de Rodrigo, la arqueología muestra continuidades y fuertes rupturas, del mismo modo que en las crónicas árabes y latinas se da una visión en la que se conjugan la idea de pactos con la de grandes enfrentamientos. El noble Teodomiro, con gobierno en un gran territorio con centro en Orihuela, estableció un tratado que han preservado las fuentes árabes: los conquistadores se comprometían a respetar la vida, condición, propiedades y religión de Teodomiro y su gente a cambio de sumisión, cese de cualquier actitud hostil y el pago de un tributo fijado de antemano. En las excavaciones de una ciudad incluida en el pacto, Madinat Iyyih (Minateda), no hay un corte brusco ni restos de destrucción, la presencia de la nueva cultura se aprecia gradualmente.


    El sevillano citado arriba, Ibn al-Qutiya, cuenta que a su muerte de Witiza dejó tres hijos, Alamund, Agila y Artobás. Al desembarcar Tariq, los tres accedieron a unir sus tropas con las de Rodrigo, pero antes del combate mandaron un mensaje a Tariq a quien le señalaba que Rodrigo era sólo un súbdito de su padre (“uno de los perros de su padre”, más concretamente), y que estaban dispuestos a alcanzar un acuerdo que les asegurara la posesión de las 3.000 aldeas que había dejado su padre. Tras la conquista, Alamund se estableció en Sevilla, dejando tres hijos a su muerte; pero la herencia les fue arrebatada por Artobás, que tenía posesiones en Córdoba. La hija de Alamund, Sara, viajó hasta Oriente con sus hermanos y habló con el califa Hisam, quien ordenó enmendar la usurpación haciendo cumplir las cláusulas del tratado original, y le dio un novio, Isa b. Musahim, el antepasado árabe del cronista Ibn al-Qutiya. Escribe Manzano Moreno (op.cit., págs. 46-47):”La misma aristocracia que había forzado a los últimos reyes visigodos a legislar infructuosamente intentando regular sus obligaciones militares, se mostraba dispuesta ahora a pactar con los jefes de un ejército cuyas tropas venían a solventar un problema que se había planteado con toda su crudeza en los últimos años del reino de Toledo. El entendimiento era posible porque los conquistadores poseían la fuerza militar, y la aristocracia indígena, los recursos necesarios materiales para mantenerla”. Los matrimonios mixtos tuvieron que ser muy frecuentes desde el 711, pues en una carta fechada entre el 785 y 791 el Papa Adriano se lamentaba que muchos que se llamaban católicos entregaban sus hijas al pueblo gentil. La iglesia se dio cuenta tarde (en el concilio de Córdoba de 836 se condenan esas uniones mixtas) de la pérdida de la identidad de la sociedad indígena y la asimilación de sus miembros por el Islam. Los matrimonios de mujeres indígenas con los conquistadores suponían que éstas y sus propiedades se integraban en la rígida estructura de parentesco patrilineal árabe. La iglesia perdía así sus dos elementos principales de control social: las personas y los bienes. Pero en el tiempo de la conquista, la fragmentación social y la crisis política hacía que los conquistadores se presentaran como una fuerza militar capaz de garantizar el orden establecido, y en un primer momento la iglesia también pactó con ellos. Esto se constata tanto en la persistencia de las sedes episcopales como en que la mayor parte de las ciudades donde se constata la presencia de gobernadores árabes fueran obispados. Hubo una connivencia entre quienes podían ejercer el poder de coerción y unos prelados que, ante la ausencia de otra autoridad, eran los depositarios de los censos fiscales. Pero la Iglesia no previó las consecuencias a largo plazo de la fuerza asimiladora que mostraron los recién llegados.


    5 Resistencia indígena. Si en algunos yacimientos se muestra una continuidad sin brusquedades tras el 711, en otros se observa una historia distinta. En El Bovalar, Serós, Lérida, el poblado junto a una basílica es destruido en algún momento del siglo VIII, tapado las cenizas aperos de labranza, semillas, objetos litúrgicos de una forma definitiva, quedando el lugar sin habitar después de su destrucción. En el NE peninsular crónicas y monedas hablan de dos reyes, Agila II (710-713) y Ardo, cuyo reinado llegó hasta el 720 aproximadamente. Un autor latino que escribió en asturias hacia el 883 señalaba que entre godos y sarracenos hubo fuertes combates durante los siete años posteriores a la conquista. Así que se produjeron dos situaciones dispares, una la de la sumisión de quienes querían seguir con el poder pagando a los conquistadores a cambio de seguridad; y por otro, quienes se enfrentaron con las armas en la mano a los conquistadores. De un modo muy general, la ocupación de las ciudades se produjo de una forma bastante rápida, pero no así en toda la zona rural, resistiendo en territorios alejados del medio urbano. Paulatinamente, mientras la autoridad árabe se iba imponiendo, esos refugiados en el campo fueron firmando pactos con los musulmanes.


    Esta dicotomía entre ciudad y campo es consecuencia de la configuración territorial del reino visigodo en su última época. Cuando llegan los musulmanes a Hispania se encontraron con que las ciudades eran los centros donde descansaba la administración territorial del reino visigodo. Tras la crisis de las instituciones cívicas tardoantiguas, en las ciudades residían lo obispos, las únicas autoridades reconocibles en el medio urbano. Éstos eran los únicos interlocutores con los que entablaron negociaciones los conquistadores musulmanes. Pero la nobleza visigoda hacía tiempo que había desertado del medio urbano, pues el control del medio rural era la base de su verdadero poder económico y social. Algunos grupos de nobles visigodos pudieron hacerse fuertes en sus propiedades, protagonizando una resistencia dispersa, pero efectiva. La crónica astur del 883, con una visión asentada por el tiempo, comenta que la población rural también llegó con el tiempo a pactar, lo que les permitió conservar sus territorios a cambio de tributos. En la época en que se escribe la crónica, los descendientes muladíes (Banu Qasi, Banu Sabrit, Banu Umar b. Hafsun, etc.) de aquellos nobles visigodos insumisos protagonizaron un turbulento periodo de rebeliones en al-Andalus, hasta que Abderramán III impuso el poder central del califato Omeya.


    6 Las guerras internas de los conquistadores y la llegada del yund sirio. En el 740 los beréberes del norte de África comenzaban una gran revuelta. Los motivos eran diversos, como la presión fiscal creciente; la consideración de musulmanes de segunda que tenían los beréberes, a pesar de su conversión al Islam; y, lo que era más grave, el pago de un tributo es especie mediante la entrega de esclavas que debían remitirse a Oriente, donde eran apreciadas por su belleza. En al-Andalus antes, en el 732, un berebere llamado Munuza se había sublevado en la actual Cerdaña contra el gobernador al-Gafiqi. Munuza había establecido un pacto con el dux de la Aquitania, Eudes, casándose con su hija. Tras la derrota, la mujer del caudillo fallecido e hija del dux, fue enviada como regalo al califa de Oriente. Los beréberes se percataron de que a pesar de ser también musulmanes, tenían una posición subordinada con respecto a los conquistadores, sólo les interesaban sus hombres para los ejércitos del califa y las mujeres para los harenes. Esto, junto la rapacidad de los gobernadores, provocó un resentimiento entre ellos, que esgrimían su alianza con los árabes, certificada por su sincera conversión al Islám. Este resentimiento produjo la rebelión de 740; cuando la noticia llegó a la península, los beréberes allí asentados, y por los mismos motivos, iniciaron una sublevación, con un ataque coordinado de tres columnas contra Toledo, Córdoba y la tercera para dominar el estrecho.


    El califa Hisam envió lo mejor de sus tropas, el ejército (yund) acantonado en Siria, pero el resultado fue una catástrofe, los sirios fueron derrotados completamente por los beréberes. Una parte del ejército sirio al mando de Baly b. Bisr huyó hacia el oeste llegando a Ceuta. El gobernador de al-Andalus, Abd al-Malik b. Qatan, ante la amenaza de la rebelión berebere en la península accedió que el yund sirio llegase a al-Andalus en el 741. Estas tropas derrotaron a los beréberes de la península, pero después no mostraron interés ninguno en regresar a su país de origen ni volver a combatir en el norte de África, sino que decidieron quedarse, una decisión que afirma Manzano Moreno fue trascendental con el paso del tiempo.


