Autor: Julio Caro Baroja
viernes, 30 de septiembre de 2005
Sección: Lenguas
Información publicada por: aladelta
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La suprema caracterización de la lengua vasca

Capitulo extraído y copiado tal cual de la obra de Julio Caro Baroja “Los pueblos de España” la cual fue completada en 1946. A pesar de tener más de medio siglo, esta obra a sido reeditada recientemente, señal de su consideración de obra importante para el conocimiento de nuestra historia más remota.

Extraído y copiado tal cual de la obra de Julio Caro Baroja “Los pueblos de España”. Concretamente del:

Tomo I , primera parte.
-Los pueblos prehistóricos de la Península Ibérica.
3. Problemas histórico-culturales y ligüísticos relativos a los períodos Neolíticos y del Bronce.


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La suprema caracterización de la lengua vasca.


La suprema caracterización de la lengua vasca se encuentra estudiando la estructura del verbo. Aunque parezcan un poco pesadas en un libro de la índole de éste, quiero hacer varias observaciones sobre ella de tipo vulgarizador, ya que los historiadores han despreciado toda exploración lingüística. Durante mucho tiempo, en las gramáticas vascas se calcaba de manera imprecisa la teoría de cualquier gramática de un idioma indoeuropeo moderno, latino o germánico, y se pretendía que el verbo vasco se adaptara a tal teoría. Pero, en la segunda mitad del siglo XIX, Federico Müller expuso en líneas generales otra teoría, la pasiva, que luego defendió Stempf, siendo adaptada, ampliada y perfeccionada por Schuchardt. Aunque algunos vascólogos distinguidos, como J. Vinson, no la aceptaron y en el país muchos la han ignorado, fue, sin embargo, patrocinada por los elementos científicos más jóvenes. Albert Leon, Sarohïandy, Gavel y otros han aducido nuevas pruebas o ejemplos escogidos que la apoyan. Los defensores de la teoría pasiva demuestran que en vasco no existe un verbo transitivo como el del latín y otras lenguas romances; hay, en cambio, unos verbos intransitivos y otros que, en punto a su relación con su sujeto y complemento, se comportan como el verbo pasivo o romance. La definición del sujeto de las gramáticas elementales, es decir, la de que “es la palabra que designa la persona o cosa que está en la situación o que efectúa la acción expresada por el verbo”, es mala porque no se puede aplicar al verbo pasivo. En realidad, un sujeto es –como dice Gavel- una palabra, bien sea nombre, pronombre o locución sustantiva que, expresada o sobreentendida, tiene especiales relaciones con la forma verbal y ejerce sobre ella una influencia preponderante.


Dejando a un lado los verbos intransitivos, pongamos unos ejemplos en que se vea la pasividad bien clara. Los tomaremos también de Gavel, adaptándolos al castellano. Sean éstos los siguientes: “El herrero ha vendido el caballo” y “el herrero ha vendido los caballos”. En vasco, la traducción es: “Arotzak zaldia saldu du” y “arotzak zaldiak saldu ditu”. Resulta claro que en las frases españolas el sujeto no es ni “caballo” ni “caballos”, puesto que ninguna de las dos palabras modifican la forma verbal “ha vendido”, sino “herrero”, que en ambas frases mantiene el verbo en la tercera persona del singular en concordancia con ella: de donde resulta que “vender”, en castellano, es verbo transitivo, puesto que tiene por sujeto a la palabra que expresa el autor de la acción y no a la que expresa la persona o cosa que la experimenta. Pero si ahora hacemos examen paralelo de las frases vascas encontramos que las palabras que ejercen influencia preponderante sobre la forma verbal son “zaldia”=”el caballo” o “zaldiak”=”los caballos”, y no “arotzak”=”herrero”(agente), ya que en la segunda frase el verbo ha tomado la forma “ditu”, que expresa pluralidad, para estar acorde con “zaldiak”=”los caballos”. Los verdaderos sujetos son, pues, “zaldia” y “zaldiak”, que están en nominativo, mientras que “arotza” tiene la “k” del activo, de otro caso de la declinación que en castellano puede interpretarse como equivalente a un complemento de agente precedido de la preposición “por”. Así, “Aroak zaldiak saldu ditu” tendría su traducción literal en la que sigue: “Por el herrero los caballos han sido vendidos”.

Frente a lo embrollado de las reglas que dan los gramáticos que desconocen esta teoría pasiva, o no la admiten, aquellos que la defienden pueden formular tres reglas de gran simplicidad que definen la real contextura del verbo transitivo.

1) El verbo acuerda en número con su sujeto.
2) El sujeto del verbo se pone en nominativo.
3) El activo expresa siempre un complemento agente.

