Autor: Ana Gaitero
lunes, 08 de noviembre de 2004
Sección: Denuncias
Información publicada por: amaco
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El Castillo del Alba

De vigía del reino a polvo de cemento Vasijas y ollas de cerámica con decoración típica del medievo El castillo perteneció al concejo de León
Los restos de la fortaleza más singular del siglo IX en la cordillera cantábrica se destapan para ampliar una cantera
La Robla y Llanos exigen que la Junta musealice los restos del castillo de Alba o negocie su traslado.

El Ayuntamiento de La Robla y la junta vecinal de Llanos de Alba creen que ha llegado el momento de que Patrimonio «asuma su responsabilidad» con los restos del castillo de Alba, una fortificación del siglo IX que fue clave en la formación del reino de León.

Las dos entidades locales exigen que la Junta de Castilla y León, que ha autorizado su destrucción para la ampliación de la cantera de caliza de la cementera Tudela Veguín, se ocupe del traslado y puesta en valor de «una parte testimonial» de los hallazgos en un aula arqueológica que tendría que ubicarse en Llanos de Alba.

«La empresa está invirtiendo dinero en estudiarlo, pero a Patrimonio no se le ha visto hacer nada», subraya Agustín Rodríguez Rey, presidente de la junta vecinal de Llanos de Alba. El alcalde de La Robla, José Luis García, también cree que la musealización de los restos «corresponde a Patrimonio o a lo que quiera exigir a la empresa», puntualiza.

Las tres excavaciones arqueológicas del castillo medieval, motivadas por el avance de la cantera en torno al crestón para surtir de caliza a la fábrica de cemento, han sacado a la luz una muralla de 200 metros de longitud por tres de ancho, con su puerta de representación, así como restos de las torres que la flanqueaban.

Por debajo, se erige otra línea de fortificación. Ambas defensas, junto con otra más pequeña, protegen el baluarte rectangular, de unos 70 metros de longitud, tallado sobre el mismo peñón y aislado por un foso de unos 20 metros en la cima del crestón. Es un castillo enrocado, levantado sobre las estribaciones del sur de la cordillera cantábrica desde el que se vislumbra gran parte del valle del Bernesga.

UNA IMPONENTE DEFENSA

En la última campaña de excavaciones, llevada a cabo durante el verano, se han destapado restos de muros correspondientes a las dependencias de la guarnición -no era un castillo palacio, sino un enclave militar- adosadas a la muralla principal, una «imponente defensa» que se vislumbraba ya en los trabajos previos. Los dos cubos semicirculares que flanquean la entrada por esta muralla «están realizados con mampostería relativamente uniforme, de mediano tamaño, cogida, al igual que el resto de las estructuras documentadas, con mortero de cal y arena», subrayan Julio Vidal, arqueólogo de la Junta, y María Luz González, la primera que excavó el castillo de Alba en el 2001, en un artículo publicado en Astorica el año pasado, a la vista de los primeros tramos descubiertos.

Los hallazgos han despertado la curiosidad de los vecinos de La Robla y Llanos de Alba que, a pesar de las dificultades para ascender al lugar, siguieron puntualmente la excavación. Ya lo dijo Manuel Gómez Moreno en su descripción de la subida al peñón: «Subir allí, incluso en son de paz es empresa ardua».

La empresa Tudela Veguín ha invertido más de 60.000 euros en las campañas arqueológicas iniciadas en el 2001, pero ha prohibido a los arqueólogos hablar de las conclusiones de los últimos hallazgos.

El mutismo y el secretismo ha rodeado la intervención. El servicio territorial de Cultura de la Junta en León, que dirige Jaime Lobo, tampoco ha permitido al arqueólogo territorial dar explicaciones in situ sobre los hallazgos bajo el pretexto de que Patrimonio desconoce oficialmente los resultados. Las excavaciones, aunque financiadas por la empresa, son supervisadas periódicamente por el técnico de la Junta, pero tampoco ha sido autorizado a revelar sus conclusiones.

UN ENCLAVE SINGULAR

«El castillo de Alba es un enclave singular, tanto por sus rasgos materiales, topográficos y constructivos, como por su antigüedad», aseguran los arqueólogos en la publicación del Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías.

Alfonso III, el último rey astur, mandó construir esta fortaleza junto con las de Luna, Gordón y Gozón (esta última en Asturias) como parte de su estrategia para ocupar la cuenca del Duero. Su sucesor, García I (900-913) instaló la residencia regia en León, aprovechando también las ventajas defensivas de la muralla romana reconstruida por Ordoño I.

En el conjunto de la cordillera cantábrica se registran 15 castillos, con una diferencia cronológica que abarca de las primeras fortificaciones de finales del siglo IX a las de los siglos XII y XIII, si bien el prototípico de época plenomedieval fue el castillo de Alba. La elección de este enclave por Alfonso III en su avance hacia el Duero se vio favorecido, en opinión de Avelino Gutiérrez, por «las condiciones de dominio visuales, defensivas y materiales que proporciona la línea de falla este-oeste».

La existencia de materia prima, roca caliza, en los crestones para su construcción determinó también el emplazamiento. Once siglos después de la construcción del castillo de Alba, la materia prima, 60 millones de toneladas de piedra caliza (la mitad en la zona del castillo), ha firmado su sentencia de muerte. En los trabajos de limpieza y desescombro previos a la excavación se encontraron fragmentos cerámicos de vasijas y ollas de época medieval. La decoración de «retícula incisa y de estrías horizontales a peine» son los rasgos que identifican estas cerámicas con los siglos XII y XIII, por lo que se cree que fue la última época de ocupación del castillo.

«Este tipo de decoraciones son características de la plena Edad Media, en especial la de retícula incisa, que tiene una alta presencia en territorio leonés», precisan Vidal y González. Su período de máximo predominio fueron los siglos XI y XII, «para ir decayendo a lo largo del siglo XIII en favor de la decoración de líneas bruñidas», precisa el estudio sobre los restos.

RESTOS DE LA GUERRA CIVIL

En la zona más alta del cerro se encontró otro muro por encima del baluarte, del que se documentó un tramo de 12 metros. Está realizado con mampostería de piedra caliza pero el mortero de cal es mucho más pobre que el de la edificación originaria del castillo. «Podría ser obra de pastores o vestigio de las defensas que se levantaron a lo largo de todo este cordal durante la Guerra Civil española», aclaran. El castillo de Alba es una de las tres fortalezas de época medieval más antiguas de León junto con los restos de las de Gordón y Luna, que no han sido estudiados.

Su construcción corresponde al reinado de Alfonso III, el último rey astur, que ostentó la corona entre los años 866 y 910. La crónica de Sampiro habla de los castillos que este monarca levantó en territorio «legionense» y en concreto de los de Luna, Gordón y Alba. Los tres quedaron a salvo, por cierto, de la tercera campaña de Almanzor sobre la ciudad de León entre los años 976 y 1002. El castillo aparece mencionado en otros siete documentos medievales, según la investigación archivística. Entre los años 951-956 Ordoño III permutó la villa de Pensum, en Zamora, por la villa de Beonia, dependiente del castillo de Alba. La fortaleza pasó a ser propiedad del concejo de León en el siglo XII por un privilegio de Alfonso IX, confirmado un siglo después por Sancho IV.

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Más informacióen en: http://www.diariodeleon.es/hemeroteca/noticia.jsp?CAT=345


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