    Las tropas estacionadas en los cuatro ejércitos (yund) sirios recibían estipendios procedentes del impuesto pagado por las poblaciones de las zonas sometidas, tanto en especie como en moneda. Realizaban la función de la fiscalidad, a la par que garantizaban la paz necesaria para que esas poblaciones fueran productivas y pagasen regularmente. Resulta extraño que una tropa expedicionaria acabase asentándose al otro lado del Mediterráneo, pero aquellos eran tiempos convulsos en Oriente, y quizá creyeron los sirios que poco podrían obtener si volvían sobre sus pasos, ya que ni tenían propiedades en Siria. Pero en al-Andalus comprendieron las enormes posibilidades que les confería convertirse en la principal fuerza militar del territorio, y mejorar su situación.


    Los árabes de la primera oleada de conquistadores, los baladíes, es opusieron fieramente a que los sirios se asentaran, dando lugar a violentas luchas que sólo terminaron con el envío por parte del califa Hisam del gobernador Abu l-Jattar al-Kalbi como gobernador, a quien se atribuye la solución de permitir asentarse a los sirios, acabando las disputas con los baladíes. Parece ser que fue idea de Artobás, el hijo de Witiza, el que aconsejó al gobernador Abu l-Jattar la dispersión de los sirios por el territorio de al-Andalus, medida que a la larga tuvo gran importancia. Los gobernadores de al-Andalus habían tenido dificultades en implantar una organización fiscal sólida. Como los impuestos eran la base del mantenimiento del yund sirio, al encargarse de los territorios asignados podían mejorar la fiscalidad al encargarse de la percepción de impuestos.


    En quince años que transcurren entre la llegada de los sirios y la del exiliado Omeya afianzaron su dominio en la península (fueron los clientes omeyas pertenecientes al yund sirio los que facilitaron la entrada de Abd al-Rhaman en al-Andalus), y también la situación política en Oriente favoreció a los sirios. El califato de Damasco entró en crisis, con el asesinato del califa al-Walid II en 744, y seis años después la caída del último omeya, Marwan II, comenzando la dinastía abbasí. En este tiempo los califas no volvieron a enviar nuevos gobernadores a al-Andalus; los árabes andalusíes eligieron a sus propios gobernadores, siendo nombrado por ellos para evitar el vacío de poder Yusuf al-Fihri en 747, depuesto nueve años después por la rebelión omeya de al-Andalus.


    Los sirios comprendieron desde temprano las ventajas que les traía aliarse con la aristocracia indígena que, para no perder la costumbre, sólo mostraba interés en mantener su poder y autoridad en sus posesiones; como habían hecho anteriormente los baladíes, los sirios entablaron fuertes alianzas matrimoniales con la nobleza nativa, casándose con sus hijas.


    [Pequeña digresión genética: El análisis de la genética de poblaciones


    http://www.upf.edu/cexs/recerca/bioevo/2003BioEvo/BE2003-Bosch-InvyCiencia.pdf#search=%22Gen%C3%A9tica%20e%20historia%20de%20las%20poblaciones%20del%20norte%20de%20%C3%81frica%20y%20la%20Pen%C3%ADnsula%20Ib%C3%A9rica%22


    viene a mostrar que entre la Península y el Magreb ha habido un gran intercambio cultural, sin que eso implicase grandes intercambios de poblaciones. Por ejemplo, el halotipo mitocondrial U6 o motivo berébere, genuino del norte de África, apenas si tiene un 1,5% en la población española. La explicación es lógica, dado que el ADN mitocondrial sólo se hereda por vía materna, quiere decirse que fueron pocas las mujeres beréberes que cruzaron el estrecho y dejaron sus genes. Los conquistadores, mayoritariamente hombres, se casaron con mujeres indígenas: lo mismo que los españoles en América siglos después. El gran cambio cultural que se produjo en el paso de Hispania a al-Andalus no fue consecuente de una afluencia masiva de nuevos pobladores; un pequeño número de conquistadores en relación con la población que han sojuzgado pueden introducir cambios radicales en la sociedad y la cultura, como demuestran las conquistas romanas o españolas en América. Los cambios que se introdujeron con la conquista fueron de tal magnitud que pocas generaciones después el recuerdo de los visigodos había quedado casi olvidado. En el siglo IX, no demasiado después de la llegada de Tariq, el 40% de los ulemas, de los sabios de la religión islámica, de al-Andalus eran descendientes de indígenas conversos, de muladíes.]


    Estas alianzas de sirios y nobles hoy en día, después de siglos de reconquistas, yihads y cruzadas, pueden parecer sorprendentes. Pero entonces no habían pasado ochenta años de la muerte del Profeta, en el Islam no habían surgido las escuelas de derecho, y la nueva fe, como se dijo, no se presentaba como una religión distinta a las ya conocidas. En esos tiempos de disputas teológicas, la sencillez de No hay más un solo Dios, y su mensaje de salvación eterna, debió calar profundamente en las clases populares, y sobre todo en los esclavos, que alcanzaban la liberación con su conversión. Debe entenderse este tiempo con esas circunstancias, y no trasponer a ese momento circunstancias, situaciones y conflictos que sólo se desarrollaron después, con el paso del tiempo. Nadie a comienzos del siglo VIII pudo imaginarse cómo iba a configurarse al-Andalus cien años después; y a eso contribuyeron de modo trascendental las tropas sirias llegadas en torno al 742, cuando el Imperio árabe entraba en una crisis irreversible en todo el occidente musulmán. De no haberse producido el establecimiento del yund sirio, es improbable que la dinastía Omeya se hubiese hecho con el poder de al-Andalus.


    En el establecimiento de los mismos tuvo una gran importancia la aristocracia nativa, que después de treinta años desde la conquista, no parecía descontenta con el nuevo orden, y además apostaba por su reforzamiento. En vez de permanecer tranquilos viendo como baladíes y sirios se despedazaban, gente como Artobás o Teodomiro intervino para que el ejército sirio se asentara en la península en las mejores condiciones posibles.


    Durante los quince años entre su llegada y la de Abd al-Rhaman, los yund sirios no emprendieron ninguna campaña contra los núcleos cristianos del norte. Recordemos que los musulmanes se aposentaron fácilmente en el mundo urbano, pero que tuvieron fuertes enfrentamientos en el rural. Parece lógico que en la zona de la península donde el fenómeno urbano estaba menos acentuado fuera donde encontraran los musulmanes más resistencia… y ellos menos interés. Además, baladíes y sirios prefirieron concentrar sus esfuerzos en consolidar su dominio en las zonas mediterránea y meridional, las más romanizadas y que tenían los mayores recursos de donde obtener los imprescindibles recursos fiscales para mantener el sistema.


  14. #14 Beturio 11 de feb. 2008

    “El dominio musulmán sobre la Península no fue total. Protegidos por las montañas y por su escasa vinculación al reino visigodo, astures, cántabros y vascones occidentales mantuvieron o acrecentaron su independencia o, en el peor de los casos, se limitaron a pagar tributos como símbolo de dependencia respecto a Córdoba sin que los emires tuvieran el control del territorio ni pudieran impedir los avances de catalanes, aliados a los muladíes rebeldes a Córdoba o apoyados por los carolingios, crearon, hacia el año 800, reinos y condados en los que la autoridad cordobesa apenas fue efectiva según veremos en estas páginas, que iniciamos con un análisis de las leyendas que envuelven los orígenes de los reinos y condados cristianos.


    Hasta hace pocos años, la batalla de Covadonga (718 según unos autores, 722 según otros) indicaba el comienzo de la recuperación o si se prefiere de la “reconquista” de las tierras ocupadas por los musulmanes. A medida que se han ido conociendo y utilizando las fuentes islámicas, la tesis reconquistadora ha perdido fuerza y actualmente muy pocos creen que Covadonga tuviera la importancia que quisieron darle sus inventores, los mozárabes refugiados en asturias, y cuantos han seguido al pie de la letra, sin discusión, las fuentes cristianas.


    Para los cronistas del Islam, Covadonga ue una de tantas escaramuzas entre una expedición de castigo y los montañeses asturianos residentes en zonas de difícil acceso cuyo control directo no interesaba a los emires, que se conformaron con evitar las campañas de saqueo de aquellos “asnos salvajes”, y con el envío ocasional de expediciones militares encargadas de recordar la autoridad cordobesa y cobrar los tributos correspondientes. La versión cristiana es totalmente distinta y ha llegado a nosotros escrita a fines del siglo IX por los mozárabes expulsados o huidos de al-Andalus en la segunda mitad del siglo.