La teoría pasiva explica otros hechos sobre los que no se ha de insistir ahora. Volviendo a nuestros problemas generales, debemos señalar ahora que este carácter pasivo del verbo de acción que se descubre en vasco existe también en lenguas de Norteamérica, de la familia algonkina y de otras varias (atapasca, haida, chimesia, chinuk, cus, pomo, etc.). Un lingüista que es tan buen conocedor del vasco como de ellos ha hecho estudio detallado de tal carácter pasivo. Sin embargo, no ha querido explotar semejante paralelismo y explicarlo por razones históricas, sino que se ha limitado a pensar que se trata de una coincidencia de tipo psicológico. Ahora bien, dentro del campo de la Psicología lingüística ha habido quienes han defendido que hay una evolución interna que permitiría señalar estadios sucesivos, y dentro de esta evolución el carácter pasivo supondría uno más antiguo que el activo en los verbos de acción. Hermann Moller quiso demostrar que la primitiva conjugación indoeuropea fue completamente pasiva antes de alcanzar el activismo, y el mismo Uhlenbeck consideró que existe cierta prioridad general de la pasividad.

Admitido esto, el vasco nos traslada a períodos remotos de la Historia de Europa y todos los préstamos y semejanzas de origen indoeuropeo no son bastantes para negarle su originalidad, aunque ha habido quienes lo han hecho, más bien guiados por espíritu político que por otra causa. Una vez que el problema del parentesco histórico del vasco se plantea en esta forma, ¿hay que pensar que las semejanzas entre él y los idiomas caucásicos se deben a la emigración de un pueblo a través de áreas culturales y lingüísticas distintas, hasta llegar al Occidente, o, por el contrario, es más probable que desde el Cáucaso al Pirineo, en época anterior a la de las grandes expansiones indoeuropeas, exista cierta gran familia o entronque al que pertenecerían como últimos vestigios adheridos a la tierra conservadora de las montañas?


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Comentarios

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  1. #1 hartza 10 de dic. 2004

    Se trata de una teoría un tanto pasada de moda... Desde hace ya bastantes años se considera que no se trata de que los verbos vascos sean "pasivos" sino de que en este idioma se da la "ergatividad".

    El caso ergativo se emplea en lenguas ergativo-absolutivas que marcan el sujeto de un verbo transitivo mediante la inflexión del caso. En el caso del euskara, esta caracterización la marca la terminación -k, distinguiéndose varias terminaciones dependiendo del número:

    - Mugagabea (indefinido): terminaciones -k (para palabras terminadas en vocal) y -ek (para palabras terminadas en consonante).

    - Mugatu singularra (definido singular): terminación -ak (tanto para palabras terminadas en singular como plural).

    - Mugatu plurala (definido plural): terminación -ek (tanto para palabras terminadas en singular como plural).

    - Y, finalmente: Plural hurbila (plural cercano): terminación -ok, también con verbo intransitivo, y que engloba al hablante en la acción.

    Michelena no aceptaba ya este caracter "pasivo" de los verbos de la lengua vasca:

    "Y aquí, resumo, se encuentra la raíz más
    profunda de que el euskaldun corriente y
    moliente se haya mostrado decididamente
    refractario a aceptar la concepción pasivista del verbo vasco, que no hace tantos años todavía dominaba entre los mejores tratadistas, a partir sobre todo de Schuchardt. El hablante ingenuo no podía aceptar la identificación de cosas que
    para él eran inidentificables, como tampoco podía aceptar que se rechazara lo que él espontáneamente y de todas todas identificaba." (Michelena, L. (1982). "Tipología en torno a la lengua
    vasca", compilado en ID. (1987): Palabras y textos: 23-33. Leioa: UPV/EHU.)

    Y también:

    "Caída en descrédito la idea de la «pasividad» de los verbos transitivos (que serían así pasivos absolutos, sin activo a que oponerse), es curioso que sean tan pocos los autores que se han pronunciado a cerca de la bipartición inicial de una frase con ergativo, sea
    vasca o sea de otra lengua que posea una
    construcción similar. Es to supone, en la práctica, que se evita el empleo de designaciones como «sujeto» u «objeto»."
    (Michelena, L. (1977). "Notas sobre compuestos verbales vascos", compilado en ID. (1987): Palabras y textos: 311-335. Leioa: UPV/EHU.)

    Quizá en este último párrafo radique el auténtico quid de la cuestión: ¿Es que
    tiene sentido seguir hablando de sujetos en una lengua de este cuño?" (1982: 31) La respuesta de Michelena era
    que sí lo mismo hace Euskaltzaindia.

    Sin embargo, a raíz de la última propuesta chomskyana, el programa minimista (1995: The minimalist Program), junto a la concordancia con el sujeto (ConcS), se habla de concordancia con el objeto (ConcO). Para dar cuenta cabal del verbo vasco habría que añadir una concordancia con el receptor (ConcR; D’Introno (2001: § 6.5.2.) plantea la concordancia con el objeto oblicuo – ConcOO–). Pero, entonces, podríamos hablar tanto de sujeto receptivo (NORI), como sujeto objetivo (NOR) o sujeto agentivo (NORK), o mejor aún: dejar de hablar de sujeto.

    (D'Introno, F. (2001). Sintaxis generativa del español: evolución y análisis. Madrid: Cátedra.)

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