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HUESCA La Hoya de Huesca
25 de mar. 2007
Clasificación: Otros
Información mantenida por: arenas
Mostrada 32.943 veces.
Cuevas fecundantes o Piedras de los Moros
He encontrado un folleto de la Hoya de Huesca con algo sorprendente y de lo que no había oído hablar. Se llaman Las Piedras Fecundantes o Piedras de los Moros, son una serie de peñas que han sido trabajadas por la mano del hombre dándoles formas de úteros y vaginas convirtiéndolas así en “templos sagrados de fecundidad”. Allí acudían mujeres para tornarse fecundas, también acudían hombres con problemas. Estuvieron perseguidas por la iglesia pero han seguido en uso hasta no hace mucho, (Peña Mora, estuvo en uso hasta hace 15 años). Morfológicamente son todas similares y también diferentes tanto en la forma de funcionamiento como en su origen. El folleto dice que son “únicas en el mundo” pero seguro que entre todos podremos encontrar rastros de otras, en historias, leyendas, cuentos y quien sabe si en la misma piedra de nuestros pueblos.
Cómo llegar y horarios
Situación: En un área concreta que desde la Hoya de Huesca desciende a Los Monegros por una geografía profusamente islamizada. Piedra Mora en Ayera. Semuro en Piracés. Peña Mora en Argavieso. Peña Mora en Ibieca. La Ratona en Sesa. Casto en Sesa. Peña Lucía en Tramaced.
El poblamiento fue geoposicionado por arenas.
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No,no es nada extraño lo de las piedras macho y hembra; en “Herreros y alquimistas” Mircea Eliade habla de cómo el ser humano ha proyectado siempre en el cosmos los procesos de la vida y entre ellos la sexualidad ;esto también con respecto a los minerales.
“…Se trata, pues, de una concepción general de la realidad cósmica, percibida en
tanto que Vida y, por consiguiente, sexuada, toda vez que la sexualidad es un signo
particular de toda realidad viviente. A partir de un cierto nivel cultural el mundo entero,
tanto el mundo «natural» como el de los objetos y herramientas fabricados por el
hombre, se presenta como sexuado.Los ejemplos que siguen se han recogido
intencionadamente en ambientes culturales distintos para demostrar la difusión y persistencia
de tales conceptos.
Los xitara dividen a los minerales en «machos» y «hembras»; los primeros,
duros y negros, se hallan en la superficie de la tierra, mientras que los minerales
«hembras», blandos y rojizos, son extraídos del interior de la mina; la mezcla de ambos
«sexos» es indispensable para conseguir una fusión fructífera5. Se trata, claro está, de
una clasificación objetivamente arbitraria, puesto que ni los colores ni la dureza de los
minerales corresponden siempre a su clasificación «sexual». Pero lo que importaba era
la visión global de la realidad, pues era lo que justificaba el rito, es decir, el
«matrimonio de los minerales», y que éste hiciese factible un «nacimiento»
“…Además de los minerales y los metales estaban «sexuadas» las piedras preciosas.
Los mesopotámicos las dividían en «macho» y «hembra», según su color, forma y
brillo. Un texto asirio, traducido por Boson, habla de «la piedra musa, masculina (por su
forma), y de la piedra de cobre, femenina (por su forma)». Boson precisa que las piedras
masculinas tenían un color más vivo; las femeninas eran más pálidas7. (Todavía hoy los
joyeros distinguen el «sexo» de los diamantes según su brillo.) La misma división
encontramos para las sales y los minerales desde la época de la literatura ritual
babilónica, y así se conserva en los textos médicos8. La clasificación sexual de los
minerales y las piedras se ha mantenido en los escritos de los lapidarios y alquimistas de
la Edad Media9; así, el lapis judaicus, por ejemplo, es «macho» o «hembra», etc….”
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