    Cuando, en el año 754, se escribe la Crónica Mozárabe, para nada se habla de Pelayo, el héroe de Covadonga… A finales del siglo IX, agitado al-Andalus por las sublevaciones de muladíes y mozárabes, comienza a entreverse una posibilidad de expulsar a los musulmanes y justifican la posible operación las crónicas escritas por los mozárabes llegados a asturias en los últimos años, que reflejan en los textos no los intereses de los astures, sino de los mozárabes-herederos culturales de los visigodos y obligados a abandonar sus ciudades después de la resulta de mediados de siglo, del martirio-ejecución de muchos de sus dirigentes y de la pérdida de la importancia de los cristianos al orientalizarse e islamizarse al-Andalus. Los astures se convertirán en los sucesores de los visigodos a través de Pelayo, al que presentan como espatario de los reyes Witiza y Rodrigo y cuya nobleza se realza al emparentar con el duque Pedro de Cantabria, ‘descendientedel linaje de los reyes Leovigildo y Recaredo’. Sólo ahora, establecido el lazo entre los reyes de asturias y los visigodos, puede entrarse claramente en el proyecto reconquistador, expuesto en el diálogo entre el obispo witizano Oppas y su ‘primo’ Pelayo, y en la adaptación a los godos-astures de la profecía de Ezequiel sobre Gog y Magog: Gog es el pueblo de los godos sometido por decisión divina a Magog durante ciento setenta años, pasados los cuales se impondrá a su enemigo: ‘Cristo es nuestra esperanza de que cumplidos en tiempo próximo 170 años desde que entraron en España, los enemigos sean reducidos a la nada, y la paz de Cristo sea devuelta a la Santa Iglesia’. La profecía se ve reforzada con la petición de Pelayo en Covadonga: ‘Cristo es nuestra esperanza de que por este monte que tú ves se restaure la salvación de España y el ejército del pueblo godo’ y por las revelaciones y apariciones en las que se predice a Alfonso III que reinará en tiempo próximo en toda España. ‘Y así, bajo la protección de la divina clemencia, el territorio de los enemigos mengua cada día, y la Iglesia del Señor crece para más y mejor.’ A través de estos textos se afirma que Alfonso III y sus sucesores tienen el derecho y la obligación de expulsar a los musulmanes y de extender su autoridad sobre todos los territorios que antiguamente habían pertenecido a la monarquía visigoda. La idea de la unidad de España bajo la dirección de los reyes astures-leoneses-castellanos tiene en Covadonga su punto de arranque y en los cronistas mozárabes del siglo IX los primeros defensores, cuyos pasos seguirán casi todos los cronistas medievales y numerosos historiadores.


    La realidad, sin embargo, es distinta y los orígenes del reino astur hay que retrasarlos hasta mediados del siglo VIII coincidiendo con la gran sublevación de los beréberes y el abandono de éstos de las guarniciones situadas frente a las tribus montañesas, siempre insumisas, contenidas en sus territorios desde la época romana, poco o nada controladas por los visigodos y rebeldes igualmente a los musulmanes. Covadonga poco tiene que ver con las ideas de unidad y defensa del cristianismo; es obra de tribus poco romanizadas que defienden su modo de vida, su organización económico-social, frente a los musulmanes, herederos y respetuosos con la organización visigoda, que se basa en la gran propiedad y en la desigualdad social, en la existencia de señores y siervos mientras que en la montaña predomina la pequeña propiedad y la libertad individual.


    Sólo a mediados del siglo, cuando Alfonso I destruye las guarniciones abandonadas por los beréberes y lleva consigo al retirarse a los habitantes de las zonas devastadas, puede hablarse de los orígenes de un reino astur cristianizado y con un contingente importante de hispanogodos que acabarán controlando política e ideológicamente el nuevo reino, independiente mientras las guerras civiles impiden a los emires ocuparse de los rebeldes del norte; bastará que Abd al-Rahman se proclame emir (756) y pacifique al-Andalus para que el reino asturleonés vuelva a convertirse en vasallo de Córdoba durante los reinados de Aurelio, Silo, Mauregato y Vermudo (768-791) que siguieron una política de amistad y sumisión hacia los musulmanes, política que no impidió sino que quizá se halle en la base de la sublevación de los gallegos contra Silo y de los vascos durante todo el periodo.


    La sumisión asturleonesa a Córdoba se expresa mediante la entrega de tributos con los que no todos están de acuerdo, y los descontentos se agrupan en torno a Alonso II, proclamado rey a la muerte de silo y obligado a refugiarse en Álava durante los años de Mauregato y del diácono Vermudo, quien, tras ser derrotado, volvió al estado clerical. Si Alfonso I fue el creador el reino, a Alfonso II se debe el afianzamiento y la independencia, que tienen su relejo en el plano económico en la supresión del tributo de las cien doncellas, en el plano eclesiástico en la independencia de la iglesia astur respeto a la toledana y en el político en la creación de una extensa tierra de nadie a orillas del Duero que separará durante dos siglos a cristianos y musulmanes…


    Afianzado en el reino a pesar de los ataques musulmanes, Alonso inicia una política ofensiva: presta ayuda a los muladíes y mozárabes de Toledo y Mérida, ampara en sus tierras a los sublevados contra Córdoba, realiza ataques contra los dominios musulmanes llegando a ocupar, momentáneamente, Lisboa y apoderándose de abundante botín que quizá no sea ajeno a las obras realizadas en Oviedo, donde se construyen palacios, baños, iglesias y monasterios, de los que se conserva la Cámara Santa de la catedral ovetense y la iglesia de San Julián de los Prados o Santullano en las afueras de la ciudad”.

  15. #15 amaco 12 de feb. 2008

    Hace muchos días que no leía este hilo.


    Bergan,


    La influencia de los carolingios en la formación de los reinos del Norte, el que no se pueden tomar al pie de la letra las crónicas asturleonesas, la evidente romanización del Norte, el caracter legendario de lo de las 100 doncellas, que no hubo despoblado de la cuenca del Duero, que la repoblación no significa colonizar un territorio despoblado sino inscribir ese territorio en la órbita del poder real, la necesidad de independencia de la Iglesia del reino asturleonés respecto al de Toledo que es la causa de la invención de la Tumba de Santiago ... Todo ésto ya estaba superado hace mucho tiempo. ¿No? Miguel Novo Guisán en los Pueblos Vasco-Cantábricos y Galaicos en la Antiguedad Tardía, Luis Ramón Menéndez Bueyes en Reflexiones criticas sobre el origen del Reino de asturias,... son algunos ejemplos. No veo por parte alguna esa visión renovada de la historia del Reino de asturias.


    En todo caso, me parece evidente, como señala Teshub, que en algún momento el reino asturleonés considera que es su misión y objetivo recuperar para los cristianos toda la Península Ibérica y por eso se liga al Rey de León la consideración de Emperador de Toda España. Esa conciencia no tiene por que comenzar con Pelayo, pero surge en el seno de un reino que es consecuencia de la rebeldía de unos señores de lo que posteriormente fue asturias, Galicia, León y Castilla frente al poder musulmán del sur.

  16. #16 Beturio 12 de feb. 2008

    Bergan (129#), ayer no copié todo el texto de mi fuente en este caso, José Luis Martín op. cit., por no ser demasiado prolijo; mal hecho por mi parte, porque omití cosas en las que tú abundas, así que copio por completo la parte final del capítulo.

    Pero antes, en referencia al tributo de las cien (presuntas) doncellas, otra de mis fuentes favoritas, Manzano Moreno op. cit., trata de algo similar: tras la derrota del berébere Munuza por la actual Cerdaña, su mujer –hija del conde de Narbona, Eudes- fue enviada como regalo al califa; y una de las causas de la rebelión berébere del norte de África que propició la llegada del yund sirio a la Península fue precisamente que uno de los tributos que tenían que pagar los habitantes de allí era en forma de (presuntas) doncellas. Parece que los harenes orientales tenían una gran demanda: copio (sí, soy un copión, no puedo negarlo) de Manzano Moreno, op. cit., pág 92: “El principal atractivo del norte de África residía en su capacidad de proveer al Imperio árabe de hombres para los ejércitos del califa y de mujeres destinadas a los harenes”. Y al grano, copio de José Luis Martín, op. cit., págs. 518-ss, hay algo repetido con mi post de arriba, pero se comprende mejor:


    “La sumisión asturleonesa a Córdoba se expresa mediante la entrega de tributos con los que no todos están de acuerdo, y los descontentos se agrupan en torno a Alonso II, proclamado rey a la muerte de silo y obligado a refugiarse en Álava durante los años de Mauregato y del diácono Vermudo, quien, tras ser derrotado, volvió al estado clerical. Si Alfonso I fue el creador el reino, a Alfonso II se debe el afianzamiento y la independencia, que tienen su relejo en el plano económico en la supresión del tributo de las cien doncellas, en el plano eclesiástico en la independencia de la iglesia astur respeto a la toledana y en el político en la creación de una extensa tierra de nadie a orillas del Duero que separará durante dos siglos a cristianos y musulmanes.


