Autor: Jesús Callejo
martes, 08 de enero de 2002
Sección: Leyendas
Información publicada por: Silberius
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El hombre-pez de Liérganes

El mito de las sirenas en una historia real.

El sireno

Esta historia, narra la desaparición misteriosa de un curioso personaje cántabro llamado Francisco de la Vega Casar, más conocido como "el hombre-pez de Liérganes" (localidad donde hay un monumento en su memoria).

Nació en 1628 y su temprana habilidad para la natación le sirvió para ser considerado el primer nadador de largas distancias de la Historia de España. Al parecer, tenía una extraña afección en la piel que le daba un aspecto escamado, razón por la cual sus paisanos, asombrados tanto por su aspecto como por su capacidad para nadar, le dieron el apodo de "el sireno" y extendieron el rumor de que era una especie de tritón.

Enviado por su padre a Bilbao para que aprendiese el oficio de carpintero, desapareció misteriosamente en la ría en la víspera de San Juan de 1673. Seis años después, en 1679, reapareció en la bahía de Cádiz cubierto de escamas y habiendo perdido la razón y el habla. Al regresar a su tierra vivió nueve años de modo extravagante, siempre iba descalzo y de vez en cuando pronunciaba las palabras "tabaco", "pan" y "vino". Se le tuvo por loco hasta que un día desapareció de nuevo en el mar sin dejar rastro y esta vez para siempre.


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Comentarios

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  1. #1 ikirog 26 de mayo de 2005

    Estuve en Liérganes hace unos meses disfrutando de su balneario y es un pueblo precioso con mucha arquitectura popular cántabra.
    Sólo un pero... que por favor revisen su callejero franquista

  2. #2 ikirog 26 de mayo de 2005

    Pues no... pero allí en Liérganes todo es hombre-pez: calle hombre-pez, restaurante hombre-pez, pastelería hombre-pez... lo tienen explotadísimo

  3. #3 ikirog 26 de mayo de 2005

    Pues no... pero allí en Liérganes todo es hombre-pez: calle hombre-pez, restaurante hombre-pez, pastelería hombre-pez... lo tienen explotadísimo

  4. #4 Brigantinus 26 de mayo de 2005

    Hartza, algún día contaré lo que me pasó en su lista de correo, con lo del caminante de Boisaca. No sé cómo algunas personas (cuyas capacidades como comunicadores y saber llegar al público nunca cuestionaría) aún tienen las santas narices de ir de investigadores por la vida.

    Por cierto, ¿qué te parece la saga sobre el catarismo en que está enfrascado Juan Luis Calvo en su blog?

  5. #5 hartza 26 de mayo de 2005

    Hombre... estoy seguro de que su cuenta corriente está de lo más agradecida.

    Llevo un tiempo sin entrar en el blog de JL Calvo, pero te podría adelantar que me va a parecer genial.

    Claro, que como se lee muy a menudo por aquí... "¿y por qué no podría ser verdad?"

  6. #6 Ego 27 de mayo de 2005

    A mis vecinos siempre les comento en el ascensor que en el harrijasoketa en realidad lo que levantan son hongos de Yuggoth, pero ellos no me creen... allá ellos.
    Salud.

  7. #7 celiacevedo 27 de mayo de 2005

    tampoco tiene mucho que ver con el hombre-pez de Liérganes, pero...

    El "pesce Cola" o "peje Nicolao"
    Nicolao fue un siciliano, natural de Catania, que vivió hacia la segunda mitad del siglo XV. Este hombre, si bien no habitó en el mar durante largos períodos de tiempo, como nuestro hombre-pez de Liérganes, según parece era capaz de salvar grandes distancias a nado, por lo que le empleaban como correo marítimo entre los puertos del continente y las islas. Aún en días de tormenta, cuando los marineros no se atrevían a salir a la mar, "pesce Cola" se zambullía en el agua y llegaba a su destino.

    Nicolao era capaz de permanecer hasta una hora debajo del agua sin salir a respirar, lo que le permitía vivir con holgura de la pesca de ostras y coral. Se había dado el caso de que "pesce Cola" siguiese nadando a un barco hasta alta mar, lo abordase y después de comer en él, se brindase a llevar noticias de los marinos a sus familiares de tierra. Los prodigios acuáticos de Nicolao llegaron a su fin cuando el rey Federico de Nápoles y Sicilia quiso comprobar la certeza de su leyenda. El monarca, para ver hasta dónde llegaba la intrepidez y resistencia del siciliano, lo llevó hasta el famoso remolino de Caribdis, situado en el lugar más angosto del estrecho de Mesina, y arrojó al agua una copa de oro, diciéndole a Nicolao que si la recuperaba era suya. "Pesce Cola" se lanzó al agua y permaneció bajo ella tres cuartos de hora, hasta que finalmente salió con la copa en la mano. Interrogado por el rey sobre lo que había visto en tan temido lugar, Nicolao contó tremendas visiones de monstruos marinos, moradores de profundas cavernas. El rey, entusiasmado por el relato, quiso saber más detalles y le prometió igual recompensa si bajaba de nuevo. Nicolao se mostró remiso a cumplir los deseos del monarca, por lo que éste le estimuló con una bolsa de oro, además de otra copa que arrojó al agua. "Pesce Cola" consintió y se sumergió de nuevo para no aparecer mas.

    http://www.lo-inexplicable.com.ar/criaturas/el_hombre_pez.htm

  8. #8 evaristides 31 de oct. 2007

      En Chipiona, Sanlucar y Rota, se pesca (o mas bién, se pescaba) y se mariscaba en los "corrales", semicirculos de piedra de enorme extensión, en los que se quedaban atrapados los pescados al bajar la marea. Estos corrales estaban alquilados por la Marina a algunos pescadores, que eran los unicos que podian pescar y recoger moluscos en ellos. A estos se les llamaban "cataores" e iban con un capazo de esparto, la fija (una combinación de tridente y garfio) y el cuchillo de marea (un gran sable con el filo romo con el que se golpeaba al pez cuando pasaba). Una vez que pasaba el cataor, este dejaba a los jovenzuelos ( entre los que me encontraba yo de vez en cuando), que pescaramos los peces pequeños o poco comerciales que el no queria. Una de esas veces, el viento de levante  rizaba la superficie del agua y ni siquiera el aceite quemado que el hombre arrojaba al agua con maestria , para allanarla y poder ver los peces, la alisaba. Al ser imposible pescar nada , Manuel el cataor, me contó que siendo el un muchacho de mi edad, una madrugada, con una marea de las buenas, de febrero y luna llena, vió entre las dos luces de esa hora, una figura humana sentada en la pared del corral, cuando se acercó el individuo saltó al agua y desapareció nadando. El hombre me juró que era humano. pero en fin, ya sabeis lo exagerados que somos los andaluces. Yo supongo que lo que vió era una foca monje (por aquel  entonces las habría en la zona).

  9. Hay 8 comentarios.
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