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  1. #1 elpater 02 de mayo de 2008

    Pero está bien esta nueva alusión al artículo de Antonio Álvarez sobre los petroglifos (petrolíferos
    les llamaba un antiguo conserje de un museo, de modo que si lo ven
    alguna vez escrito así no se sorprendan, se trataría de un guiño o una
    coña, aunque el conserje lo decía en serio) de Fentáns, que no había
    sido citado hasta ahora.


    El artículo de don Antonio Álvarez Núñez tiene por título "Los
    petroglifos de Fentáns (Cotobade-Pontevedra)", y se encuentra en las
    páginas 97 a 125 del número de Pontevedra Arqueológica ya citado.


    Dice el Sr. Torres que "el estudio
    de Buenaventura Aparicio aparece en la misma publicación junto con otro de A. Álvarez
    Núñez, siendo el asunto de ambos el estudio de los ídolos de A Caeira y de los
    petroglifos de Fentáns en los que aparecen tres idoliformes".


    Sugiere así que tanto el Dr. Aparicio como el Sr. Núñez estudian tanto
    los petroglifos como el ídolo de A Caeira. Pues de eso nada. El Dr.
    Aparicio estudia el ídolo de A Caeira, citando como posible paralelo el
    petroglifo conocido como Laxe das Ferraduras,
    que no estudia pero al menos cita. El estudio del Sr. Álvarez, por su
    parte, se dedica a lo que su título expresa: a todos los petroglifos de
    Fentáns, un total de 49 estaciones diferentes de las cuales la de los
    idoliformes es una. Una estación de 49. De las 28 páginas de que consta
    el artículo, a Laxe das Ferraduras se dedican dos páginas de texto y
    dos de fotografías. En las páginas de texto no se cita en ningún
    momento el ídolo de A Caeira.


    Con lo cual queda lo que dicen los títulos: un artículo sobre el ídolo
    de A Caeira (en el que se citan los idoliformes de Ferraduras como
    posible paralelo) y un artículo sobre los petroglifos de Fentáns, uno
    de los cuales, entre las 49 estaciones, contiene los idoliformes ya
    referidos, sin que en ningún momento se cite para nada el ídolo de A
    Caeira.


    Y con lo cual queda claro que nada tienen que ver uno con el otro,
    resultando nuevamente falso lo que se nos acaba de intentar colar por
    bueno.


    Pero además la cita ahora, que no antes, del artículo de Antonio
    Álvarez puede sugerir que es otra de las fuentes en las que se basó el
    Sr. Torres para su artículo, y que en ella pueden estar las
    afirmaciones del mismo. Pues tampoco. No sólo el artículo de Álvarez
    Núñez no cita para nada el ídolo de A Caeira, sino que no cita tampoco
    ídolo ninguno; y todo ello por la sencilla razón de que es un artículo
    únicamente descriptivo, en el que da a conocer las nuevas estaciones
    por él encontradas acompañadas, a fin de presentar un inventario
    completo de los petroglifos de la zona. Por supuesto, de todas las
    estaciones previamente conocidas da la bibliografía correspondiente,
    como hace cualquier autor mínimamente serio (y Álvarez Núñez lo es más
    que mínimamente), con un total de tres páginas de referencias, más que
    las dedicadas a la estación de Laxe das Ferraduras.


    Es una lástima que el Sr. Torres no haya usado esta fuente, porque es
    buena. Habría dicho cosas acertadas en lugar de deleitarnos (esto
    empieza a ser divertido) con nuevas meteduras de pata, como veremos:


    Dice el Sr. Torres:

    "Una de las escasas
    representaciones de ídolos cilíndricos en Galiza se encuentra en la denominada
    Laxe das Ferraduras (Fentáns. San
    Xurxo de Sacos. Cotobade. Pontevedra) (ver mis imágenes) y que se ha
    datado entre los períodos del Bronce II al Bronce III. Aparecen además un ídolo
    con bastón, un antropomorfo con una gigantesca alabarda nerviada y cérvidos
    heridos."


    Pues nada de esto dice Álvarez Núñez. De entrada, como persona seria y
    prudente que es, no dice que sean representaciones de ídolos, sino que
    los califica por su forma, no por su significado, empleando el término
    "idoliformes". Son, efectivamente, figuras que tienen una forma similar
    a la de los ídolos-cilindro, pero no se sabe si los que las trazaron
    quisieron representar ídolos u otra cosa. Por eso está bien decir que
    tienen forma de ídolos, es decir, que son idoliformes, como hace el Sr.
    Álvarez, y está mal, por el contrario, afirmar que son
    "representaciones de ídolos cilíndricos", como hace el Sr. Torres.


    Nada dice el Sr. Álvarez, como era de esperar, de eso de que "se han
    datado entre los períodos del Bronce II al Bronce III". El Sr. Torres
    sigue ocultándonos dónde encontró esa datación; lo que está claro es
    que no fue en este artículo de Álvarez Núñez.


    A mí, de todas formas, lo que me parece más divertido es lo del
    "antropomorfo con una gigantesca alabarda nerviada". ¿De dónde habrá
    sacado el Sr. Torres lo de la alabarda, y además nerviada y gigantesca?
    En a Laxe das Ferraduras no hay alabarda ninguna, ni grande ni pequeña,
    ni nerviada ni tranquila. Lo que hay es un gichiño con una pedazo
    espada que te cagas. Ya es lástima que, además de no citar fuentes,
    cuando las tiene a mano, y buenas, no las use. Porque si las hubiera
    usado habría evitado esa metedura de pata de confundir espada con
    alabarda, que ya es confundir; Álvarez Núñez lo dice muy clarito:


    "la primera [escena], en el tercio superior de la sección, eatá formada
    por un antropomorfo de 12 cm que en su mano izquierda lleva un escudo
    circular, su diámetro mide 7 cm, y en la derecha una gran espada nervada,
    de 65x20 cm, que en su parte más ancha presenta dos pequeñas
    escotaduras cóncavas, una a cada lado. Mientras los surcos que dan
    forma a la hoja son rectos, los que configuran el pomo parecen la
    representación de una impronta de animal" (A. Álvarez, op.cit., pp. 100).


    Nada, por lo tanto, de alabarda gigantesca. Espada, y bien espada.


    Oiga, Torres, ya podía trabajar algo, que se lo estoy haciendo yo todo.

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