    Según la tradición, entre los tributos debidos por los astures figuraba la entrega anual de cien doncellas, y si la leyenda no es cierta pudo al menos serlo, pues sabemos, por ejemplo, que el conde barcelonés Borrell II lleva a Córdoba como presente para el califa un numeroso grupo de esclavos; es recuente, incluso en épocas posteriores, la entrega de mujeres de la familia real como esposas o concubinas de los emires y califas, y los textos musulmanes hablan de un activo comercio de esclavos entre los reinos del norte y Córdoba, donde se habla de mercaderes de esclavos que disponen de mujeres que conocen bien la lengua romance, visten como cristianas y ‘cuando algún cliente… les pide una esclava recién importada del país cristiano’ le presentan y venden una de sus mujeres. Nada se opone, por tanto, a que el tributo de las cien doncellas refleje una realidad: el pago de tributos cuyo cese sólo es posible si el reino tiene fuerza militar suficiente para oponerse a los ejércitos que los emires envían de cuando en cuando para castigar a quienes se resisten.


    Alfonso II (791-842) estaba en condiciones de negar los tributos gracias a las continuas sublevaciones de los muladíes de Mérida y Toledo, apoyados por beréberes y mozárabes, que impidieron a los cordobeses lanzar sus habituales campañas de intimidación contra el reino astur, protegido indirectamente por la revuelta de los muladíes del Ebro y por la intervención de los carolingios en apoyo de los montañeses de Pamplona, Aragón y Cataluña. Esta realidad ha sido explicada de forma providencial: el fin de los tributos habría sido posible gracias a la intervención milagrosa del apóstol Santiago –cuyo sepulcro se cree descubierto estos años- que combatió al lado del Alfonso y obtuvo una resonante victoria en Clavijo, batalla legendaria sobre cuya fecha los historiadores que en ella creen no se ponen de acuerdo pero cuyas consecuencias perviven en la actualidad; los estudios actuales prueban que el apóstol Santiago difícilmente pudo venir a la Península en vida, y las posibilidades de que su cuerpo fuera enterrado en Compostela son escasas, pero esto no impidió que los hombres medievales lo creyeran y actuaran en consecuencia convirtiendo Compostela en lugar de peregrinación, haciendo combatir a Santiago a favor de los cristianos para liberarlos del tributo de las cien doncellas y pagando, desde el siglo XII, el tributo de Santiago que perdura hasta el siglo XIX. Si asturias-León tiene un protector celestial, también lo tendrá Castilla cuando se independice haciendo combatir junto a Santiago a San Millán, a cuyo monasterio pagan tributo los castellanos hasta épocas modernas.


    Aunque mitificada, la independencia astur es una realidad que no se limita al campo político; se extiende al eclesiástico porque los hombres medievales son plenamente conscientes de que no hay independencia real mientras el clero esté sometido a otras fuerzas políticas, y ésta era la situación del reino astur cuyos clérigos siguen dependiendo del metropolitano de Toledo, en tierras musulmanas. La aceptación del adopcionismo por Elipando de Toledo ofrece a Alfonso la oportunidad de romper los lazos con la ‘iglesia musulmana’ y lo mismo hará Carlomagno en la diócesis de Urgell. La ruptura eclesiástica, propiciada por los escritos de Eterio, obispo de Osma, y de Beato de Liébana, fue acompaña de una fuerte visigotización del reino, a la que no sería ajeno un cronicón, hoy perdido, escrito hacia fines del siglo por algún monje mozárabe del séquito de Alfonso, en el que aparecería por primera vez la identificación de los reyes astures con los visigodos, cuya organización se copia y cuyo código, el Liber Iudiciorum, es adoptado como norma jurídica del reino. La organización político-jurídica refuerza la eclesiástica, que se manifiesta en el traslado de la metrópoli de Braga, abandonada, a Lugo, en la restauración de la sede de Iria-Compostela, en la creación de un obispado en la capital del reino, Oviedo, y en la erección de numerosas iglesias y monasterios.


    Afianzado en el reino a pesar de los ataques musulmanes, Alfonso inicia una política ofensiva: presta ayuda a los muladíes y mozárabes de Toledo y Mérida, ampara en sus tierras a los sublevados contra Córdoba, realiza ataques contra los dominios musulmanes llegando a ocupar, momentáneamente, Lisboa y apoderándose de abundante botín que quizá no sea ajeno a las obras realizadas en Oviedo, donde se construyen palacios, baños, iglesias y monasterios, de los que se conserva la Cámara Santa de la catedral ovetense y la iglesia de San Julián de los Prados o Santullano en las afueras de la ciudad.


    Durante los cien primeros años de su historia, el reino astur permanece a la defensiva, protegido de los ataques musulmanes por las montañas y por las revueltas de los muladíes fronterizos, e intenta unificar el conglomerado de pueblos que lo forman, gallegos, astures, cántabros y vascos, en numerosas ocasiones enfrentados entre sí o rebeldes al incipiente poder central, según recuerdan las crónicas de Alfonso III: ‘Fruela… a los vascones, que se habían rebelado los venció y sometió… Silo… a los pueblos de Galicia que se rebelaron contra él los venció en combate… Alfonso… expulsado del reino se quedó entre los parientes de su madre en Álava…” El carácter electivo de la monarquía, siempre dentro de una familia, favorece la aparición de bandos ‘nacionales’ en torno a los candidatos al trono y así, a la muerte de Alfonso (843), los gallegos apoyan a Ramiro I mientras astures y vascones están al lado del conde Nepociano o, posiblemente, junto a otros nobles sublevados que pagaron con la ceguera o con la vida su rebeldía. Pese a estas revueltas y a los ataques de los vikingos a las costas gallegas (844), Ramito pudo adelantar las fronteras y ocupar León aunque su conquista definitiva sea obra de Ordoño I (850-866).


    Este avance, esta nueva consolidación del reino, se relaciona una vez más con las sublevaciones muladíes, complicadas ahora por la oposición de los mozárabes al poder musulmán; los rebeldes contarán con el apoyo de tropas astures que serán derrotadas en las cercanías de Toledo, pero cuya presencia tan lejos de sus territorios es prueba de la importancia adquirida por el reino. Aunque derrotados, los toledanos mantienen la revuelta y obligan a las tropas cordobesas a concentrar sus mejores hombres en la zona, con lo que el reino astur sólo estará amenazado en su frontera oriental por los muladíes del Ebro, cuyo dirigente Musa ibn Musa ue derrotado por Ordoño en Albeada (859), no lejos de Clavijo. Los hijos de Musa mantendrán en adelante una política de amistad y colaboración con los astures y servirán de freno a los cordobeses, que sólo en el año 865 podrán derrotar a Ordoño”.


    Hasta aquí el texto de José Luis Martín. El muladí Musa ibn Musa era de la familia de los Banu Qasi, recordemos, descendientes del conde visigodo Casio que se convirtió al Islam y siguió gobernando tierras del Ebro tras pactar con los conquistadores.

  17. #17 amaco 12 de feb. 2008

    Sobre la motivación de la invención de la tumba de Santiago: NOVO GUISÁN, Los pueblos vasco-cantábricos y galaicos..., pp. 383-384:


    Siendo rey de asturias Alfonso II El Casto (791-842), y obispo de Iria Teodomiro, se produce, en lo que hoy es Compostela, el "descubrimento" de la tumba apostólica, sobre la cual, muy poco después, el mismo monarca levantará una pequeña basílica (685).

    Pero unos años antes, en plena efervescencia de la polémica adopcionista, un monje lebaniego, de nombre Beato, se hacía eco, en sus Comentarios al Apocalipsis, de la tradición de la predicación hispánica de Santiago. Ocurría esto cuando el pequeño reino asturiano era regido por Mauregato (783-788) (686). Es probable, pero no seguro, que el mismo monje escribiera el himno O Dei verbum, dedicado al rey citado, y en el que Santiago Apóstol aparece ya como cabeza refulgente y áurea de España, y como patrono vernáculo, y protector (687). Es necesario echar un vistazo a la querella adopcionista para poder entender los orígenes del culto jacobeo.

    Remonta ésta sus orígenes al concilio de Sevilla de 784, donde se combatieron las ideas de Migecio, a quien puede considerarse un antecesor del adopcionismo. Esta ideología es un intento de conciliar islamismo y cristianismo, o dicho de otro modo, se pretende casar el riguroso monoteísmo islámico con el trinitarismo católico. Debajo del adopcionismo hay un problema político: el de conciliar la existencia de una iglesia española con el dominio musulmán. Los actores del drama son el arzobispo de Toledo, Elipando, y su partidario, el obispo Félix de Urgel, por el lado heterodoxo; Beato de Liébana y Eterio, obispo de Osma, encabezan el bando contrario. Participa también, en este último bando, un clérigo ástur, llamado Basiliscus. El hecho de que el obispado de Félix se encuentre en tierras del Imperio Carolingio, va a ser causa de que el conflicto se internacionalice, de modo que, tomen parte en él, Alcuíno de York, Carlomagno, y el propio Papa León III. Contribuye a esta internacionalización la política carolingia de intervención en España, y las buenas relaciones de Alfonso II de asturias con el emperador franco. El Tratado Apologético, de Eterio y Beato, y, más tarde, los Comentarios al Apocalipsis del monje de Liébana, son las dos obras claves de la polémica adopcionista. Pues bien, frente al colaboracionismo con el poder musulmán, que defienden Elipando y sus partidarios, Beato aboga por la creación de una iglesia "nacional", que legitime la existencia del naciente reino asturiano. Pieza maestra de la nueva iglesia norteña será el "descubrimiento" de los restos del Apóstol Santiago, en tiempos del segundo Alfonso, apóstol, cuya predicación hispánica había defendido el monje lebaniego, como vimos (688).

    Interesa hacer algunos comentarios a todos estos sucesos. El primero se refiere a la calidad de los contendientes. Elipando, Félix, y Eterio son obispos, pero de tres sedes situadas fuera de los límites del reino asturiano. El único participante en la querella, que no es obispo, sino monje, es Beato, quien, además, de los cuatro actores, es el único ástur. Tenemos aquí otra prueba que corrobora lo que antes dijimos sobre la importancia del monacato en el norte, en detrimento de la iglesia secular. En asturias no hay obispos que polemicen con los foráneos, pero hay monjes que ocupan su lugar (689). Esta falta de obispos no se debe a la existencia de un bajo nivel de cristianización. Simplemente se explica porque fueron monjes, en época visigoda, los que más contribuyeron a difundir el cristianismo entre los montañeses. Y, conviene dejar claro, que Beato es T..] un representante, no de círculos religiosos mozárabes, sino de unos medios monásticos autóctonos."(690).

    No se puede seguir considerando los Comentarios al Apocalipsis "[...] como despreciable colección de recortes ajenos", que ni el propio Beato entendía (691). Pero, además, Beato no es el único clérigo culto, que vive en asturias en el siglo VIII. A su lado está Basiliscus (¿monje también?), que, además de polemizar con Elipando, encabeza la embajada que Alfonso II envía a Carlomagno en 798 (692).

    Se han buscado, y se han encontrado, las fuentes en que tuvo que beber Beato de Liébana para componer sus escritos. También se han localizado las que tuvo que conocer el autor del himno O Dei verbum para poder componerlo (693). Y, cuando se conocieron, surgió la pregunta: ¿cómo es posible que, en un valle perdido de las montañas cantábricas, apenas cristianizadas, y en una época tan remota como el siglo VIII, existiera la riqueza bibliográfica necesaria para la confección de estas obras? Una única explicación se dió a este interrogante. Los sucesos del 711, y las campañas de Alfonso I llevaron al norte una buena cantidad de emigrantes. Con ellos, fueron monjes, y con los monjes, sus bibliotecas (694). ¿No estarían previamente abonadas las tierras, que recibieron la semilla nueva de las bibliotecas importadas? y, ¿quiénes, si no los monjes visigodos, fueron los primeros sembradores?


     

  18. #18 Renglón Torcido 13 de feb. 2008

    Teshub:


    "Pero de ahí deducir que todos los cristianos del norte peninsular son "gallegos" y la España musulmana son los "hispanos" es una completa tergiversación, propia de quien no se ha leido el códice."


    No solo en el Códice Calixtino, sino que hay más textos que dicen que Hispania era el pais de los musulmanes y Gallaecia el de los cristianos. Para los vikingos, por ejemplo, la Peninsula estaba habitada por tres pueblos: "Spanland , Galizuland , Skarland,..".


    Y siguiendo con lo de la "Reconquista" no es el unico mito de la Edad Media, otro mito es ese de que existió el "Reino de asturias" y el "Reino de León", tano Oviedo como León son denominadas expresamente como ciudades de Gallaecia en algunos textos medievales.


    Se habla mucho de la "Reconquista" de territorios por parte de los Reinos de "asturias" y "León", pero yo quiero ver textos de la época donde se diga que los ejércitos asturianos  y leoneses luchaban contra los islámicos.


     



     

  19. #19 amaco 13 de feb. 2008

    Renglón, ¿"textos de la época donde se diga que los ejércitos asturianos  y leoneses luchaban contra los islámicos"? El Poema de Almería, por ejemplo.


    Llug y Bergan. Todas esas denominaciones "Astororum Regnum", "Ovetense Regnum", "Legionense Regnum", "rex in asturias",... aparecen en las distintas formulaciones según cada etapa del reino. En cuanto a la denominación historiográfica más adecuada, cada autor elegirá la que considere más adecuada al momento: Reino de asturias, Reino de los Astures, Reino de Oviedo, etc. En cuanto a Reino de Cangas o de Pravia ¿Por qué no? En todo caso, el destacar la sede regia sólo se produce a partir de Oviedo.


    Luego hay otra cuestión. A medida que se van incorporando distintos territorios al reino, una denominación regional del reino es inadecuada y es preferible su denominación de acuerdo a la capital. Es el caso del "Reino de León". No se refiere al reino del territorio de León o que todo el ámbito geográfico del reino sea León, sino que simplemente su sede regia está en la ciudad de León y coexistan distintas denominaciones, tanto propias como extrañas, para referirse al conjunto del territorio (como Galicia) o a sus regiones.

  20. #20 amaco 13 de feb. 2008

    En la línea de Teshub, a mi me parece claro que los primeros "reyes" ástures, así como los musulmanes, trataban de legitimarse buscando continuidad con la situación político-administrativa previa.
    En primer lugar, el átaque musulman se dirige principalmente a las capitales ducales previas: Lugo, Astorga-León, Braga,... Munuza, el gobernador musulmán asentado en Gijón-León (?) legitima su control pretendiendo a la hermana de Pelayo, que según las crónicas fue hijo de un duque, y muy probablemente el de asturias (cuando digo asturias, me refiero a la asturias de la época, no sólo al territorio transmontano). Posteriormente Pelayo casa a su hija con el hijo del duque de Cantabria. Es uan hipótesis, claro, pero en mi opinión bastante probable.
    Por otra parte tendríamos distintos poderes locales: el de Pelayo y posiblemente otros, autónomos, en Astorga, León, Britonia, Lugo,... Cuando los bereberes se fueron es sabido que estas ciudades, yasí como el resto de territorio, no quedaron despoblados, puesto que arqueológicamente se ha demostrado continuidad poblacional. Y si no estaban en el ámbito del núcleo transmontano y tampoco bajo el poder de Córdoba, es evidente que existían éstos grupos autónomos, en competencia con otros (no dejaron crónicas) o en alianza (repoblación), que permitieron la extensión del reino de los Astures. No me parece casual la elección de la ciudad ástur de León, como nueva sede regia, tanto por su prestigio militar (sede de la única legión romana en Hispania) como por su condición central, junto con Astorga, tanto administrativa como religiosa, de la provincia asturiense, y uno de los centros más importantes de Galicia (como reminiscencia de esta provincia tardorromana que llegó hasta la Edad Media).

  21. #21 Beturio 13 de feb. 2008

    Amaco #155 escribe: "me parece claro que los primeros "reyes" ástures, así como los musulmanes, trataban de legitimarse buscando continuidad con la situación político-administrativa previa". Difícilmente podrían legitimarse como reyes si aceptaban pagar tributos y eran sumisos a los gobernadores de los omeyas, al menos los reyes anteriores y posteriores a Alfonso I. Vuelvo a copiar de José Luis Martín, op. cit.: "Sólo a mediados del siglo, cuando Alfonso I destruye las guarniciones abandonadas por los beréberes y lleva consigo al retirarse a los habitantes de las zonas devastadas, puede hablarse de los orígenes de un reino astur cristianizado y con un contingente importante de hispanogodos que acabarán controlando política e ideológicamente el nuevo reino, independiente mientras las guerras civiles impiden a los emires ocuparse de los rebeldes del norte; bastará que Abd al-Rahman se proclame emir (756) y pacifique al-Andalus para que el reino asturleonés vuelva a convertirse en vasallo de Córdoba durante los reinados de Aurelio, Silo, Mauregato y Vermudo (768-791) que siguieron una política de amistad y sumisión hacia los musulmanes". Alfonso II volvió a tomar la senda de su homónimo.

    También de Amaco #155: "Munuza, el gobernador musulmán asentado en Gijón-León (?) legitima su control pretendiendo a la hermana de Pelayo, que según las crónicas fue hijo de un duque, y muy probablemente el de asturias (cuando digo asturias, me refiero a la asturias de la época, no sólo al territorio transmontano). Posteriormente Pelayo casa a su hija con el hijo del duque de Cantabria. Es uan hipótesis, claro, pero en mi opinión bastante probable". El único Munuza que conozco es el ya citado arriba en mis post: asentado en la zona de la actual Cerdaña, entabló fuertes vínculos con la aristocracia goda local, casándose con la hija del conde de Narbona, Eudes. Se rebeló contra el poder omeya, y fue derrotado antes de la fitna, de la sublevación de los beréberes y la llegada del yund sirio. Esto prueba que uno de los modos con los que los musulmanes consiguieron el control fue mediante una política de pactos: la oligarquía musulmana y los aristócratas nativos se unen para seguir mantiendo el poder y la autoridad en sus territorios.

    En cuanto al comentario de grupos fragmentados al comienzo en el norte peninsular, es muy probable. Este texto también es de Martín: "Durante los cien primeros años de su historia, el reino astur permanece a la defensiva, protegido de los ataques musulmanes por las montañas y por las revueltas de los muladíes fronterizos, e intenta unificar el conglomerado de pueblos que lo forman, gallegos, astures, cántabros y vascos, en numerosas ocasiones enfrentados entre sí o rebeldes al incipiente poder central, según recuerdan las crónicas de Alfonso III: ‘Fruela… a los vascones, que se habían rebelado los venció y sometió… Silo… a los pueblos de Galicia que se rebelaron contra él los venció en combate… Alfonso… expulsado del reino se quedó entre los parientes de su madre en Álava."

  22. #22 Beturio 15 de feb. 2008

    Bergan, la inestabilidad de la época anterior a Constantino, o en la misma Hispania con unos reyes fuertes como Leovigildo no es en absoluto la que se encontró Tariq cuando llegó a la Península. Cabe entender que todavía Aecio o Estilicón luchaban por "Roma", pero los nobles hispanovisigodos se desentendieron de cualquier cosa que no fuese su dominio total y absoluto sobre sus tierras y siervos, que no estaban dispuestos a ceder para las campañas organizadas por la realeza. Sí, "taifalización" es un vocablo de cosecha propia que intenta reflejar una situación concreta, porque "inestabilidad" es demasiado ambigua y en realidad dice bien poco. Será más no menos apropiada, pero desde luego que no plantea dudas sobre lo que se quiso decir.


    El pacto de Teodomiro con los musulmanes es posterior al párrafo que citas, que trata del periodo anterior a la conquista. Nada tienen que ver una cosa y otra.


    De Mauregato, Silo y demás, como advertí al principio, me limitaba a copiar de José Luis Martín, no he leído con tanta profundidad como para pronunciarme. Pero mirando en la memoria digital de la red leo que Silo estuvo casado con Adonsina, hija de Alfonso I, y que su tumba y la de su esposa Adonsina están en la iglesia de San Juan, en Santianes de Pravia, asturias. Y en estas cuestiones, Llug es la autoridad.  No sería extraño que hubiesen pactado con los musulmanes (o pagado el importe) para mantenerse en el poder. Íñigo Arista, primer rey de Pamplona: al morir su padre, su madre se casó en segundas nupcias con Musa ibn Fortun de Tudela, de la familia de los Banu Qasi, con cuyo apoyo llegó al poder. O los nobles hispanorromanos y luego muladíes, felices pactando con gobernadores y emires, hasta que los omeyas acabaron imponiendo su poder central.


    Un saludo.

  23. #23 Lars Porsena 16 de feb. 2008

    El que no era playu era Munuza, ni culomoyau, aunque vivió en Gijón. Que hay que recordarlo por que no sé, pero aparenta como que las crónicas asturianas no se las quiere tener en cuenta.


    Unas fuentes tan ricas que se desprecien de esta manera creo que no es ni serio y ni fiel a la realidad. Porque como que una fuente musulmana más tardía tiene mayor fiabilidad simplemente porque coincide con la versión asturfóbica.


    En las crónicas asturianas se relata la historia del reino de asturias, se reclama  la herencia visigoda y se promueve la idea de la reconquista de la España perdida. Esos son los pilares de la historiografía tradicional y que algunas corrientes nuevas pretenden rebatir en un revisionismo tendencioso.


    Unos negando la invasión musulmana -al fin y al cabo el tema original de esta conversación-, otros negando el reino de asturias en favor de un supuesto reino de Galicia, otros  defendiendo, la inexistencia de Pelayo, ... etc...


    Bien, pues intenten reescribir la historia, pero será su historia. Porque la nuestra ya esta escrita y tiene fuentes literarias, epigráficas, toponímicas y antroponimicas, y tradiciones, mitos y leyendas donde confirmarla. La suya tendrán que escribirla a partir de ahora.

  24. #24 Lars Porsena 16 de feb. 2008

    La idea que tendría Pelayo y sus muchachos creo que nunca lo sabremos. Pero conocemos el proyecto que iniciaron los reyes de asturias y es la expansión y reconquista de España tal y como ellos mismos escribieron en sus crónicas.


     


    Isidoro era hijo de godo e hispana. Una de las mentes más preclaras y eruditas de la Europa de entonces. Cierto es que la integración entre godos y romanos no fue plena, pero si estaba en proceso, promovida sobre todo desde Leovigildo y Recaredo con la unificación religiosa, política y legislativa.


    Y los godos, aunque invasores -más o menos igual que todos si nos retrocedemos en el tiempo- al menos son la primera referencia de unidad política en territorio español. Y ese proyecto iniciado por el reino visigodo, en línea con el desarrollo histórico del resto de vecinos geopolíticos, es el que reasumieron los reyes asturianos reintegrandose en la tradicción cristiana occidental. Ese el mérito del reino de asturias, más que la propía empresa de reconquista,  que creo que se ningunea o se pretende minimizar.


     

  25. #25 Lars Porsena 16 de feb. 2008

    Entre la idea de España de San Isidoro y la de Alfonso III, -que es prácticamente la misma-, esta Pelayo.


    Es obvio que se ha magnificado la figura de Pelayo, y posiblemente hasta la llegada de refugiados mozárabes al reino de asturias primigenio no se coció la idea de Reconquista. Pero es lógico que los primeros tiempos de la monarquía asturiana fueran de mera supervivencia. ¿Habría entonces algún atrevido que acometiera contra el victorioso ejercito del Islam?


    Porque no olviden que la expansión del islam fue a lomos de su ejercito y si conquistaron el norte de Africa en poco tiempo, ¿por qué  sorprende ahora que no lo hicieran con España?


    Lo meritorio es la supervivencia del reino de Cangas y su consolidación hasta iniciar la recuperación y hacerle frente a los musulmanes. Y esa precaria situación es normal que no haya facilitado ni escritos ni detalles históricos. Pero si tradiciones y leyandas que al fin y al cabo es otra forma de transmitir la memoría de los pueblos. Solo hay que tratar de limpiar los adornos para encontrar la información adecuada.


     


    Un saludo de un playu desde México


     

  26. #26 Beturio 16 de feb. 2008


    Las Laudes Hispaniae de Isidoro de Sevilla tienen un asombroso parecido con el Laus Serenae de Claudio Cladiano, dedicado a Flavia Serena, sobrina de Teodosio y esposa de Estilicón (una hispana olvidada por la historiografía tradicional que debe vindicarse): "Se dice que mientras nacías, el Tajo se desbordó y llenó de riquezas el fértil campo; Galicia se puso a reír, cubriéndose de flores y el Duero, hermoso por sus orillas ricas de rosas, pintó de color purpúreo el vello de las ovejas. El Océano dejó gemas en las playas de Cantabria y los asturianos, pálidos, ya no tienen que trabajar en las minas: la tierra ofrece oro por tu sagrado nacimiento, y las Ninfas de los ríos recogen piedras preciosas en las cuevas del Pirineo".



    Lars Porsena #167: "En las crónicas asturianas se relata la historia del reino de asturias, se reclama  la herencia visigoda y se promueve la idea de la reconquista de la España perdida." ¿En qué crónicas? Porque en la Crónica de 754 o en la Crónica arábigo-bizantina contemporánea no hay ninguna idea de Reconquista por parte de unos que se denominen continuadores de la legitimidad hispanovisigoda. Cuando con los disturbios de la fitna muladíes y mozárabes migran al norte (al perder la cuota que poder que tenían ante el centralismo omeya), es cuando surgen las crónicas que hablan de "reconquista", y en las que considera a los reyes astures los continuadores de los hispanogodos.


     





    Ítem más, Lars Porsena #167: "Esos son los pilares de la historiografía tradicional y que algunas corrientes nuevas pretenden rebatir en un revisionismo tendencioso." Según esa historiografía tradicional, el muladí Ibn Hafsun, ¿podría considerarse "español"? ¿Es al-Andalus parte de la historia de España o un accidente de la misma?


    Más que revisionismo tendencioso ha primado en España una historiografía tendenciosa que sólo ofrece fotos fijas tipo "conquista" y "reconquista", pero lo que importan son los procesos, cómo se produjo el cambio. Y eso no lo vamos a encontrar nunca en las crónicas de unos mozárabes terriblemente enfadados por haber abandonado su tierra y su poder. Son ellos los que escriben esas crónicas que dices, y son sus intereses son los que reflejan en ellas, no un sentimiento generalizado en la población norteña, como nos inculcaron en las escuelas franquistas. Vuelvo a traer a José Luis Martín: "Hasta hace pocos años, la batalla de Covadonga (718 según unos autores, 722 según otros) indicaba el comienzo de la recuperación o si se prefiere de la “reconquista” de las tierras ocupadas por los musulmanes. A medida que se han ido conociendo y utilizando las fuentes islámicas, la tesis reconquistadora ha perdido fuerza y actualmente muy pocos creen que Covadonga tuviera la importancia que quisieron darle sus inventores, los mozárabes refugiados en asturias, y cuantos han seguido al pie de la letra, sin discusión, las fuentes cristianas."


    Darse cuenta de que en la crónica de 754 no hay ninguna referencia a Pelayo ni a la Reconquista, y que ésta comienza a aparecer en las crónicas de los mozárabes asentados en asturias un siglo después no es revisionismo: es sólo saber leer y entender. No me creo en absoluto que la verdad pura e impoluta esté sólo en las crónicas cristianas del IX en adelante: Pelayo aparece en la crónica Albendense de 883, pero el autor, cristiano, de la crónica de 754 lo ignora, y sería extraño que hubiese omitido un hecho tan señalado. Aquí el único interés es encontrar la verdad histórica todo lo que se pueda, es la única tendencia a la que me adhiero.

  27. #27 Paco2 23 de feb. 2008

    Manzano Moreno, Eduardo, quise decir, como autos del libro referido.


    En casi todo lo que se lee hay algo de verdad, subjetiva, nacionalista a veces, pero verdad. Pero no es nunca la verdad de lo que ocurrió, por la razón de que no se sabe, ya que no  estábamos allí, y las fuentes son inexistentes. Sólo la Crónica Mozárabe de 754 es algo coetánea, muy parca  y es interesadamente cristiana, obra de un clérigo, que, por cierto no menciona a Covadonga ni a Pelayo. Todas las demás fuentes son muy posteriores, de orígen palatino, y justificadoras de los príncipes, Astures u Omeyas, que las encargan y pagan.


    Ni los árabes tenían un propósito decidido de ocupar Europa (que no existía como concepto) ni Roma, ni los astures tenían el de recuperar lo perdido. No existían las naciones en el sentido actual, ni los estados, ni las fronteras fijas. Existían vecinos  con los que comerciar o a los que combatir para acrecentar poer o para no perderlo.


    No nació España en asturias, ni allí se fundó el Imperio Español. No se inició reconquista alguna en asturias ni en ningún sitio, aunque luego se invente haber sido así.


    Los obispos de Al Andalus cuando convocaban concilios se dirigían al emir o califa de turno como "Hispaniarum Rex". La voz español no es castallena, sino francesa, y los francos llamaban hispanos a los habitantes de Al Andalus.


    Los reinos del Norte eran marcas del imperio carolingio o romano germánico, y sus reyezuelos eran vasallos de aquellos, tierra de casi nadie entre dos poderes enfrentados: Occidente o Norte, de un lado y Oriente o Mediterráneo de otro.


    Lo árabe no era ajeno a la Bética o a Hispania, porque lo oriental también fue romano y los sirios de Baly, como los bereberes , estaban romanizados, aunque cambiando o entrace de cambiar de religión. Quizás por ello, la conquista árabe fue tan facil; parece que en Andalucía al menos no se les vio como invasores, sino como continuadores de una civilización urbana, comercial, que restablecía el orden y el comercio en el Mediterráneo, algo tan caro al espiritu bético romano de la época. No hay que olvidar que Bizancio estuvo en Andalucía- Murcia hasta fines del siglo VI, pese a los godos, cuya forma de vida y de organización social y económica, parece repugnaba a los pueblos cultos del sur. No es casualidad que las revueltas organizadas contra los godos fueran las de la clase senatorial betica, aunque a veces tuvieran por jefes a caudillos godos, caso de Hermenegildo.


    Los árabo-bereberes fueron pocos al principio, fueron creciendo luego, pero no era extraño pues el Estrecho de Gibraltar es (ahora ya no) desde hace milenios, una autopista que se cruzaba en los dos sentidos sin ningún problema, y así siguió siendo tras la caida de Roma.


    La dialéctica Norte-Sur, Oriente-Occidente sigue existiendo; sólo hay que ver el apasionamiento en el debate.


    En paises como los actuales Marruecos o Egipto, se considera que hay un 10%, aproximadamente, de habitantes de orígen árabe: el resto son egipcios de orígen o bereberes. Aquí debió ocurrir igual. Por el hecho de que hayamos cambiado de religión unas cuantas veces, no debe inferirse que hemos hecho exterminio sy repoblaciones totales de población. Todos somos, de alguna manera íberos, celtas, romanos, andalusies y francos, por la sencilla razón de que siempre hemos sido los mismos, una vez al norte del rio tal y otras veces al sur del cual.


    Hubo invasión, por supuesto, y resistencias (ojo, no nacionales), pero el substrato poblacional fue siempre el mismo, así que el que hable de moros despectivamente refiriéndose a los andalusíes, que tenga en cuenta que está hablando de si mismo.


    Las posiciones más radicales olvidan que no podemos hablar de Argantonio, Columela, Lucano o Séneca, si hacemos un paréntesis de casi mil años, con Averroes, Maimónides, Ibn Arabí, Ibn Hazm  o Abulcascais, porque nos hemos cargado un milenio de continuidad biológica, y hasta cultural.


    Perdón por el enrollamiento.


     


     

  28. #28 Komander 24 de feb. 2008

    Paco2, tengo una duda:

    Los reinos del Norte eran marcas del imperio carolingio o romano
    germánico, y sus reyezuelos eran vasallos de aquellos, tierra de casi
    nadie entre dos poderes enfrentados: Occidente o Norte, de un lado y
    Oriente o Mediterráneo de otro.


    Entonces, ¿el Reino de asturias era una marca carolingia?
    ---------------
    Porcierto

    No nació España en asturias, ni allí se fundó el Imperio Español.

    Esa afirmación les va a encantar a los nacionaliegos asturianos ;)

    Un saludo.

  29. #29 Beturio 24 de feb. 2008

    Komander, evidentemente asturias no nació como marca carolingia como los condados pirenaicos. Pero tampoco el reino astur es el descendiente de la legitimidad visigoda, ni nació con esa pretensión, ni la Crónica de 754 cita a Covadonga o Pelayo. Eran montañeses que se mostraron insumisos a cambiar su modo de vida, lo que no les era nuevo, habían hecho lo mismo antes con romanos y germanos. Aprovechando los conflictos internos de al-Andalus los Alfonso I y II lograron afianzar su dominio. Es a partir de que mozárabes y muladíes pierden su parcela de poder que habían poseído hasta entonces ante el poder centralista omeya, a mediados del siglo IX, cuando los exiliados y refugiados llegan a los reinos del Norte, cuando aparece la Crónica Albeldense (c. 883) en la que su autor mozárabe compara a Alfonso III con los reyes godos y aparece, por fin, Pelayo y Covadonga como justificación histórica. La crónica Albendense no está escrita para avalar la "Reconquista cristiana", sino para justificar los intereses de aquellos mozárabes exiliados.


    En cuanto a lo que comentas de "nacionalistas", estoy convencido de que la historia es la misma, se estudie en Somiedo o Alcalá de los Gazules; si en cada sitio hay una visión distinta, lo que falla no es la historia, sino la visión partidista. Si sólo los asturleoneses eran "españoles", entonces mi paisano Umar ibn Hafsún, muladí (musulmán de origen indígena), constantemente sublevado ante los omeyas y que murió bautizado cristiano, si no era "español", ¿qué era, indostaní o bielobornio? Los nacionalistas navarros deben estar también sumamente contentos con saber que el fundador de la primera dinastía real de Pamplona, Íñigo Arista, debió su poder a que su madre, Oneca, se caso en segundas nupcias con Musa ibn Fortun, musulmán de los Banu Qasi (como es sabido, los Banu Qasi deben su nombre al fundador del linaje, el conde Casio, que con suma habilidad se convirtió al Islam para seguir conservando el poder en tierras del Ebro). La alianza de los Arista con los Banu Qasi les permitió enfrentarse a los carolingios. En fin, arriba se ha hablado de esto hasta la saciedad, y volver sobre lo mismo es pesado ya.


    Un saludo.

  30. #30 Komander 24 de feb. 2008

    Pero tampoco el reino astur es el descendiente de la legitimidad visigoda


    Así es,  concuerdo totalmente en que la aspiración a ser continuador de los visigodos va a tener lugar muchos años después, pero bueno, lo que se ha discutido hasta la saciedad en Celtiberia (este artículo es la punta del iceberg) es que la existencia de la escaramuza de Covadonga y sobretodo la existencia de Pelayo es real y no es un personaje mítico inventado.


    A lo que me refería con los nacionalistas asturianos es que llevan años diciendo eso mismo: "No nació España en asturias, ni allí se fundó el Imperio Español."


    Saludos.

  31. #31 Beturio 24 de feb. 2008

    Komander, soy relativamentenuevo en esta plaza, y desconocía esto: "lo que se ha discutido hasta la saciedad en Celtiberia (este artículo es la punta del iceberg) es que la existencia de la escaramuza de Covadonga y sobretodo la existencia de Pelayo es real y no es un personaje mítico inventado".


    El autor, cristiano, de la Crónica Mozárabe de 754 en absoluto habla de Pelayo, creo que la primera mención es en el testamento de Alfonso II, a comienzos del siglo IX. Para los cronistas del Islam, Covadonga fue una escaramuza más entre otras muchas expediciones de castigo contra unos montañeses que vivían en zonas de difícil acceso cuyo control directo no interesaba a los emires, que se conformaron con evitar las campañas de saqueo de aquellos "asnos salvajes" enviando regularmente expediciones militares encargadas de recordar la autoridad cordobesa; y cobrar los tributos, por supuesto.


    Creo que es difícil demostrar, o no, la existencia de Pelayo y Covadonga. Es posible que un caudillo local, llamado Pelayo, se opusiera con las armas en la mano en un lugar llamado Covadonga a pagar, como debieron de hacer otros muchos en otros muchos lugares. Pero lo que no parece hoy por hoy acertado es considerar que Covadonga tuviese la importancia que quisieron darle sus inventores (dice José Luis Martín), los mozárabes refugiados en asturias, y todos los que desde entonces han seguido al pie de la letra, sin discusión, las fuentes cristianas. Estas palabras de Ibn Jaldún me parecen de gran sentido común: "Estos reyes son de una famila de Gallaecia; Cierto es que Ibn Hayyan dice que que son descendientes de los moros, mas tal opinión es errónea a mi parecer, pues esta nación había perdido ya el poder y rara vez ocurre que una nación que lo ha perdido llegue a recobrarlo. Era una nueva dinastía que reinaba sobre un nuevo pueblo, pero sólo Dios conoce la verdad".


    Un saludo.

  32. #32 diviciaco 09 de abr. 2008

    Nada es como dice Beturio, evidentemente:


    a) Como sabrás el redactor de la Crónica Mozárabe (754) bebió de la Continuatio Byzantia-Arabica (743-744) obra cuyo origen último estaría en el Oriente Próximo musulmán de aquella época, y que tras llegar a Hispania habría sido interpolada en su primera parte con fragmentos de la Historia Gothorum de San Isidoro.


    Nada extraño tiene, pues, que la Crónica Mozárabe siga también, como su fuente, el esquema de la historia bizantina y musulmana. Crónica que, por otra parte,  no nos ha llegado completa.


    Pero es que, además, no es correcto eso de que Es también extraño que no hable de “reconquista” cristiana ni por casualidad.


    Pues resulta que, casualmente, sí que habla de batallas en las montañas del norte, de retiradas por lugares inciertos, tal y como nos relatan las Crónicas Asturianas que hubieron de huir los restos del ejército musulman, y de pérdida de muchos guerreros sarracenos, como también señalan las Crónicas Asturianas:


    "Al ser reprendido el ya nombrado Abdelmelic por una orden del príncipe porque nada provechoso obtenía con una victoria militar sobre los francos, inmediatamente sale de Córdoba con todo su ejército; se propone arrasar las montañas pirenaicas habitadas, y dirigiendo su expedición por lugares angostos no consigue nada favorable.Atacando aquí y allá con su poderoso ejércitolos lugares imprescindibles, se retira al llano y vuelve a su patria por lugares inciertos, después de haber perdido muchos guerreros, teniendo que reconocer el poder a Dios a quien habían pedido misericordia los pocos cristianos que ocupaban las cumbres" Crónica Mozárabe (81)


    En este fragmento observamos varios elementos: por una parte se hace notar que no se trata de una campaña contra los Francos, sino contra los habitantes de las montañas pirenaicas y que es una guerra contra un enemigo disperso, enriscado y poco numeroso, lo que coincide con todo rigor con los datos que tenemos sobre la primera resistencia en asturias.


    Pero hay más: La misma crónica emplea la expresión "montañas de los vacceos" (80) - en clara confusión de vacceos con vascones - para referirse a los montes que actualmente conocemos como Pirineos.


    Por otra parte es bien conocido que desde la antiguedad clásica hasta bien entrada la Edad Media, también se conocía a la cadena montañosa de la cordillera cantábrica como Pirineos.


    Más aún: En el ciclo de Alfonso III se utiliza, precisamente,  la expresión Puertos del Pirineo para indicar que al norte de los mismos no quedó ningún musulmán tras la acción de Pelayo: [..] ita ut ne unus quidem Caldeorum intra Pirinei portus remaneret


    En definitiva: como ya señalara Sánchez Albornoz, en la crónica mozárabe se rastrean, efectivamente,  los más tempranos ecos de la batalla de Covadonga.


    b) En cuanto a la importancia de Pelayo, ya nos valen las valoraciones de sus propios enemigos:


     La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo: 'Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?' En el año 133 murió Pelayo y reinó su hijo Fáfila. El reinado de Pelayo duró diecinueve años y el de su hijo dos. Después de ambos, reinó Alfonso, hijo de Pedro, abuelo de los Banu Alfonso, que consiguieron prolongar su reino hasta hoy y se apoderaron de lo que los musulmanes les habían tomado”.



    Del NAFH AL-TIB de AL-MAQQARI.


    Ya que se saca a colación el animal totémico de asturias, creo que en justa compensación podemos sacar a la zorra y también a La Fontaine  (y las uvas) que ilustra maravillosamente el párrafo que traigo a colación de Al-Maqqari. Las consecuencias y el legado de Pelayo y Covadonga, las relata a continuación.


    c) Sin duda eran hispanos, pero no contribuyeron a crear la nación en que vivimos. Sin el contrapunto que tuvieron nuestra cultura seria, sin duda, diferente. Y yo estoy muy satisfecho de que no haya sido así.


    El resto de los puntos no tiene interés histórico.


    Saludos.


     


     

  33. #33 Heraldo_de_Neville 21 de abr. 2008

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